Dios Está en ControlMuestra

Día 20: Corazones Generosos, Manos Confiadas

"Den y se les dará: se les echará en el regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante. Porque con la medida con que midan a otros, se les medirá a ustedes" (Lucas 6:38 NVI).

La palabra griega que Jesús usa aquí para "dar" es didomi, que no significa simplemente entregar algo. Implica "conceder como un favor" u "ofrecer como un regalo". Cuando Jesús nos llama a dar, no nos pide que nos rindamos a regañadientes, sino que nos invita a compartir la alegría de la generosidad.

Dar, especialmente cuando aún tenemos necesidades, no es una tontería. Es una de las expresiones más profundas de fe. La viuda que ofreció a Elías su última comida y la viuda que depositó sus últimas dos monedas no dieron de lo que les sobraba, sino de lo que necesitaban. Y ambas fueron testigos de la fidelidad de Dios en sus vidas.

La generosidad siempre parece arriesgada cuando contamos monedas y calculamos billetes. Pero es precisamente en este momento que didomi cobra poder. Cada acto de generosidad en medio de la incertidumbre es una declaración viviente:

"Mi Dios es mayor que mis circunstancias, y su provisión es mayor que mi carencia".

Jesús nos recuerda que la economía de Dios no se rige por las matemáticas humanas. Su respuesta a los corazones generosos se describe como "medida buena, apretada, remecida y rebosando", como una imagen de los mercaderes de la época, que llenaban el recipiente hasta que no cabía más. Así es el corazón del Padre hacia sus hijos: abundante, generoso y fiel.

Esto no significa que Dios sea una máquina automática de bendiciones. No promete ganancias financieras inmediatas, pero sí garantiza una verdadera provisión. A veces provee materialmente, a veces relacionalmente, a veces espiritualmente, pero siempre de manera perfecta.

Cada acto de generosidad se convierte en un campo de entrenamiento para la confianza. Ejerces la fe en que la economía de Dios opera a través de la abundancia, no de la escasez.

Hoy, pídele a Dios que te muestre a alguien a quien bendecir. Podría ser con recursos, tu tiempo o incluso una palabra de aliento. Que tu generosidad sea tu declaración de fe:

"Dios es bueno, Dios es fiel y siempre proveerá. Y puedo confiar en Él con todo mi corazón".

Mi oración:

Señor, muchas veces me aferro a lo que tengo por miedo a no tener suficiente. Pero hoy elijo confiar en ti. Muéstrame oportunidades para ser generoso, incluso cuando mis recursos parezcan escasos. Que cada acto de dar sea un testimonio vivo de mi fe en tu provisión. En el nombre de Jesús, amén.

Preguntas para la reflexión:

1. ¿Qué acto de generosidad te pide Dios hoy, incluso si parece difícil financiera o emocionalmente?

2. ¿Cómo puede ser la generosidad esta semana tu declaración de fe en la fidelidad de Dios?