Dios Está en ControlMuestra

Día 24: Historias de Rescate

"Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido" (Lucas 19:10 NVI).

La palabra "salvado" significa rescatado de la destrucción. Tienes una historia de rescate, y las historias de rescate existen para ser contadas. Tu testimonio no se trata de lo admirable que eras antes de Cristo, ni de lo perfecto que llegaste a ser después de Él. Se trata de la gracia que te encontró en tu momento de mayor necesidad.

Cada conversión tiene la misma historia esencial: "Estaba perdido, pero ahora me han encontrado". Los detalles varían, pero la gracia es la misma. Algunos son rescatados de pecados visibles y dramáticos, otros de una autocomplacencia respetable. Ambos necesitan por igual al mismo Salvador, y ambos reciben la misma gracia.

Al compartir tu historia, no estás llamando la atención hacia ti mismo, sino hacia Aquel que te salvó. No estás presumiendo de tu cambio, sino ensalzando el poder transformador de Dios.

Pídele este mes la oportunidad de contarle a alguien cómo su gracia se ha cruzado en tu camino. No te preocupes por tener un testimonio convincente. La gracia es convincente en sí misma porque siempre es inmerecida.

y, después de dar gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, entregado por ustedes; hagan esto en memoria de mí». (1 Corintios 11:24 NVI).

La Cena del Señor también es un momento sagrado para recordar y proclamar este testimonio de salvación. La palabra griega anamnēsis, traducida como "recuerdo", va más allá del simple recuerdo: significa hacer presente la realidad de lo que Cristo ha logrado. Al participar del pan y la copa que representan el Cuerpo y la Sangre del Cordero, participas de la verdad viva de tu salvación.

Acércate a la mesa no como alguien que ha ganado méritos, sino como alguien hambriento de gracia. El pan representa el cuerpo quebrantado de Cristo para tu restauración. La copa representa la Sangre derramada para tu purificación. Estos no son solo símbolos distantes, sino realidades presentes de las que participas ahora. Discernir el Cuerpo de Cristo comienza con la comprensión y el reconocimiento de que no fue nada que hayas hecho lo que te hizo parte de él, sino únicamente la gracia de Dios.

Tanto compartir tu testimonio como participar en la comunión en la mesa del Señor son actos de confianza en lo que Jesús hizo por ti. Esto es digno de ser contado y celebrado. Y cada vez que se practican estas dos cosas, Satanás queda avergonzado, porque Dios tiene el control de tu historia.

La mesa no está puesta para los dignos, sino para los necesitados; no para los santurrones, sino para los pecadores salvados por gracia. Celebra y comparte tu historia de gracia.

Mi oración:

Padre, gracias porque mi vida es una historia de tu gracia. Dame la valentía y la oportunidad de compartirla, no para destacar mi transformación, sino tu poder transformador. Al sentarme a tu mesa, recuérdame que vengo no con mi propio mérito, sino con el de Cristo. Lléname de gratitud por el pan y la copa que hablan de mi salvación completa. Usa mi historia y mi participación en la comunión para glorificarte solo a ti. En el nombre de Jesús, amén.

Preguntas para reflexionar:

1. ¿Cómo puedes compartir tu historia de redención de una manera que exalte la gracia de Dios en lugar de su bondad?

2. ¿Qué significa para ti acercarte a la comunión como... ¿Alguien que tiene hambre de gracia en lugar de reclamar su autoestima?