Experimentando la Amistad con DiosMuestra

Una Segunda Oportunidad para la Amistad

Siempre fuimos creados para vivir desde una relación de amistad con Dios.

Desde el inicio de su existencia, Adán y Eva recibieron una tarea. Dios les dijo: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla; y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (Génesis 1:28). ¡No era una tarea pequeña para alguien que apenas acababa de empezar a respirar!

Sin embargo, Adán y Eva tenían un acceso tan directo a Dios que verlo caminar por el jardín en la brisa de la tarde no era algo extraño (Génesis 3:8). Ese acceso directo era la fuente de la cual Adán y Eva obtenían la inspiración y la fuerza para expandir el jardín y crecer en dominio.

Desafortunadamente, Adán y Eva rompieron la comunión perfecta que tenían con el Padre. Desde entonces, vivimos en un mundo caído, donde la humanidad sigue intentando expandir sus jardines, pero sin la Presencia de Dios.

Por fortuna, nuestro destino de hacer grandes cosas en amistad con Dios no se ha perdido para siempre. Miles de años después del jardín, Jesús dio otra comisión a sus amigos con estas palabras: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19-20).

¡Aquí tenemos otro llamado a ser fructíferos, otra comisión para esparcir Su amor y Su gloria por toda la tierra! Es, esencialmente, una oportunidad para expandir el jardín una vez más, pero esta vez con una conexión a Él que no puede romperse debido a nuestras debilidades y fallos.

Él nos ofrece la única garantía que importa: Él estará con nosotros.

Nos ofrece Su Presencia.

¿Cuándo has sentido la Presencia de Dios? ¿Cómo te ha afectado?