Experimentando la Amistad con DiosMuestra

El Desierto del Alma

Desde ahora y hasta el cielo, las duras realidades de la vida pondrán a prueba tus razones para creer en Dios. Fallarás, y a veces otras personas te fallarán. Los planes se desmoronarán. Se cerrarán puertas sin ninguna señal de que volverán a abrirse. Las circunstancias no cambiarán a tu favor, y ciertas personas puede que nunca cambien. Tal vez estés en una temporada de espera, o quizá en una de quebranto. Si esta realidad persiste el tiempo suficiente, podrías desilusionarte y sentir que tu fe se ha agotado.

Esto es el desierto del alma.

Para los israelitas del Éxodo, el desierto del Sinaí no era un sendero panorámico rodeado de verdes paisajes, con un atardecer digno de Instagram. No, el desierto era un páramo aterrador con pocas probabilidades de supervivencia. Era una región inhóspita con un calor asfixiante y tierras desoladas. Allí sería difícil alimentar un sueño y aún más difícil encontrar un propósito.

El desierto del alma no es diferente. Cuando estás en él, avanzas por un terreno de desaliento. Cuando te descubres a ti mismo como un errante, pocos si acaso alguno, comprenderán plenamente tu viaje. Te familiarizarás más con el dolor que con el progreso, con la confusión que con la visión.

Algunos dicen que el dolor te hace más fuerte, pero esto es una frase vacía para quien se siente agotado mientras deambula. Puedes ser una persona naturalmente segura de ti misma, pero en el desierto puedes encontrarte con una alarmante inseguridad. Para empeorar las cosas, no sabrás cuándo terminará.

Amado peregrino, ¿y si el propósito último del desierto no es hacerte mejor o llevarte a algún lugar? Aunque la santificación puede ser un subproducto de caminar por esta temporada de desierto, el dolor del viaje no es meramente un cruel medio para ese fin. Más bien, el propósito del desierto es conocer la Presencia de Dios—Y una amistad íntima, auténtica y apasionada con Él es la recompensa.

El libro de Éxodo dice: “Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero” (33:11). ¿Qué significaría para ti sentir que Dios es tu Amigo?