10 días contemplativos en el Padre NuestroMuestra

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén

Si tus oraciones se han quedado atascadas en el camino, entre los espinos de los detalles y los dilemas, esta línea final del Padrenuestro es el punto desde donde vuelves al propósito inicial de tu oración. Existe un reino que no es tuyo, pero estás en el. Existe un poder que no es tuyo, pero está a tu disposición al pedirlo con fe. Existe una gloria que es mayor a todo lo de ahora, podrás disfrutarla para siempre. Resumiendo, la oración nos hace mirar a Jesús, lo que Jesús es, lo que hace; todo sobre el Padre, como se lo ha revelado, y todo sobre el Espíritu, como Él lo ha enviado.

Enfaticemos que la oración no se trata de lo que has conseguido sino en quién te has enfocado a través de ella. La oración te acerca a Jesús. Deseamos que hayas aprendido que la oración, como cualquier relación, no siempre necesita palabras, la presencia es suficiente. La presencia es idóneamente placentera. Jesús, la persona a quien te estás acercando, es soberano para que las oraciones tengan gran valor. Así que al orar esta última línea, permíteme enfocarte en la persona de Jesús mismo.

Observa Su reino y poder, y lo que hace. Dedica un tiempo para permitir que Jesús te muestre la diferencia que Su evangelio está marcando en la vida cotidiana. ¡Convierte eso en una oración de alabanza!

Observa Su gloria, y quién es Él. Todo lo que Jesús hace proviene de la persona que Él es. Mira nuevamente lo que hace y pregúntale qué debes notar acerca de Sus cualidades a través de ello. Celebra lo que aún hay por conocer.

Ora todo esto por ahora, y por siempre. Jesús es nuestra persona hoy, y nuestro Dios para siempre. Dirígete a Él orando en todo lo que involucran ambos aspectos.