10 días contemplativos en el Padre NuestroMuestra

Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén

Después de orar a Dios pidiendo perdón por uno mismo y por los demás acerca de aquello que ya sucedió, Jesús te pone en alerta para orar contra el mal que podría suceder. A veces, se trata de la tentación a la que te sientes atraído por tus propias inclinaciones autodestructivas. Otras veces, es la maldad del enemigo que nos engaña con "mejores" alternativas a un plan bueno, que procede de un Dios bueno.

Analiza el tipo de tentación al que te enfrentas ahora. Más que la ira, la impaciencia, la lujuria o la envidia, que son los pecados propiamente dichos, identifica las condiciones previas que te tientan en esas direcciones. Por ejemplo, ¿Qué problemas de control son recurrentes en tus momentos de ira? ¿Qué actividades te predisponen más a la impaciencia? ¿Qué ha sido dañado en tu pureza como para que la lujuria se convierta en una alternativa? ¿Qué causa dolor en tu identidad como para que te ahogues en envidia por lo que otros tienen? Para enfrentar en oración lo que te está tentando, necesitarías dedicación para orar acerca de quién eres en realidad, y qué vacíos estás tratando de llenar.

Así mismo, considera la "maldad" que hay a tu alrededor en este momento. ¿Qué amenazas son reales, percibidas o posibles? Permite que Jesús te guíe a orar en respuesta a eso también.

No termines tus oraciones hoy sin poder y confianza. Ante todo lo que se te opone, necesitas decir como Pablo: "Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio". (2 Timoteo 1: 7)