Preparando nuestros corazones para la Pascua: un devocional de CuaresmaMuestra

"Día 14: La Apelación"

En un mundo que se rompe, el salmista apela a Dios para que se ocupe de sus falsos acusadores. La idea de tal petición ("Que mis acusadores estén vestidos de deshonor") puede ser incómoda para aquellos de nosotros que no estamos expuestos a las injusticias de la guerra, el genocidio y el tráfico sexual, como lo son otros en todo el mundo. Y sin embargo, en algún momento todos hemos elegido pagar el mal con el mal. Pero en lugar de abordar la injusticia por su cuenta, el salmista lleva esta injusticia a Dios y le pide que actúe en su nombre. Él elige permitir que un Dios justo y santo se ocupe de los que le han hecho daño en lugar de buscar la retribución por sí mismo.

Si Dios sólo perdonara, pero no sólo, no habría dónde ir cuando estemos pecando. Pero la santidad de Dios no tolerará la injusticia. Tan reconfortante como suena al principio, también somos injustos, así que a menos que haya algún remedio para nosotros, seremos juzgados con el mismo juicio que nuestros opresores. La única razón por la cual el salmista (o nosotros) puede apelar a Dios es porque Cristo ya ha hablado en nuestro nombre. Cuando Cristo clamó a Dios desde la cruz, fue rechazado y despreciado porque estaba tomando el lugar de una humanidad pecaminosa. Ahora podemos apelar a Dios porque nos mira a través del Cristo sin pecado que habló en nuestro nombre.

Oración

Dios, nuestro Padre, te alabamos por enviar a Cristo a cubrir nuestros propios actos de injusticia hacia ti para que podamos tener una relación con vosotros, que sois perfectos en santidad. Te agradecemos que escuches nuestras apelaciones cuando hemos sido agraviados y que nos escucharás en tu compasión y misericordia. Ayúdanos a traer nuestras súplicas a ti en vez de buscar nuestra retribución cuando pecamos otra vez. En el Nombre de Cristo, Amén.

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