Números 22
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III. LOS ONCE MESES EN LAS LLANURAS DE MOAB, AL NORESTE DEL MAR MUERTO
(22.1—36.13)
Balac manda llamar a Balaam#22.1-20 Los caps. 22—24 introducen la figura de Balaam, un profeta o adivino pagano que Balac, rey de Moab, hizo venir de Mesopotamia (v. 5) para que pronunciara una maldición sobre los israelitas. Balaam, en lugar de maldecir, se vio obligado a bendecir a Israel.
1Los israelitas siguieron su camino y acamparon en las llanuras de Moab, al oriente del río Jordán, frente a Jericó.#22.1 Llanuras de Moab: Con este nombre se designa la región que se extiende unos 13 km. por la ribera oriental del río Jordán, al norte del Mar Muerto. Allí los israelitas acamparon hasta el momento de cruzar el río y entrar en Canaán (Nm 33.48-56; 36.13). La acción relatada en el resto del libro (con la excepción del cap. 33) tiene lugar en esa misma región.
2Balac, hijo de Sipor, se fijó en lo que los israelitas habían hecho con los amorreos. 3También la gente de Moab se llenó de miedo al ver que los israelitas eran tan numerosos. 4Entonces dijo la gente de Moab a los ancianos de Madián: «Toda esta gente va a acabar con nuestra tierra, como un buey acaba con el pasto del campo.»
Por aquel tiempo Balac era rey de Moab, 5y mandó llamar a Balaam, hijo de Beor,#22.5 En Nm 31.16, Balaam es presentado como el falso profeta que hizo caer a Israel en la idolatría. Esto es lo que evoca el nombre de Balaam en el NT (2 P 2.15-16; Jud 11; Ap 2.14). quien se encontraba en Petor, junto al río Éufrates, en el país de Amav.#22.5 Petor: probablemente se trata de un lugar situado al este del río Éufrates, distante casi 650 km. de Moab y llamado Pitru en los textos asirios. Sin embargo, el texto hebreo dice simplemente el río; y la expresión el país de Amav (de acuerdo con la traducción probable) significa en hebreo país de los hijos de su pueblo. Por tanto, algunos comentaristas piensan que podría tratarse de un lugar más cercano, posiblemente en Edom. Balac ordenó a sus mensajeros que dijeran a Balaam: «De Egipto ha venido un pueblo que se ha extendido por todo el país, y ahora se ha establecido delante de mí. 6Ven en seguida y maldice a este pueblo por mí, pues es más fuerte que nosotros. Quizá así pueda yo derrotarlos y expulsarlos del país. Yo sé que tus bendiciones y tus maldiciones siempre se cumplen.»#22.6 Maldice a este pueblo: Esta petición presupone la creencia en la eficacia absoluta e irrevocable de la bendición y la maldición. Según esta antigua creencia, en efecto, una maldición o una bendición pronunciada por una persona investida de autoridad llevaba en sí misma el poder de producir el efecto correspondiente. Véase Gn 27.33 n.
7Los ancianos de Moab y de Madián se fueron con dinero en la mano para pagar las maldiciones, y al llegar a donde estaba Balaam le dieron el mensaje de parte de Balac. 8Y Balaam les dijo:
—Quédense aquí esta noche, y yo les responderé según lo que el Señor me ordene.
Y los ancianos de Moab se quedaron con él.#22.8 En todo este relato, Balaam, aunque ajeno a la religión de Israel, se siente obligado a obedecer al Señor, ya que ningún esfuerzo podía frustrar el designio de Dios sobre su pueblo. 9Pero Dios se le apareció a Balaam, y le preguntó:
—¿Quiénes son esos hombres que están contigo?
10Balaam le respondió:
—Balac, hijo de Sipor, que es rey de Moab, los envió a que me dijeran 11que un pueblo ha salido de Egipto, y que se ha extendido por todo el país. Balac quiere que yo vaya en seguida a maldecirlos, para ver si así puede derrotarlos y echarlos fuera de su territorio.
12Entonces Dios le dijo#22.12-13 Dios le dijo: evidentemente en un sueño (cf. vv. 8,19-20). a Balaam:
—No vayas con ellos ni maldigas a ese pueblo, porque a ese pueblo lo he bendecido yo.
13Al día siguiente Balaam se levantó y les dijo a los jefes que había enviado Balac:
—Regresen a su tierra. El Señor no me permite ir con ustedes.
14Los jefes de Moab regresaron a donde estaba Balac, y le dijeron:
—Balaam no quiso venir con nosotros.
15Pero Balac insistió y volvió a enviar otros jefes, esta vez en mayor número y de más importancia que los primeros. 16Ellos fueron a ver a Balaam y le dijeron:
—Balac, hijo de Sipor, te manda a decir: “Por favor, no te niegues a venir. 17Yo te daré los más grandes honores, y haré todo lo que me pidas; pero ven y hazme el favor de maldecir a este pueblo.”
18Pero Balaam les respondió:
—Aunque Balac me diera todo el oro y la plata que caben en su palacio, yo no podría hacer nada, ni grande ni pequeño, que fuera contra las órdenes del Señor mi Dios. 19Sin embargo, quédense ustedes aquí también esta noche, y veré qué me dice esta vez el Señor.
20Por la noche, Dios se le apareció a Balaam y le dijo:
—Si esos hombres han venido por ti, levántate y vete con ellos, pero tendrás que hacer solamente lo que yo te diga.
Balaam se encuentra con el ángel del Señor
21Balaam se levantó al día siguiente, ensilló su asna y se fue con los jefes moabitas. 22Balaam iba montado en su asna,#22.22 El asna era en aquel tiempo una cabalgadura de honor (Jue 5.10; 1 R 1.33). Véase también Zac 9.9 n.; Mt 21.5. y lo acompañaban dos criados suyos.
Pero Dios se enojó con él porque se había ido, y el ángel del Señor#22.22 El ángel del Señor: Véase Gn 16.7 n. se interpuso en su camino para cerrarle el paso. 23Cuando el asna vio que el ángel del Señor estaba en medio del camino con una espada en la mano, se apartó del camino y se fue por el campo; pero Balaam la golpeó para hacerla volver al camino. 24Luego el ángel del Señor se paró en un lugar estrecho, donde el camino pasaba entre viñedos y tenía paredes de piedra a los dos lados. 25Cuando el asna vio al ángel del Señor, se recostó contra una de las paredes, oprimiéndole la pierna a Balaam. Entonces Balaam le volvió a pegar. 26Pero el ángel del Señor se adelantó a ellos y se paró en un lugar muy estrecho, donde no podía uno desviarse a ningún lado. 27Cuando el asna vio al ángel del Señor, se echó al suelo. Entonces Balaam se enojó y la azotó con una vara. 28En ese momento el Señor hizo que el asna hablara, y que le dijera a Balaam:
—¿Qué te he hecho? Con esta van tres veces que me pegas.
29—Te estás burlando de mí —le respondió Balaam—. Si tuviera a la mano un cuchillo, ahora mismo te mataría.
30Pero el asna le dijo:
—Yo soy el asna que tú has montado toda tu vida, y bien sabes que nunca me he portado así contigo.
—Es verdad —respondió Balaam.
31Entonces el Señor hizo que Balaam pudiera ver a su ángel, que estaba en medio del camino con una espada en la mano. Balaam se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, 32pero el ángel del Señor le dijo:
—¿Por qué le pegaste tres veces a tu asna? Yo soy quien ha venido a cerrarte el paso, porque tu viaje me disgusta.#22.32 Tu viaje me disgusta: traducción probable. Heb. oscuro. 33El asna me vio, y me esquivó las tres veces. Si no me hubiera esquivado, ya te hubiera yo matado, aunque a ella la habría dejado con vida.
34Y Balaam respondió al ángel del Señor:
—He pecado, pues no sabía que tú estabas allí, cerrándome el camino. Si te parece mal que yo vaya, regresaré.
35Pero el ángel del Señor le contestó:
—Puedes ir con esos hombres, pero dirás solamente lo que yo te diga.
Balac recibe a Balaam
Balaam se fue con los jefes que Balac había enviado, 36y cuando Balac supo que Balaam venía, salió a recibirlo a una ciudad de Moab situada junto al río Arnón, en la frontera del país, 37y le dijo:
—Te mandé a llamar con insistencia; ¿por qué no querías venir? ¿Pensabas que no soy capaz de hacerte muchos honores?#22.37 Hacerte muchos honores: otra posible traducción: recompensarte bien. Sin embargo, Balaam se ve forzado a decir únicamente lo que Dios le manda, sin importarle los honores o recompensas (v. 38).
38Y Balaam le respondió:
—Pues aquí estoy, ya vine a verte. Pero no tengo poder para hablar por mi cuenta; yo solo podré decir lo que Dios me comunique.
39Luego Balaam se fue con Balac a Quiriat-husot, 40donde Balac mandó que mataran vacas y ovejas y que se las llevaran a Balaam y a los jefes que lo acompañaban.
41A la mañana siguiente, Balac buscó a Balaam y lo hizo subir a Bamot-baal, desde donde pudo ver los alrededores del campamento de los israelitas.
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Texto © Sociedades Bíblicas Unidas, 1994.
Números 22
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La historia de Balac y Balaam
1Los israelitas continuaron su viaje y pusieron su campamento en el valle de Moab, que está al este del río Jordán, frente a Jericó. 2-4Balac hijo de Sipor, era el rey de Moab.
Cuando Balac supo todo lo que los israelitas les habían hecho a los amorreos, él y todo el pueblo de Moab se llenaron de miedo, pues los israelitas eran muchísimos. Entonces, la gente de Moab mandó a llamar a los jefes madianitas, y les dijeron: «Los israelitas van a acabar con todo lo que tenemos, como las vacas acaban con el pasto del campo».
5En aquel tiempo, Balaam hijo de Beor vivía con su familia en Petor, ciudad que estaba junto al río Éufrates. Balac envió a los jefes de su país con este mensaje para Balaam:
«Un pueblo enorme que huyó de Egipto ha acampado frente a nuestro territorio, 6y es demasiado poderoso para nosotros. ¿Podrías venir para echarles una maldición? Yo sé que cuando tú bendices a alguien, le va bien, y que cuando lo maldices, le va mal en todo. Por favor, ven y maldice al pueblo de Israel. Tal vez yo pueda vencerlo y expulsarlo de este territorio».
7Los líderes de Moab y de Madián le llevaron el mensaje a Balaam. También le llevaron dinero para que maldijera a los israelitas. 8Y Balaam les dijo: «Quédense aquí esta noche. Mañana les diré lo que Dios quiere que yo haga».
Así lo hicieron. 9Esa noche Dios se le apareció a Balaam y le preguntó:
—¿Quiénes son esos hombres que están contigo?
10Balaam contestó:
—Vienen de Moab; son mensajeros del rey Balac. 11El rey los ha mandado aquí para que yo eche una maldición sobre un pueblo que se escapó de Egipto. Puesto que acamparon frente al territorio de Moab, el rey quiere expulsarlos de allá.
12Entonces Dios le ordenó a Balaam:
—No vayas con esos hombres, ni le eches la maldición a ese pueblo, pues yo haré que le vaya bien en todo.
13Al día siguiente, Balaam se levantó y les dio a aquellos hombres el mensaje que Dios le había dado: «Regresen a su país, porque Dios no me deja ir con ustedes».
14Los jefes de Moab regresaron y le dijeron a Balac que Balaam no había querido venir con ellos.
15Entonces Balac envió a un grupo grande de los jefes más importantes de Moab. 16Cuando llegaron a donde estaba Balaam, le dieron el mensaje del rey: «Ven de inmediato; no te resistas. 17Si maldices a ese pueblo, te pagaré todo el dinero que quieras y te haré muy importante».
18Pero a pesar de eso, Balaam dijo:
«Aunque Balac me ofrezca su palacio repleto de oro y de plata, no haré lo que me pide. ¡No puedo desobedecer al Dios de Israel! 19Quédense aquí esta noche, y veremos qué me pide hacer Dios».
20Esa noche Dios le dijo a Balaam: «Si esos hombres quieren que vayas con ellos, ve; pero solo harás lo que yo te diga».
21Balaam se levantó muy temprano, ensilló su burra y se fue con los jefes de Moab. 22Pero Dios se enojó mucho con Balaam por haberse ido con ellos. Por eso, el ángel de Dios se puso en medio del camino para no dejarlo pasar.
Balaam iba montado en su burra, y sus dos ayudantes iban con él. 23Cuando la burra vio al ángel de Dios, parado en el camino y listo para atacar a Balaam con una espada, se salió del camino. Sin pensarlo más, Balaam le pegó a la burra para que regresara al camino.
24Entonces el ángel de Dios se puso en un camino muy angosto, en medio de los muros de piedra de dos viñedos. 25Cuando la burra vio al ángel, se hizo a un lado y le aplastó a Balaam el pie contra el muro. Entonces Balaam volvió a pegarle.
26Luego el ángel se adelantó y se plantó en un lugar tan angosto que nadie podía moverse ni a un lado ni al otro. 27Cuando la burra vio al ángel, se echó al suelo y ya no quiso dar ni un paso más. Balaam se enojó muchísimo y golpeó a la burra con un palo. 28En ese momento, Dios hizo que la burra hablara y le dijera a Balaam:
—¿Qué te he hecho? ¿Por qué me golpeaste tres veces?
Balaam respondió:
29—¡Te burlaste de mí! ¡Si tuviera una espada en la mano, te mataría ahora mismo!
30La burra replicó:
—¡Yo soy tu burra! ¡Toda la vida te he llevado por todos lados, y nunca te he tratado mal, como hoy lo has hecho conmigo!
—Tienes razón —contestó Balaam.
31En ese mismo instante, Dios permitió que Balaam viera al ángel, parado en el camino y listo para atacarlo con su espada. Balaam, entonces, se arrodilló hasta tocar el suelo con su frente, 32y el ángel de Dios le dijo:
—¿Por qué golpeaste a tu burra tres veces? Yo fui quien te cerró el camino, porque no me parece que debas ir a Moab. 33Si tu burra no me hubiera visto ni se hubiera parado tres veces, ya te habría matado, y a ella la habría dejado con vida.
34Balaam respondió:
—Perdóneme, Señor. Me he portado muy mal. Yo no sabía que usted intentaba detenerme en el camino. Si usted no quiere que vaya a Moab, ahora mismo regresaré a mi casa.
35Y el ángel de Dios le contestó:
—Ve con ellos, pero solo vas a decir lo que yo te diga.
Balaam se fue entonces con los jefes que había enviado Balac. 36Cuando Balac supo que Balaam se acercaba, salió a recibirlo a un pueblo en la frontera norte del país. 37Allí Balac le dijo a Balaam:
—¿Por qué no viniste cuando te llamé? ¿Creíste que no te daría lo que te ofrecí?
38Y Balaam contestó:
—Aquí me tienes, pero solo diré lo que Dios me ordene.
39Y Balaam fue con Balac a Quiriat-husot. 40Allí Balac presentó bueyes y ovejas como ofrenda a Dios, e hizo un banquete para Balaam y los mensajeros.
41Al otro día, Balac llevó a Balaam a Bamot-baal. Desde allí se podía ver parte del campamento de los israelitas.
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Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.