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Jeremías 7

7
Jeremías predica en el templo#7.1-15 Este largo discurso (7.1—8.3) es el primero de una serie de textos redactados en prosa, cuyo contenido y forma literaria se asemeja mucho a los del libro de Deuteronomio (cf. Jer 11.1-17; 13.1-14; 18.1-12). En tales discursos se denuncian principalmente los pecados de idolatría y otros abusos cometidos en el culto del templo de Jerusalén.
1El Señor se dirigió a Jeremías, y le dijo: 2«Ponte a la entrada del templo del Señor#7.2 A la entrada del templo, el profeta debe enumerar las condiciones morales requeridas para que el culto celebrado en el lugar sagrado sea realmente agradable al Señor (cf. Sal 15; 24.3-6). En Jer 26 se indican las circunstancias en que se pronunció este discurso y la reacción que provocó entre aquellos que lo escucharon por primera vez. y da a conocer allí este mensaje: Habitantes todos de Judá, que entran por estas puertas a adorar al Señor, escuchen este mensaje 3del Señor todopoderoso, el Dios de Israel: “Mejoren su vida y sus obras, y yo los dejaré seguir viviendo en esta tierra.#7.3 Y yo los dejaré seguir viviendo en esta tierra: otra posible traducción, apoyada por algunas versiones antiguas: y yo habitaré con ustedes en este lugar. Cf. v. 7. 4No confíen en esos que los engañan diciendo: ¡Aquí está el templo del Señor, aquí está el templo del Señor!#7.4 Estas palabras, repetidas casi como una fórmula mágica, denuncian la falsa confianza que el pueblo había depositado en el templo. De nada vale vivir a la sombra de un glorioso santuario, si no se practica la justicia y no se observan los mandamientos del Señor.
5»”Si mejoran su vida y sus obras y son justos los unos con los otros; 6si no explotan a los extranjeros, a los huérfanos y a las viudas, ni matan a gente inocente en este lugar, ni dan culto a otros dioses, con lo que ustedes mismos se perjudicarían, 7yo los dejaré seguir viviendo aquí, en la tierra que di para siempre a sus antepasados.#7.7 Véase Jer 7.3 n.
8»”Ustedes confían en palabras engañosas que no les sirven de nada. 9Roban, matan, cometen adulterio, juran en falso,#7.9 Roban, matan, cometen adulterio, juran en falso: Ex 20.13-16; Dt 5.17-20; Os 4.2. ofrecen incienso a Baal, dan culto a dioses con los que ustedes nada tienen que ver,#7.9 Dioses con los que ustedes nada tienen que ver: Lit. dioses que ustedes no conocían. Cf. Dt 11.28; 13.2(3),6-9(7-10); 28.64; Jer 19.4; 44.3. 10y después vienen a este templo que me está dedicado, a presentarse ante mí. Se creen que aquí están seguros; creen que pueden seguir haciendo esas cosas que yo no soporto. 11¿Acaso piensan que este templo que me está dedicado es una cueva de ladrones?#7.11 Una cueva de ladrones: Con esta imagen poética se condena la falsa seguridad que infundía en el pueblo la presencia material del templo de Jerusalén. Tal como los ladrones, una vez cometidos sus delitos, se refugian en una caverna y allí se sienten seguros, así también los israelitas se sentían protegidos por el santuario, a pesar de sus crímenes y malas acciones. Acerca de esta expresión en labios de Jesús, cf. Mt 21.13; Mc 11.17; Lc 19.46. Yo he visto todo eso. Yo, el Señor, lo afirmo. 12Vayan a mi santuario en Siló,#7.12 El antiguo santuario de Siló se encontraba en territorio de Efraín (véase Jos 16.4 n.), a unos 30 km. al norte de Jerusalén; lo atendía la familia sacerdotal de Elí. La presencia del arca de la alianza lo convirtió en un importante centro de peregrinación (cf. 1 S 1.3); pero hacia el año 1050 a.C., los filisteos infligieron una dura derrota a los israelitas y se llevaron el arca para depositarla como trofeo en el templo de su dios (cf. 1 S 4). Para esa misma época, la ciudad y el santuario de Siló fueron saqueados y devastados. Véanse Jos 18.1 notas a y b; Sal 78.60 n., y cf. Jer 26.6. el primer lugar que escogí para residir, y vean lo que hice con él por la maldad de mi pueblo Israel. 13Y aunque una y otra vez les he advertido acerca de su conducta, ustedes no han querido obedecerme, y ni siquiera me han respondido. Yo, el Señor, lo afirmo.#Is 65.12; 66.4. 14Por eso, lo mismo que hice con el santuario de Siló, lo voy a hacer con este templo dedicado a mí, el cual les di a ustedes y a sus antepasados y en el que ustedes confían. 15Los arrojaré a ustedes de mi presencia como antes arrojé a sus hermanos, los descendientes de Efraín.”#7.14-15 Cf. Sal 78.56-67, donde también aparecen asociados el rechazo de Efraín y la destrucción del templo de Siló.
Infidelidad de Israel
16»Tú, Jeremías, no ores por este pueblo, no me ruegues ni me supliques por ellos. No me insistas, porque no te escucharé.#7.16 No ores... no te escucharé: Ya es demasiado tarde para interceder en favor del pueblo; él está tan hundido en sus pecados que ya no manifiesta ningún interés por cambiar de actitud. Cf. Jer 11.14; 17.1. 17¿No ves lo que ellos hacen en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén? 18Los hijos recogen la leña, los padres encienden el fuego y las mujeres preparan la masa para hacer tortas y ofrecerlas a la diosa que llaman Reina del Cielo.#7.18 Reina del Cielo era el título que se daba a la «diosa madre», muy venerada en el mundo antiguo por su vinculación con la sexualidad y con las fuentes de la vida. En Mesopotamia recibía el nombre de Istar y era identificada con el planeta Venus; en Canaán la llamaban Astarté (véase Jue 3.7 nota). La mención de los hijos, los padres y las mujeres da a entender que se trataba de un culto familiar. Cf. Jer 44.17-19. Me ofenden, además, ofreciendo vino a dioses extraños. 19Pero más que ofenderme a mí, se ofenden a sí mismos, para su propia vergüenza. Yo, el Señor, lo afirmo. 20Por eso yo, el Señor, les aseguro que voy a descargar toda mi ira contra este lugar y contra la gente, y aun contra los animales, los árboles del campo y las cosechas. Será como un incendio que no se apagará.»
21El Señor todopoderoso, el Dios de Israel, dice a su pueblo: «Ofrezcan todos los holocaustos y sacrificios que quieran, y coman de esa carne. 22Pero cuando yo saqué a sus antepasados de Egipto, nada les dije ni ordené acerca de holocaustos y sacrificios.#7.22 Sal 51.16-19(18-21); Am 5.25. 23Lo que sí les ordené fue que me obedecieran; pues así yo sería su Dios y ellos serían mi pueblo. Y les dije que se portaran como yo les había ordenado, para que les fuera bien.#7.23 Ex 19.5; Lv 26.3-12; Jer 11.4; 30.21-22; 31.33. 24Pero no me obedecieron ni me hicieron caso, sino que tercamente se dejaron llevar por las malas inclinaciones de su corazón. En vez de volverse a mí, me volvieron la espalda. 25Desde que sus antepasados salieron de Egipto hasta ahora, yo les he enviado a ustedes, uno tras otro, a todos mis siervos los profetas. 26Pero ustedes no me obedecieron ni me hicieron caso, sino que se portaron aún más tercamente que sus antepasados.
27»Tú, Jeremías, diles todas estas cosas, aunque no te hagan caso; grítales, aunque no te respondan. 28Diles: “Esta es la nación que no obedece al Señor su Dios ni quiere ser corregida.#7.28 Ni quiere ser corregida: Véase Jer 2.23 nota. La sinceridad ha desaparecido por completo de sus labios.”»
Culto pagano en Jerusalén
29¡Jerusalén, córtate la cabellera#7.29 Córtate la cabellera: El término hebreo se refiere concretamente a los cabellos que el nazareo se dejaba crecer para expresar su consagración a Dios (cf. Nm 6.5). La orden de cortarse los cabellos da a entender que Judá ha dejado de ser un pueblo consagrado al Señor. En otros contextos, esta acción es expresión de duelo, de pesar o de arrepentimiento. Cf. Job 1.20; Is 15.2; Jer 48.37; Ez 7.1-18; Miq 1.16. y tírala!
¡Entona un canto triste en las lomas desiertas!
Porque el Señor está enojado con tu gente,
la ha abandonado y rechazado.
30El Señor afirma: «La gente de Judá ha hecho algo que me disgusta: pusieron sus despreciables ídolos en el templo dedicado a mí, y lo profanaron.#7.30 Cf. Ez 8. 31En el valle de Ben-hinom#7.31 Ben-hinom:: Véase Jer 2.23 nota. construyeron el altar de Tófet#7.31 Tófet significa probablemente hoguera y designaba el lugar donde en algunas circunstancias se ofrecían sacrificios humanos. Cf. 2 R 23.10, Jer 32.35. para quemar a sus hijos y a sus hijas, cosa que yo no les había ordenado y que ni siquiera me pasó por la mente.#7.31 Lv 18.21; Is 57.5; Jer 19.5. 32Por eso yo, el Señor, afirmo que vendrá el día en que a ese lugar ya no lo llamarán Tófet ni Valle de Ben-hinom, sino Valle de la Matanza.#7.32 Valle de la Matanza: Jer 19.6. Los enemigos de Judá provocarán una masacre y los cadáveres quedarán expuestos en el valle de Ben-hinom (cf. vv. 32b-33), profanando de ese modo el lugar donde se rendía culto al dios Moloc (cf. 2 R 23.16). Y en Tófet enterrarán a los muertos, por no haber más lugar. 33Los cadáveres de esta gente servirán de comida a las aves de rapiña y a las fieras, y no habrá quien las espante.#7.33 Nótese la gravedad del castigo que se anuncia. Para los antiguos israelitas, no ser sepultado después de muerto era una de las cosas más horribles que podían ocurrirle a una persona. Cf. Dt 28.26; Jer 8.1-2; 9.22(21); 16.4; 19.7; 34.20. 34Haré desaparecer de las ciudades de Judá y de las calles de Jerusalén los cantos de fiesta y alegría, y los cantos de bodas;#7.34 Jer 16.9; 25.10; Bar 2.23; Ap 18.23. todo el país quedará convertido en un desierto.»

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