1 REYES 2
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Testamento y muerte de David#2,1-11: Ante la proximidad de su muerte, David manifiesta sus últimas voluntades a Salomón imitando el testamento de otros grandes personajes, como Jacob, Moisés, Josué o Samuel. Tras las recomendaciones políticas de 2,5-9 se intuyen propósitos de tipo propagandístico, tendentes a justificar las violentas medidas llevadas a cabo por el nuevo rey (2,13-46).
1Sintiéndose próximo a la muerte, David dio a su hijo Salomón estas instrucciones:
2— Yo estoy a punto de morir#2,2: estoy a punto de morir: Lit. voy a emprender el camino de todo el mundo; ver Jos 23,14.. Sé fuerte y pórtate con valor.#Jos 23,14; (ver Dt 17,18-20). 3Sigue las instrucciones del Señor tu Dios, caminando por sus sendas y observando sus preceptos, mandatos, decretos y normas, como están escritos en la ley de Moisés. Así tendrás éxito en todas tus empresas y proyectos 4y el Señor cumplirá la promesa que me hizo: “si tus hijos cuidan su conducta y actúan sinceramente ante mí, con todo su corazón y todo su ser, no te faltarán descendientes#2,4: no te faltarán descendientes: Ver 2 Sm 7,5-16 donde la promesa dinástica era incondicional; aquí, sin embargo —como en Sal 132,12— la promesa queda condicionada a la fidelidad de los descendientes. en el trono de Israel”.#2 Sm 3,26-27; 7,12-16; 20,10.
5Ya sabes, además, lo que me hizo Joab, el hijo de Seruyá, con los dos jefes del ejército de Israel: Abner, el hijo de Ner, y Amasá, el hijo de Jéter; y cómo los asesinó, derramando sangre de guerra en tiempos de paz y salpicando de sangre inocente su ropa y sus sandalias#2,5: los asesinó: Referencia a los asesinatos de Abner y Amasá (2 Sm 3,26-27; 20,8-10) cometidos por Joab, y no vengados. La impunidad del jefe del ejército comprometía también al rey y exigía a este o a sus descendientes el cumplimiento de la venganza de sangre.— su ropa y sus sandalias: Así el texto hebreo; las versiones griega y latina dicen: mi ropa y mis sandalias.. 6Actúa como te dicte tu prudencia, pero no lo dejes ir tranquilamente al otro mundo. 7Trata, en cambio, con generosidad a los hijos de Barzilay, el galaadita, e invítalos a tu mesa, pues también ellos me socorrieron cuando huía de tu hermano Absalón.#2 Sm 16,5-8; 17,27-29; 19,17-24.32-33. 8Ahí tienes también a Simeí, el hijo de Guerá, benjaminita de Bajurín: me maldijo con saña cuando me dirigía a Majanáin, pero salió a recibirme al Jordán y le tuve que jurar por el Señor que no lo mataría#2,8: no lo mataría: En la concepción del antiguo Israel, la maldición no perdía su eficacia hasta que era neutralizada y se volvía contra su autor. David había jurado no hacer mal a Simeí, pero el juramento no obligaba a su descendiente que también había quedado bajo los efectos de la maldición (2,9).. 9Ahora, no lo dejes impune, pues tú eres un hombre sabio y sabrás lo que tienes que hacer con él para mandarlo manchado de sangre al otro mundo#2,9: manchado de sangre al otro mundo: Lit. hacer bajar sus canas con sangre al Seol..
10David murió y fue enterrado en la ciudad de David.#1 Cr 29,26-28. 11Reinó sobre Israel durante cuarenta años: siete años en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén.
Consolidación del reino y represalias de Salomón
12Salomón se sentó en el trono de su padre David y su reino quedó consolidado.
13Adonías, el hijo de Jaguit, fue a ver a Betsabé, la madre de Salomón, y ella le preguntó:
— ¿Vienes en son de paz?
Adonías respondió:
— Sí.
14Luego añadió:
— Tengo algo que decirte.
Ella le contestó:
— Dilo.
15Entonces Adonías dijo:
— Tú sabes que la realeza me correspondía a mí y que todo Israel esperaba que yo fuera rey; pero las cosas se torcieron y la realeza fue a parar a mi hermano, porque el Señor se la había destinado. 16Pues bien, ahora sólo quiero pedirte un favor; no me lo niegues.
Ella le respondió:
— Habla.
17Él le dijo:
— Pídele al rey Salomón un favor, que él no te negará: que me dé por esposa a Abisag, la sunamita.
18Betsabé le respondió.
— Está bien. Yo hablaré al rey de tu parte.
19Betsabé fue a ver al rey Salomón para hablarle de Adonías. El rey se levantó para recibirla y le hizo una reverencia. Luego se sentó en su trono y mandó poner otro trono para su madre. Ella se sentó a su derecha#2,19: se sentó a su derecha: Es decir, en un puesto de honor. En Israel y los pueblos vecinos, la madre del rey gozaba de una posición y prerrogativas especiales. 20y le dijo:
— Quiero pedirte un pequeño favor que, espero, no me negarás.
El rey le respondió:
— Madre, pídelo, que no te lo negaré.
21Ella le dijo:
— Dale a tu hermano Adonías por esposa a Abisag la sunamita.
22Pero el rey Salomón respondió a su madre:
— ¿Cómo es que me pides a Abisag, la sunamita, para Adonías? ¡Podías pedirme también la realeza para él, puesto que es mi hermano mayor y tiene de su parte al sacerdote Abiatar y a Joab#2,22: la realeza para él: Abisag había sido esposa de David; el que Adonías la solicite como esposa significaba, en el sentir de Salomón, que reclamaba también la realeza (ver 2 Sm 3,7; 16,21 y notas).— y tiene de su parte al sacerdote Abiatar y a Joab: Muerto David, la amenaza de los conspiradores sigue latente., el hijo de Seruyá!
23Luego el rey Salomón juró por el Señor:
— ¡Que Dios me castigue, si a Adonías no le cuesta la vida haber hecho esa petición! #1 Sm 3,17+; 2 Sm 7,11-16. 24¡Juro por el Señor, que me ha asentado firmemente en el trono de mi padre David y que me ha dado una dinastía, como había prometido, que hoy mismo morirá Adonías!
25Entonces el rey Salomón envió a Benaías, el hijo de Joyadá, para que lo ejecutara, y Adonías murió.
26En cuanto al sacerdote Abiatar, el rey le dijo:
— ¡Márchate a Anatot#2,26: Anatot: Ciudad levítica, a unos 5 km al norte de Jerusalén, patria chica de Jeremías (ver Jr 1,1)., a tus tierras! Estás condenado a muerte, pero hoy no voy a matarte, ya que llevaste el Arca del Señor Dios, delante de mi padre David y lo acompañaste en todas sus desgracias.
27Y Salomón destituyó a Abiatar de su cargo de sacerdote del Señor, cumpliendo la sentencia que el Señor había pronunciado contra la casa de Elí en Siló.
28Cuando le llegó la noticia a Joab, que había apoyado a Adonías, aunque no a Absalón, huyó al santuario del Señor y se refugió al amparo del altar#2,28: al amparo del altar: Ver 1,50 y nota..#2 Re 1,50+; 2,5; (ver Ex 21,14). 29Cuando informaron al rey Salomón de que Joab había huido a la Tienda del Señor y que estaba junto al altar, Salomón envió a decir a Joab:
— ¿Qué te pasa, que has huido al altar?
Y Joab respondió:
— Tuve miedo de ti y he huido junto al Señor.
Entonces el rey Salomón envió a decir#2,29: envió a decir: El hebreo suprime por error el texto comprendido entre “envió a decir (a Joab)” y “(envió a decir) a Benaías”, que la versión griega ha conservado. a Benaías, hijo de Joyadá:
— Ve a matarlo.
30Benaías llegó al santuario del Señor y le dijo:
— El rey te ordena que salgas.
Joab respondió:
— No. Moriré aquí.
Benaías volvió a transmitir al rey la respuesta de Joab 31Entonces el rey le ordenó:
— Haz lo que dice: mátalo y entiérralo#2,31: mátalo y entiérralo: Según Ex 21,13, el homicida involuntario podía acogerse al asilo del altar, pero Ex 21,14 exige arrancar del altar al homicida culpable (ver nota a 1,50).. Así nos limpiarás a mí y a la familia de mi padre de la sangre inocente derramada por Joab 32y el Señor le hará responsable#2,32: le hará responsable: Lit. hará recaer su sangre sobre su propia cabeza. de haber matado a dos hombres más justos y mejores que él: Abner, el hijo de Ner, capitán del ejército de Israel, y Amasá, el hijo de Jéter, capitán del ejército de Judá, a quienes asesinó sin que mi padre lo supiese. 33¡Que Joab y sus descendientes sean por siempre responsables de ambas muertes! ¡Y que la paz del Señor acompañe a David, a su descendencia y a su trono!
34Benaías, el hijo de Joyadá, fue a ejecutar a Joab. Lo mató y lo enterró en su propiedad, en el desierto. 35Luego el rey puso a Benaías, el hijo de Joyadá, al frente del ejército, en lugar de Joab; y al sacerdote Sadoc, en lugar de Abiatar.
36Más tarde, el rey mandó llamar a Simeí y le dijo:
— Hazte una casa en Jerusalén y quédate allí sin salir a ningún sitio.#2 Sm 16,5-13; 2 Re 2,8-9. 37Porque el día que salgas y cruces el torrente Cedrón, ten por seguro que irremediablemente morirás y tú serás el responsable#2,37: tú serás el responsable: Lit. tu sangre caerá sobre tu cabeza..
38Simeí respondió al rey:
— Está bien. Tu servidor hará como dice mi señor, el rey.
Simeí estuvo viviendo en Jerusalén mucho tiempo. 39Pero, al cabo de tres años, se le escaparon dos esclavos y se fueron con Aquís, el hijo de Maacá, rey de Gat. Cuando informaron a Simeí de que sus esclavos estaban en Gat, 40él aparejó su burro, marchó a Gat, donde se encontraba Aquís, a buscar a sus esclavos y se los trajo de allí. 41Cuando comunicaron a Salomón que Simeí había ido de Jerusalén a Gat, y que había vuelto, 42mandó llamar a Simeí y le dijo:
— ¿No te hice jurar por el Señor y te advertí que el día que salieses y fueses a cualquier sitio podías tener la seguridad de que morirías irremediablemente, y tú me respondiste que estabas de acuerdo y que te dabas por avisado? 43¿Por qué no has cumplido lo que juraste por el Señor y la orden que te di?
44Y el rey añadió:
— Tú conoces perfectamente todo el daño que hiciste a mi padre David. Por eso el Señor hace recaer ahora tu maldad sobre ti. 45En cambio, el rey Salomón será bendecido#2,45: será bendecido: Una vez neutralizada la maldición de Simeí contra David (2 Sm 16,5-8) y remitida contra su autor (2,44), Salomón queda liberado de ella y entra bajo la eficacia de la bendición (ver 2,8). y el trono de David permanecerá siempre firme ante el Señor.
46Entonces Salomón dio órdenes a Benaías, el hijo de Joyadá, que salió y lo mató. Y el reino se consolidó en manos de Salomón.
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La Biblia Hispanoamericana (BHTI) Traducción Interconfesional versión hispanoamericana Copyright © Sociedad Bíblica de España, 2011 Utilizada con permiso
1 Reyes 2
2
Últimas palabras de David
1Y acercándose los días de la muerte de David, dio órdenes a su hijo Salomón, diciendo: 2Yo voy por el camino de todos en la tierra. Sé, pues, fuerte y sé hombre. 3Guarda los mandatos del Señor tu Dios, andando en sus caminos, guardando sus estatutos, sus mandamientos, sus ordenanzas y sus testimonios, conforme a lo que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y dondequiera que vayas, 4para que el Señor cumpla la promesa que me hizo, diciendo: «Si tus hijos guardan su camino, andando delante de mí con fidelidad#O, verdad, con todo su corazón y con toda su alma, no te faltará hombre sobre el trono de Israel». 5También sabes lo que me hizo Joab, hijo de Sarvia, lo que hizo a los dos comandantes de los ejércitos de Israel, a Abner, hijo de Ner, y a Amasa, hijo de Jeter, a los cuales mató; también derramó sangre de guerra en tiempo de paz. Y puso sangre de guerra en el cinturón que lo ceñía y en las sandalias que tenía en sus pies. 6Haz, pues, conforme a tu sabiduría, y no permitas que sus canas desciendan al Seol#I.e., región de los muertos en paz. 7Mas muestra bondad a los hijos de Barzilai galaadita, y que estén entre los que comen a tu mesa; porque ellos me ayudaron cuando huía de tu hermano Absalón. 8Y he aquí, está contigo Simei, hijo de Gera, benjamita de Bahurim; él fue el que me maldijo con una terrible maldición el día que yo iba a Mahanaim. Mas cuando descendió a mi encuentro en el Jordán, le juré por el Señor, diciendo: «No te mataré a espada». 9Pero ahora, no lo dejes sin castigo, porque eres hombre sabio; sabrás lo que debes hacer con él y harás que desciendan sus canas con sangre al Seol.
10Y durmió David con sus padres y fue sepultado en la ciudad de David. 11Los días que David reinó sobre Israel fueron cuarenta años: siete años reinó en Hebrón, y treinta y tres años reinó en Jerusalén. 12Salomón se sentó en el trono de David su padre y su reino se afianzó en gran manera.
Salomón consolida su reino
13Entonces Adonías, hijo de Haguit, vino a Betsabé, madre de Salomón; y ella le dijo: ¿Vienes en paz? Y él respondió: En paz. 14Y añadió: Tengo algo que decirte. Y ella dijo: Habla. 15Y él dijo: Tú sabes que el reino era mío y que todo Israel esperaba que yo fuera rey; pero el reino ha cambiado de manos y ha venido a ser de mi hermano, porque por voluntad del Señor era suyo. 16Ahora yo te hago una petición, no me la niegues#Lit., no hagas (hará) volver mi (tu) rostro, y así en los vers. 17 y 20. Y ella le dijo: Habla. 17Él entonces dijo: Te ruego que hables al rey Salomón, pues él no te lo negará, para que me dé por mujer a Abisag sunamita. 18Y Betsabé dijo: Muy bien; hablaré por ti al rey.
19Betsabé fue al rey Salomón para hablarle por Adonías. El rey se levantó a recibirla, se inclinó delante de ella, y se sentó en su trono; hizo colocar un trono para la madre del rey y ella se sentó a su diestra. 20Entonces ella dijo: Te hago una pequeña petición; no me la niegues. Y el rey le dijo: Pide, madre mía, porque no te la negaré. 21Y ella dijo: Que se dé a Abisag sunamita por mujer a tu hermano Adonías. 22El rey Salomón respondió, y dijo a su madre: ¿Por qué pides a Abisag sunamita para Adonías? Pide para él también el reino, pues es mi hermano mayor, y con él están el sacerdote Abiatar y Joab, hijo de Sarvia. 23Y el rey Salomón juró por el Señor, diciendo: Así me haga Dios y aun más, si Adonías no ha hablado esta palabra contra su propia vida. 24Ahora pues, vive el Señor que me ha confirmado y me ha puesto en el trono de mi padre David, y que me ha hecho una casa como había prometido, que Adonías morirá hoy mismo. 25El rey Salomón envió a Benaía, hijo de Joiada, y este arremetió contra Adonías y lo mató.
26Entonces dijo el rey al sacerdote Abiatar: Vete a Anatot, a tu campo, porque mereces morir; pero no te daré muerte en esta ocasión porque llevaste el arca del Señor Dios delante de mi padre David, y porque fuiste afligido con todas las cosas con que mi padre fue afligido. 27Así Salomón privó a Abiatar de ser sacerdote del Señor, para que se cumpliera la palabra que el Señor había hablado acerca de la casa de Elí en Silo.
28Cuando las noticias llegaron a Joab (porque Joab había seguido a Adonías, aunque no había seguido a Absalón), Joab huyó a la tienda del Señor y se asió de los cuernos del altar. 29Y se le informó al rey Salomón que Joab había huido a la tienda del Señor, y que estaba junto al altar. Entonces Salomón envió a Benaía, hijo de Joiada, diciendo: Ve y arremete contra él. 30Benaía entró en la tienda del Señor y le dijo: Así ha dicho el rey: «Sal de ahí.» Pero él dijo: No, pues moriré aquí. Benaía llevó la respuesta al rey, diciendo: Así habló Joab y así me respondió. 31Y el rey le dijo: Haz como él ha dicho; arremete contra él, mátalo y entiérralo, para que quites de mí y de la casa de mi padre la sangre que Joab derramó sin causa. 32El Señor hará volver su sangre sobre su propia cabeza, porque él arremetió contra dos hombres más justos y mejores que él y los mató a espada sin que mi padre David lo supiera: a Abner, hijo de Ner, comandante del ejército de Israel, y a Amasa, hijo de Jeter, comandante del ejército de Judá. 33Su sangre, pues, recaerá sobre la cabeza de Joab y sobre la cabeza de su descendencia para siempre; pero para David y su descendencia, para su casa y su trono, haya paz de parte del Señor para siempre. 34Entonces subió Benaía, hijo de Joiada, arremetió contra él y lo mató; y fue sepultado en su casa en el desierto. 35En su lugar el rey nombró sobre el ejército a Benaía, hijo de Joiada, y el rey nombró al sacerdote Sadoc en lugar de Abiatar.
36Después el rey envió a llamar a Simei, y le dijo: Edifícate una casa en Jerusalén, vive ahí y no salgas de allí a ninguna parte. 37Porque el día que salgas y pases el torrente Cedrón, ten por cierto que sin duda morirás; tu sangre recaerá sobre tu cabeza. 38Entonces Simei dijo al rey: La palabra es buena; como ha dicho el rey mi señor, así lo hará tu siervo. Y vivió Simei en Jerusalén muchos días.
39Pero aconteció al cabo de tres años, que dos de los siervos de Simei huyeron a Aquis, hijo de Maaca, rey de Gat. Le avisaron a Simei, diciéndole: He aquí, tus siervos están en Gat. 40Simei se levantó, ensilló su asno y fue a Gat a ver a Aquis para buscar a sus siervos. Fue, pues, Simei y trajo sus siervos de Gat. 41Pero informaron a Salomón que Simei había ido de Jerusalén hasta Gat y había vuelto. 42Entonces el rey envió a llamar a Simei y le dijo: ¿No te hice jurar por el Señor y te advertí seriamente, diciendo: «El día que salgas y vayas a cualquier parte, ten por seguro que ciertamente morirás»? Y tú me dijiste: «La palabra que he oído es buena». 43¿Por qué, entonces, no guardaste el juramento del Señor y el mandamiento que te impuse? 44Dijo además el rey a Simei: Tú sabes todo el mal que hiciste a mi padre David, que tú reconoces en tu corazón; el Señor, pues, hará recaer tu mal sobre tu propia cabeza. 45Pero el rey Salomón será bendito, y el trono de David será firme delante del Señor para siempre. 46Entonces el rey mandó a Benaía, hijo de Joiada, y este salió y arremetió contra Simei y lo mató. Así fue confirmado el reino en las manos de Salomón.
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