JUAN 11
11
Séptimo signo (11–12)
Muerte y resurrección de Lázaro
1Un hombre llamado Lázaro había caído enfermo. Era natural de Betania, el pueblo de María y de su hermana Marta.#Lc 10,38-39. 2(María, hermana de Lázaro, el enfermo, era la misma que derramó perfume sobre los pies del Señor y se los secó con sus cabellos.)#12,3 (ver Lc 7,36-50; Mt 26,6-13; Mc 14,3-9). 3Las hermanas de Lázaro mandaron a Jesús este recado:
—Señor, tu amigo está enfermo.#11,36.
4Jesús, al enterarse, dijo:
—Esta enfermedad no terminará en la muerte, sino que tiene como finalidad manifestar la gloria de Dios; por medio de ella resplandecerá la gloria del Hijo de Dios.#9,3; 17,4 (ver 13,31-32).
5Jesús tenía una gran amistad con Marta, con su hermana María y con Lázaro. 6Sin embargo, a pesar de haberse enterado de que Lázaro estaba enfermo, continuó en aquel lugar otro par de días. 7Pasado este tiempo, dijo a sus discípulos:
—Vamos otra vez a Judea.
8Los discípulos exclamaron:
—Maestro, hace bien poco que los judíos intentaron apedrearte; ¿cómo es posible que quieras volver allá?#8,59.
9Jesús respondió:
—¿No es cierto que es de día durante doce horas? Si uno camina mientras es de día, no tropezará porque la luz de este mundo ilumina su camino.#1,4-8; 8,12; 9,4-5; 12,35. 10En cambio, si uno anda de noche, tropezará ya que le falta la luz.
11Y añadió:
—Nuestro amigo Lázaro se ha dormido, pero yo voy a despertarlo.
12Los discípulos comentaron:
—Señor, si se ha dormido, quiere decir que se recuperará.
13Creían ellos que Jesús se refería al sueño natural, pero él hablaba de la muerte de Lázaro. 14Entonces Jesús se expresó claramente:
—Lázaro ha muerto. 15Y me alegro por vosotros de no haber estado allí, porque así tendréis un motivo más para creer. Vamos, pues, allá.
16Tomás, apodado «el Mellizo», dijo a los otros discípulos:
—¡Vamos también nosotros y muramos con él!#12,24-25; Mt 26,35; Mc 14,31; Lc 22,33 (ver Rm 6,8).
Jesús, vida y resurrección de los muertos
17A su llegada, Jesús se encontró con que Lázaro había sido sepultado hacía ya cuatro días. 18Como Betania está muy cerca de Jerusalén —unos dos kilómetros y medio—, 19muchos judíos habían ido a visitar a Marta y a María para darles el pésame por la muerte de su hermano. 20En cuanto Marta se enteró de que Jesús llegaba, le salió al encuentro. María, por su parte, se quedó en casa. 21Marta dijo a Jesús:
—Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. 22Pero aun así, yo sé que todo lo que pidas a Dios, él te lo concederá.
23Jesús le contestó:
—Tu hermano resucitará.
24Marta replicó:
—Sé muy bien que volverá a la vida al fin de los tiempos, cuando tenga lugar la resurrección de los muertos.#5,28-29; 6,39-40.44.54; Dn 12,2; Hch 24,15.
25Jesús entonces le dijo:
—Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; 26y ninguno de los que viven y tienen fe en mí morirá para siempre. ¿Crees esto?#8,51.
27Marta contestó:
—Sí, Señor; yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, que había de venir al mundo.#6,14.69; Mt 16,16 y par.
Lágrimas de Jesús ante la tumba
28Dicho esto, Marta fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído:
—El Maestro está aquí y pregunta por ti.
29María se levantó rápidamente y salió al encuentro de Jesús, 30que no había entrado todavía en el pueblo, sino que estaba aún en el lugar en que Marta se había encontrado con él.
31Los judíos que estaban en casa con María, consolándola, al ver que se levantaba y salía muy deprisa, la siguieron, pensando que iría a la tumba de su hermano para llorar allí. 32Cuando María llegó al lugar donde estaba Jesús y lo vio, se arrojó a sus pies y exclamó:
—Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.
33Jesús, al verla llorar a ella y a los judíos que la acompañaban, lanzó un suspiro y, profundamente emocionado, 34preguntó:
—¿Dónde lo habéis sepultado?
Ellos contestaron:
—Ven a verlo, Señor.
35Jesús se echó a llorar,#Lc 19,41. 36y los judíos allí presentes comentaban:
—Bien se ve que lo quería de verdad.
37Pero algunos dijeron:
—Y este, que dio vista al ciego, ¿no podría haber hecho algo para evitar la muerte de su amigo?#9,6.
Lázaro vuelve a la vida
38Jesús, de nuevo profundamente emocionado, se acercó a la tumba. Era una cueva cuya entrada estaba tapada con una piedra. 39Jesús les ordenó:
—Quitad la piedra.
Marta, la hermana del difunto, le advirtió:
—Señor, tiene que oler ya, pues lleva sepultado cuatro días.
40Jesús le contestó:
—¿No te he dicho que, si tienes fe, verás la gloria de Dios?
41Quitaron, pues, la piedra y Jesús, mirando al cielo, exclamó:
—Padre, te doy gracias porque me has escuchado. 42Yo sé que me escuchas siempre; si me expreso así, es por los que están aquí, para que crean que tú me has enviado.#6,29; 17,8.21.
43Dicho esto, exclamó con voz potente:
—¡Lázaro, sal afuera!
44Y salió el muerto con las manos y los pies ligados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo:
—Quitadle las vendas y dejadlo andar.#20,6-7.
Deciden matar a Jesús
45Al ver lo que había hecho Jesús, muchos de los judíos que habían ido a visitar a María creyeron en él.#7,31. 46Otros, sin embargo, fueron a contar a los fariseos lo que Jesús acababa de hacer. 47Entonces, los jefes de los sacerdotes y los fariseos convocaron una reunión urgente del Consejo Supremo donde acordaron:
—Es necesario tomar alguna medida ya que este hombre está haciendo muchas cosas sorprendentes. 48Si dejamos que continúe así, todo el mundo va a creer en él, con lo que las autoridades romanas tendrán que intervenir y destruirán nuestro Templo y nuestra nación.
49Uno de ellos llamado Caifás, que era el sumo sacerdote aquel año, se explicó así:
—Si fuerais perspicaces, 50os daríais cuenta de que es preferible que muera un solo hombre por el pueblo a que toda la nación sea destruida.#18,14.
51En realidad, Caifás no hizo esta propuesta por su propia cuenta, sino que, por ocupar el cargo de sumo sacerdote aquel año, anunció en nombre de Dios que Jesús iba a morir por la nación. 52Y no solamente por la nación judía, sino para conseguir la unión de todos los hijos de Dios que se hallaban dispersos.#10,16; 17,21-23.
53A partir de aquel momento, tomaron el acuerdo de dar muerte a Jesús.#5,18; 7,1; Mt 12,14; 27,1; Mc 3,6; 11,18; Lc 19,47. 54Por este motivo, Jesús dejó de andar públicamente entre los judíos. Abandonó la región de Judea y se encaminó a un pueblo llamado Efraín, cercano al desierto. Allí se quedó con sus discípulos durante algún tiempo.#2,12; 3,22; 7,1.
55Estaba próxima la fiesta judía de la Pascua. Ya antes de la fiesta era mucha la gente que subía a Jerusalén desde las distintas regiones del país para cumplir los ritos de la purificación.#Nm 9,9-14; 2 Cr 30,1-3; Hch 21,24.26; 24,18. 56Como buscaban a Jesús, se preguntaban unos a otros al encontrarse en el Templo:
—¿Qué os parece? ¿Vendrá o no vendrá a la fiesta?
57Los jefes de los sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes terminantes de que, si alguien sabía dónde se encontraba Jesús, les informara para apresarlo.
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JUAN 11: BLP
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La Palabra (BLP) versión española Copyright © Sociedad Bíblica de España, 2010 Utilizada con permiso
S. Juan 11
11
Muerte de Lázaro
1Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana.#Lc. 10.38-39. 2(María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos.#Jn. 12.3.) 3Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo. 4Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
5Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro. 6Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. 7Luego, después de esto, dijo a los discípulos: Vamos a Judea otra vez. 8Le dijeron los discípulos: Rabí, ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá? 9Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; 10pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él. 11Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle. 12Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará. 13Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. 14Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto; 15y me alegro por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él. 16Dijo entonces Tomás, llamado Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos con él.
Jesús, la resurrección y la vida
17Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. 18Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios; 19y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano. 20Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa. 21Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. 22Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. 23Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. 24Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. 25Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? 27Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.
Jesús llora ante la tumba de Lázaro
28Habiendo dicho esto, fue y llamó a María su hermana, diciéndole en secreto: El Maestro está aquí y te llama. 29Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y vino a él. 30Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le había encontrado. 31Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí. 32María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano. 33Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió, 34y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. 35Jesús lloró. 36Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba. 37Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía este, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera?
Resurrección de Lázaro
38Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. 39Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. 40Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? 41Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. 42Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. 43Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! 44Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.
El complot para matar a Jesús
(Mt. 26.1-5; Mr. 14.1-2; Lc. 22.1-2)
45Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él. 46Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho. 47Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas señales. 48Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación. 49Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada; 50ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. 51Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; 52y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos. 53Así que, desde aquel día acordaron matarle.
54Por tanto, Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos, sino que se alejó de allí a la región contigua al desierto, a una ciudad llamada Efraín; y se quedó allí con sus discípulos.
55Y estaba cerca la pascua de los judíos; y muchos subieron de aquella región a Jerusalén antes de la pascua, para purificarse. 56Y buscaban a Jesús, y estando ellos en el templo, se preguntaban unos a otros: ¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta? 57Y los principales sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno supiese dónde estaba, lo manifestase, para que le prendiesen.
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Texto bíblico Reina-Valera 1960® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Derechos renovados 1988, Sociedades Bíblicas Unidas.