1 Reyes 2
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Últimas órdenes de David#2.1-9 Estas últimas recomendaciones de David a su hijo Salomón pueden dividirse en dos partes: en la primera (vv. 2-4) lo exhorta a cumplir la ley del Señor; en la segunda (vv. 5-9) le da instrucciones acerca del modo cómo deberá comportarse con los amigos y enemigos de David.
1La muerte de David se acercaba por momentos, así que David ordenó a su hijo Salomón: 2«Voy a emprender el último viaje, como todo el mundo. Ten valor y pórtate como un hombre.#2.2 Ten valor y pórtate como un hombre: Dt 31.23; Jos 1.6,9,18. Esta expresión y las que aparecen en los vv. 3-4 son características del estilo deuteronomista (véase Introducción). 3Cumple las ordenanzas del Señor tu Dios, haciendo su voluntad y cumpliendo sus leyes, mandamientos, decretos y mandatos, según están escritos en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y dondequiera que vayas.#2.3 Jos 1.7. 4También para que el Señor confirme la promesa que me hizo,#2.4 Dt 7.8,12; 9.5. de que si mis hijos cuidaban su conducta y se conducían con verdad delante de él, con todo su corazón y toda su alma,#2.4 Con todo su corazón y toda su alma: Véase Dt 6.5 nota *. nunca faltaría en mi familia quien ocupara el trono de Israel.#2.4 Cf. 2 S 7.11-16.
5»Ahora bien, tú ya sabes lo que me hizo Joab, el hijo de Seruiá, es decir, lo que hizo con dos generales del ejército israelita: con Abner,#2.5 Cf. 2 S 3.27. el hijo de Ner, y con Amasá,#2.5 Cf. 2 S 20.10. el hijo de Jéter, a quienes mató en tiempo de paz para vengar la sangre derramada en guerra, haciéndome responsable de ese asesinato.#2.5 Haciéndome responsable de ese asesinato: según la versión griega (LXX), que dice lit. poniendo sangre de guerra en mi cinturón y en mis sandalias. De acuerdo con esta traducción, David afirma que también recaía sobre él la responsabilidad de los delitos cometidos por sus súbditos. Este matiz no aparece en el texto hebreo. 6Por lo tanto, actúa con inteligencia y no lo dejes tener una muerte tranquila. 7En cuanto a los hijos de Barzilai, el de Galaad,#2.7 Cf. 2 S 17.27-29. trátalos con bondad y hazlos participar de tu mesa, pues ellos me protegieron cuando yo huía de tu hermano Absalón. 8Por otra parte, fíjate que está contigo Simí, hijo de Guerá, el benjaminita de Bahurim. Él fue quien me lanzó una maldición terrible el día que yo iba hacia Mahanaim.#2.8 Cf. 2 S 16.5-13. Después, sin embargo, salió a recibirme al río Jordán, y yo tuve que jurarle por el Señor que no lo mataría.#2.8 2 S 19.17-24. 9No lo perdones. Eres inteligente, y sabrás qué hacer con él. Pero procura que su muerte sea violenta.»
Muerte de David
(1 Cr 29.26-30)
10David murió y fue enterrado con sus antepasados en la Ciudad de David.#2.10 La ciudad de David era la sección más antigua de Jerusalén, que había sido arrebatada a los jebuseos (2 S 5.6-9). 11Fue rey de Israel durante cuarenta años, de los cuales reinó siete en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén.#2.11 Cf. 2 S 5.4-5; 1 Cr 3.4. 12Luego reinó Salomón en lugar de David, su padre,#2.12 1 Cr 29.23. y su reinado fue muy estable.
Fin de Adonías y de sus partidarios
13Adonías, el hijo de Haguit, fue a ver a Betsabé, la madre de Salomón. Ella le preguntó:
—¿Vienes en son de paz?
—Sí —respondió él. 14Y añadió—: Tengo algo que decirte.
—Dime —contestó ella.
15—Tú sabes —dijo Adonías— que el reino me pertenecía,#2.15 El reino me pertenecía: Véase 1 R 1.5 nota *. y que todo Israel estaba esperando que yo fuera rey. Pero el derecho a reinar se le concedió a mi hermano, porque ya el Señor había dispuesto que fuera para él. 16Ahora sólo quiero pedirte un favor. No me lo niegues.
—Habla —respondió ella.
17Él dijo:
—Te ruego que le pidas al rey Salomón que me dé por esposa a Abisag la sunamita. Él no te lo negará.
18—De acuerdo, yo hablaré al rey por ti —respondió Betsabé.
19Así pues, Betsabé fue a hablar con el rey Salomón en favor de Adonías. El rey se levantó a recibir a su madre y se inclinó ante ella. Luego volvió a sentarse en su trono y ordenó que trajeran un sillón para su madre; entonces ella se sentó a su derecha, 20y le dijo:
—Quiero pedirte un pequeño favor. Te ruego que no me lo niegues.
—Pídeme lo que quieras, madre mía —contestó el rey—, que no te lo negaré.
21—Permite que Abisag la sunamita sea dada por esposa a tu hermano Adonías —dijo ella.
22—¿Por qué pides a Abisag la sunamita para Adonías? —respondió el rey a su madre—. ¡Sólo falta que me pidas que le entregue el reino, porque es mi hermano mayor y porque tiene a su favor al sacerdote Abiatar y a Joab, el hijo de Seruiá!
23Dicho esto, el rey Salomón juró por el Señor: «¡Que Dios me castigue con toda dureza, si esto que ha dicho Adonías no le cuesta la vida. 24Juro por el Señor, que me ha colocado y confirmado en el trono de David mi padre y que me ha establecido una dinastía, que Adonías morirá hoy mismo!»
25En seguida dio órdenes a Benaías, hijo de Joiadá, de matar a Adonías, y éste fue y lo mató.#2.16-25 Las mujeres del rey fallecido pasaban a ser propiedad del heredero real (cf. 2 S 16.21-22). Por eso, la petición de Adonías podía ser considerada como una forma de afirmar su derecho a ocupar el trono de David (cf. v. 22). La decisión de hacer morir a Adonías muestra que Salomón temía perder el trono. 26En cuanto al sacerdote Abiatar, el rey le ordenó: «¡Lárgate a Anatot,#2.26 Anatot: ciudad levítica situada al norte de Jerusalén. Cf. Jos 21.18; 1 Cr 6.45; Jer 1.1. a tus tierras! Mereces la muerte, pero no te mataré porque has transportado el arca del Señor delante de David, mi padre,#2.26 2 S 15.24. y has sufrido las mismas penalidades que él.»#2.26 1 S 22.20-23. 27De este modo Salomón quitó a Abiatar del sacerdocio del Señor, y así se cumplió lo que el Señor había dicho en Siló en cuanto a la familia de Elí.#2.27 1 S 2.27-36.
28Joab se había puesto de parte de Adonías, pero no de parte de Absalón; así que cuando le llegó esta noticia a Joab, huyó al santuario del Señor y se refugió en el altar.#2.28 Sobre esta práctica, véase 1 R 1.50 n. 29Pero informaron al rey Salomón de que Joab había huido al santuario del Señor, y de que se había refugiado en el altar. Entonces mandó Salomón a Benaías, hijo de Joiadá, que fuera a matarlo, 30y Benaías fue al santuario y le dijo a Joab:
—El rey ordena que salgas.
Pero Joab contestó:
—¡No! ¡Aquí moriré!
Benaías fue al rey con la respuesta, y le contó lo que Joab le había respondido. 31Entonces el rey contestó:
—Démosle gusto. Mátalo y entiérralo, y borra de la casa de mi padre, y de mí también, la culpa de los asesinatos cometidos por Joab. 32El Señor hará recaer sobre él la culpa de su propia muerte, porque, sin saberlo mi padre, Joab acuchilló a dos hombres más honrados y mejores que él: a Abner, hijo de Ner, jefe del ejército israelita, y a Amasá, hijo de Jéter, jefe del ejército de Judá. 33La culpa de su muerte recaerá sobre Joab y sobre su descendencia para siempre.#2.33 La culpa de su muerte… para siempre: lit. su sangre (la de Abner y la de Amasá) recaerá sobre la cabeza de Joab y sobre la cabeza de su descendencia para siempre. Cf. 2 S 3.29; Sal 7.17; Mt 27.25. Por el contrario, la paz del Señor estará siempre con David y su descendencia, y con su dinastía y su trono.#2.31-33 Estas explicaciones tratan de justificar la sentencia de muerte pronunciada contra Joab. Según la ley (Ex 21.14), el homicida voluntario no tenía derecho a buscar asilo en el lugar sagrado (cf. 1 R 2.28), y Joab, a sangre fría y cuando aparentemente estaba en paz con sus adversarios (cf. 1 R 2.5), había cometido un doble asesinato: el de Abner (2 S 3.26-30) y el de Amasá (2 S 20.9-10). Sin embargo, en 1 R 2.22 se da la verdadera razón que determinó esa sentencia: Joab había apoyado a Adonías (cf. 1 R 1.7).
34Entonces Benaías fue y mató a Joab. Y Joab fue enterrado en su casa, en el desierto. 35Luego el rey puso a Benaías al mando del ejército en lugar de Joab, y al sacerdote Sadoc en lugar de Abiatar. 36Después mandó llamar a Simí, y le ordenó:
—Constrúyete una casa en Jerusalén, para que vivas allí. Pero no salgas de allí a ninguna parte, 37porque el día que salgas y cruces el arroyo Cedrón, ten la seguridad de que morirás, y tú tendrás la culpa.
38Simí respondió al rey:
—Está bien. Haré lo que ha ordenado Su Majestad.
Simí vivió mucho tiempo en Jerusalén. 39Pero al cabo de tres años, dos esclavos suyos se escaparon y se fueron a vivir con Aquís, hijo de Maacá, que era rey de Gat. Cuando le avisaron a Simí que sus dos esclavos estaban en Gat, 40se levantó y aparejó su asno y se fue a Gat, donde estaba Aquís, en busca de sus esclavos. Cuando ya Simí regresaba de Gat con sus esclavos, 41supo Salomón que Simí había salido de Jerusalén a Gat, y que ya venía de regreso. 42Entonces mandó el rey llamar a Simí, y le dijo:
—¿No te hice jurar por el Señor, y te advertí, que el día que salieras a alguna parte, con toda seguridad morirías? ¿Acaso no me respondiste que estaba bien, y que me ibas a obedecer? 43¿Por qué no cumpliste tu juramento al Señor, ni obedeciste lo que te mandé? 44Tú sabes perfectamente el daño que hiciste a David, mi padre. Por eso el Señor ha hecho que el mal que hiciste se vuelva contra ti. 45Pero el rey Salomón será bendecido, y el trono de David quedará establecido para siempre delante del Señor.
46Después el rey dio órdenes a Benaías, hijo de Joiadá, y éste salió y mató a Simí. Así se afirmó el reino en manos de Salomón.
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Texto Bíblico: Dios habla hoy © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1994.
1 Reyes 2
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Últimas instrucciones de David a Salomón
1Cuando ya se acercaba el momento de morir, el rey David le dio el siguiente encargo a su hijo Salomón:
2«Yo voy camino al lugar donde todos partirán algún día. Ten valor y sé hombre. 3Cumple los requisitos del Señor tu Dios y sigue todos sus caminos. Obedece los decretos, los mandatos, las ordenanzas y las leyes que están escritos en la ley de Moisés, para que tengas éxito en todo lo que hagas y dondequiera que vayas. 4Si lo haces, el Señor cumplirá la promesa que me hizo cuando me dijo: “Si tus descendientes viven como debe ser y me siguen fielmente, con todo el corazón y con toda el alma, siempre habrá uno de ellos en el trono de Israel”.
5»Además, tú ya sabes lo que me hizo Joab, hijo de Sarvia, cuando mató a mis dos comandantes del ejército: a Abner, hijo de Ner, y a Amasa, hijo de Jeter. Él fingió que fue un acto de guerra, pero estábamos en tiempo de paz,#2:5a O Él los mató en tiempo de paz en venganza por las muertes que ellos habían provocado en tiempo de guerra. con lo cual manchó con sangre inocente#2:5b Así aparece en algunos manuscritos griegos y antiguos manuscritos latinos; en hebreo dice con sangre de guerra. su cinto y sus sandalias. 6Haz con él lo que mejor te parezca, pero no permitas que envejezca y vaya a la tumba en paz.#2:6 En hebreo no permitas que su cabeza blanca baje al Seol en paz.
7»Sé bondadoso con los hijos de Barzilai, de Galaad. Haz que sean invitados permanentes en tu mesa, porque ellos me cuidaron cuando yo huía de tu hermano Absalón.
8»Acuérdate de Simei, hijo de Gera, el hombre de Bahurim de la tribu de Benjamín. Él me maldijo con una maldición terrible cuando yo escapaba hacia Mahanaim. Cuando vino a verme al río Jordán, yo le juré por el Señor que no lo mataría; 9pero ese juramento no lo hace inocente. Tú eres un hombre sabio y sabrás cómo darle una muerte sangrienta#2:9 En hebreo cómo bajar su cabeza blanca al Seol con sangre.».
10Luego David murió y fue enterrado con sus antepasados en la Ciudad de David. 11David reinó en Israel durante cuarenta años, siete de ellos en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén. 12Salomón lo sucedió y se sentó en el trono de David, su padre, y su reino se estableció firmemente.
Salomón establece su gobierno
13Cierto día Adonías, cuya madre era Haguit, fue a ver a Betsabé, la madre de Salomón.
—¿Vienes en son de paz? —le preguntó Betsabé.
—Sí —contestó él—, vengo en paz. 14Quiero pedirte un favor.
—¿De qué se trata? —le preguntó ella.
15Él contestó:
—Como sabes, el reino me correspondía a mí; todo Israel quería que yo fuera el siguiente rey. Pero todo cambió, y el reino pasó a mi hermano porque el Señor así lo quiso. 16Ahora solo tengo un favor que pedirte, no me lo niegues.
—¿De qué se trata? —preguntó ella.
17Él contestó:
—Habla con el rey Salomón de mi parte, porque yo sé que él hará cualquier cosa que tú le pidas. Dile que me permita casarme con Abisag, la muchacha de Sunem.
18—Está bien —respondió Betsabé—. Le hablaré al rey por ti.
19Entonces Betsabé fue a ver al rey para hablarle en nombre de Adonías. El rey se levantó de su trono para recibirla y se inclinó ante ella. Cuando volvió a sentarse en su trono, ordenó que trajeran un trono para su madre, y ella se sentó a la derecha del rey.
20—Tengo un pequeño favor que pedirte —le dijo ella—. Espero que no me lo niegues.
—¿De qué se trata, madre mía? —preguntó el rey—. Tú sabes que no te lo negaré.
21—Entonces permite que tu hermano Adonías se case con Abisag, la muchacha de Sunem —contestó ella.
22—¿Cómo es posible que tú me pidas que entregue a Abisag en matrimonio a Adonías? —preguntó el rey Salomón—. ¡Sería lo mismo que pedirme que le dé el reino! Tú sabes que él es mi hermano mayor y que tiene de su lado al sacerdote Abiatar y a Joab, hijo de Sarvia.
23Entonces el rey Salomón hizo un juramento delante del Señor diciendo:
—Que Dios me hiera e incluso me mate si Adonías no ha sellado su destino con esta petición. 24El Señor me ha confirmado y me ha puesto en el trono de David, mi padre; él ha establecido mi dinastía, tal como lo prometió. Por lo tanto, ¡tan cierto como que el Señor vive, Adonías morirá hoy mismo!
25Entonces el rey Salomón le ordenó a Benaía, hijo de Joiada, que lo ejecutara; y Adonías murió.
26Luego el rey dijo al sacerdote Abiatar: «Regresa a tu casa, en Anatot. Mereces morir, pero no voy a matarte ahora porque tú cargaste el arca del Señor Soberano para David, mi padre, y estuviste con él en todas sus dificultades». 27De ese modo Salomón expulsó a Abiatar del cargo de sacerdote del Señor, y así se cumplió la profecía que el Señor había dado en Silo acerca de los descendientes de Elí.
28Joab no se había unido anteriormente a la rebelión de Absalón, pero sí se había sumado a la rebelión de Adonías. Así que, al enterarse de la muerte de Adonías, corrió a la carpa sagrada del Señor y se agarró de los cuernos del altar. 29Cuando se lo informaron al rey, Salomón mandó a Benaía, hijo de Joiada, a ejecutarlo.
30Benaía fue a la carpa sagrada del Señor y le dijo a Joab:
—¡El rey te ordena que salgas!
Pero Joab respondió:
—No, aquí moriré.
Entonces Benaía regresó a ver al rey y le informó lo que Joab había dicho.
31«Haz lo que él pide —respondió el rey—. Mátalo allí, junto al altar, y entiérralo. Así se borrará de la familia de mi padre la culpa de los asesinatos sin sentido que cometió Joab. 32El Señor le cobrará#2:32 En hebreo le hará volver su sangre sobre su cabeza por. las muertes de dos hombres que eran más justos y mejores que él, ya que mi padre no sabía nada de las muertes de Abner, hijo de Ner, comandante del ejército de Israel, y de Amasa, hijo de Jeter, comandante del ejército de Judá. 33Que Joab y sus descendientes sean por siempre culpables de la sangre de ellos, y que el Señor conceda paz a David, a sus descendientes, a su dinastía y a su trono para siempre».
34Entonces Benaía, hijo de Joiada, volvió a la carpa sagrada y mató a Joab, y fue enterrado junto a su casa en el desierto. 35Después, el rey nombró comandante del ejército a Benaía en lugar de Joab, y puso al sacerdote Sadoc en lugar de Abiatar.
36Luego el rey mandó llamar a Simei y le dijo:
—Construye una casa aquí en Jerusalén y vive en ella, pero no salgas de la ciudad por ningún motivo. 37Pues el día que salgas y pases el valle de Cedrón, ciertamente morirás, y tu sangre volverá sobre tu propia cabeza.
38Simei respondió:
—Tu sentencia es justa; haré todo lo que mi señor el rey mande.
Por lo tanto, Simei vivió en Jerusalén un largo tiempo.
39Sin embargo, tres años después, dos esclavos de Simei se fugaron a Gat, donde reinaba Aquis, hijo de Maaca. Cuando Simei supo dónde estaban, 40ensilló su burro y fue a Gat a buscarlos. Una vez que los encontró, los llevó de regreso a Jerusalén.
41Salomón se enteró de que Simei había salido de Jerusalén, que había ido a Gat y regresado. 42Así que el rey lo mandó llamar y le preguntó: «¿No te hice jurar por el Señor y te advertí que no salieras a ninguna parte, o de lo contrario, morirías? Y tú respondiste: “La sentencia es justa; haré lo que mandes”. 43Entonces, ¿por qué no cumpliste tu juramento al Señor ni obedeciste mi orden?».
44El rey también le dijo: «Seguramente recordarás todas las maldades que le hiciste a mi padre David. Que ahora el Señor traiga todo ese mal sobre tu cabeza; 45pero que yo, el rey Salomón, reciba las bendiciones del Señor, y que siempre haya un descendiente de David sentado en este trono, en presencia del Señor». 46Entonces, por orden del rey, Benaía, hijo de Joiada, llevó a Simei afuera y lo mató.
De ese modo, el reino quedó afianzado en manos de Salomón.
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