Marcos 5
5
Jesús sana a un hombre endemoniado
1Entonces llegaron al otro lado del lago, a la región de los gerasenos.#5:1 Otros manuscritos dicen gadarenos; incluso otros dicen gergesenos. Ver Mt 8:28; Lc 8:26. 2Cuando Jesús bajó de la barca, un hombre poseído por un espíritu maligno#5:2 En griego impuro; también en 5:8, 13. salió de entre las tumbas a su encuentro. 3Este hombre vivía en las cuevas de entierro y ya nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas. 4Siempre que lo ataban con cadenas y grilletes —lo cual le hacían a menudo—, él rompía las cadenas de sus muñecas y destrozaba los grilletes. No había nadie con suficiente fuerza para someterlo. 5Día y noche vagaba entre las cuevas donde enterraban a los muertos y por las colinas, aullando y cortándose con piedras afiladas.
6Cuando Jesús todavía estaba a cierta distancia, el hombre lo vio, corrió a su encuentro y se inclinó delante de él. 7Dando un alarido, gritó: «¿Por qué te entrometes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡En el nombre de Dios, te suplico que no me tortures!». 8Pues Jesús ya le había dicho al espíritu: «Sal de este hombre, espíritu maligno».
9Entonces Jesús le preguntó:
—¿Cómo te llamas?
Y él contestó:
—Me llamo Legión, porque somos muchos los que estamos dentro de este hombre.
10Entonces los espíritus malignos le suplicaron una y otra vez que no los enviara a un lugar lejano.
11Sucedió que había una gran manada de cerdos alimentándose en una ladera cercana. 12«Envíanos a esos cerdos —suplicaron los espíritus—. Déjanos entrar en ellos».
13Entonces Jesús les dio permiso. Los espíritus malignos salieron del hombre y entraron en los cerdos, y toda la manada de unos dos mil cerdos se lanzó al lago por el precipicio y se ahogó en el agua.
14Los hombres que cuidaban los cerdos huyeron a la ciudad cercana y sus alrededores, difundiendo la noticia mientras corrían. La gente salió corriendo para ver lo que había pasado. 15Pronto una multitud se juntó alrededor de Jesús, y todos vieron al hombre que había estado poseído por la legión de demonios. Se encontraba sentado allí, completamente vestido y en su sano juicio, y todos tuvieron miedo. 16Entonces los que habían visto lo sucedido, les contaron a los otros lo que había ocurrido con el hombre poseído por los demonios y con los cerdos; 17y la multitud comenzó a rogarle a Jesús que se fuera y los dejara en paz.
18Mientras Jesús entraba en la barca, el hombre que había estado poseído por los demonios le suplicaba que le permitiera acompañarlo. 19Pero Jesús le dijo: «No. Ve a tu casa y a tu familia y diles todo lo que el Señor ha hecho por ti y lo misericordioso que ha sido contigo». 20Así que el hombre salió a visitar las Diez Ciudades#5:20 En griego Decápolis. de esa región y comenzó a proclamar las grandes cosas que Jesús había hecho por él; y todos quedaban asombrados de lo que les decía.
Jesús sana en respuesta a la fe
21Jesús entró de nuevo en la barca y regresó al otro lado del lago, donde una gran multitud se juntó alrededor de él en la orilla. 22Entonces llegó uno de los líderes de la sinagoga local, llamado Jairo. Cuando vio a Jesús, cayó a sus pies 23y le rogó con fervor: «Mi hijita se está muriendo —dijo—. Por favor, ven y pon tus manos sobre ella para que se sane y viva».
24Jesús fue con él, y toda la gente lo siguió, apretujada a su alrededor. 25Una mujer de la multitud hacía doce años que sufría una hemorragia continua. 26Había sufrido mucho con varios médicos y, a lo largo de los años, había gastado todo lo que tenía para poder pagarles, pero nunca mejoró. De hecho, se puso peor. 27Ella había oído de Jesús, así que se le acercó por detrás entre la multitud y tocó su túnica. 28Pues pensó: «Si tan solo tocara su túnica, quedaré sana». 29Al instante, la hemorragia se detuvo, y ella pudo sentir en su cuerpo que había sido sanada de su terrible condición.
30Jesús se dio cuenta de inmediato de que había salido poder sanador de él, así que se dio vuelta y preguntó a la multitud: «¿Quién tocó mi túnica?».
31Sus discípulos le dijeron: «Mira a la multitud que te apretuja por todos lados. ¿Cómo puedes preguntar: “¿Quién me tocó?”?».
32Sin embargo, él siguió mirando a su alrededor para ver quién lo había hecho. 33Entonces la mujer, asustada y temblando al darse cuenta de lo que le había pasado, se le acercó y se arrodilló delante de él y le confesó lo que había hecho. 34Y él le dijo: «Hija, tu fe te ha sanado. Ve en paz. Se acabó tu sufrimiento».
35Mientras él todavía hablaba con ella, llegaron mensajeros de la casa de Jairo, el líder de la sinagoga, y le dijeron: «Tu hija está muerta. Ya no tiene sentido molestar al Maestro».
36Jesús oyó#5:36 O ignoró. lo que decían y le dijo a Jairo: «No tengas miedo. Solo ten fe».
37Jesús detuvo a la multitud y no dejó que nadie fuera con él excepto Pedro, Santiago y Juan (el hermano de Santiago). 38Cuando llegaron a la casa del líder de la sinagoga, Jesús vio el alboroto y que había muchos llantos y lamentos. 39Entró y preguntó: «¿Por qué tanto alboroto y llanto? La niña no está muerta; solo duerme».
40La gente se rio de él; pero él hizo que todos salieran y llevó al padre y a la madre de la muchacha y a sus tres discípulos a la habitación donde estaba la niña. 41La tomó de la mano y le dijo: «Talita cum», que significa «¡Niña, levántate!». 42Entonces la niña, que tenía doce años, ¡enseguida se puso de pie y caminó! Los presentes quedaron conmovidos y totalmente asombrados. 43Jesús dio órdenes estrictas de que no le dijeran a nadie lo que había sucedido y entonces les dijo que le dieran de comer a la niña.
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Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, copyright © 2010 by Tyndale House Foundation. Used by permission of Tyndale House Publishers, a Division of Tyndale House Ministries, Carol Stream, Illinois 60188. All rights reserved.
Marcos 5
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Jesús sana a un hombre endemoniado
1Entonces llegaron al otro lado del lago, a la región de los gerasenos.#5:1 Otros manuscritos dicen gadarenos; incluso otros dicen gergesenos. Ver Mt 8:28; Lc 8:26. 2Cuando Jesús bajó de la barca, un hombre poseído por un espíritu maligno#5:2 En griego impuro; también en 5:8, 13. salió de entre las tumbas a su encuentro. 3Este hombre vivía en las cuevas de entierro y ya nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas. 4Siempre que lo ataban con cadenas y grilletes —lo cual le hacían a menudo—, él rompía las cadenas de sus muñecas y destrozaba los grilletes. No había nadie con suficiente fuerza para someterlo. 5Día y noche vagaba entre las cuevas donde enterraban a los muertos y por las colinas, aullando y cortándose con piedras afiladas.
6Cuando Jesús todavía estaba a cierta distancia, el hombre lo vio, corrió a su encuentro y se inclinó delante de él. 7Dando un alarido, gritó: «¿Por qué te entrometes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡En el nombre de Dios, te suplico que no me tortures!». 8Pues Jesús ya le había dicho al espíritu: «Sal de este hombre, espíritu maligno».
9Entonces Jesús le preguntó:
—¿Cómo te llamas?
Y él contestó:
—Me llamo Legión, porque somos muchos los que estamos dentro de este hombre.
10Entonces los espíritus malignos le suplicaron una y otra vez que no los enviara a un lugar lejano.
11Sucedió que había una gran manada de cerdos alimentándose en una ladera cercana. 12«Envíanos a esos cerdos —suplicaron los espíritus—. Déjanos entrar en ellos».
13Entonces Jesús les dio permiso. Los espíritus malignos salieron del hombre y entraron en los cerdos, y toda la manada de unos dos mil cerdos se lanzó al lago por el precipicio y se ahogó en el agua.
14Los hombres que cuidaban los cerdos huyeron a la ciudad cercana y sus alrededores, difundiendo la noticia mientras corrían. La gente salió corriendo para ver lo que había pasado. 15Pronto una multitud se juntó alrededor de Jesús, y todos vieron al hombre que había estado poseído por la legión de demonios. Se encontraba sentado allí, completamente vestido y en su sano juicio, y todos tuvieron miedo. 16Entonces los que habían visto lo sucedido, les contaron a los otros lo que había ocurrido con el hombre poseído por los demonios y con los cerdos; 17y la multitud comenzó a rogarle a Jesús que se fuera y los dejara en paz.
18Mientras Jesús entraba en la barca, el hombre que había estado poseído por los demonios le suplicaba que le permitiera acompañarlo. 19Pero Jesús le dijo: «No. Ve a tu casa y a tu familia y diles todo lo que el Señor ha hecho por ti y lo misericordioso que ha sido contigo». 20Así que el hombre salió a visitar las Diez Ciudades#5:20 En griego Decápolis. de esa región y comenzó a proclamar las grandes cosas que Jesús había hecho por él; y todos quedaban asombrados de lo que les decía.
Jesús sana en respuesta a la fe
21Jesús entró de nuevo en la barca y regresó al otro lado del lago, donde una gran multitud se juntó alrededor de él en la orilla. 22Entonces llegó uno de los líderes de la sinagoga local, llamado Jairo. Cuando vio a Jesús, cayó a sus pies 23y le rogó con fervor: «Mi hijita se está muriendo —dijo—. Por favor, ven y pon tus manos sobre ella para que se sane y viva».
24Jesús fue con él, y toda la gente lo siguió, apretujada a su alrededor. 25Una mujer de la multitud hacía doce años que sufría una hemorragia continua. 26Había sufrido mucho con varios médicos y, a lo largo de los años, había gastado todo lo que tenía para poder pagarles, pero nunca mejoró. De hecho, se puso peor. 27Ella había oído de Jesús, así que se le acercó por detrás entre la multitud y tocó su túnica. 28Pues pensó: «Si tan solo tocara su túnica, quedaré sana». 29Al instante, la hemorragia se detuvo, y ella pudo sentir en su cuerpo que había sido sanada de su terrible condición.
30Jesús se dio cuenta de inmediato de que había salido poder sanador de él, así que se dio vuelta y preguntó a la multitud: «¿Quién tocó mi túnica?».
31Sus discípulos le dijeron: «Mira a la multitud que te apretuja por todos lados. ¿Cómo puedes preguntar: “¿Quién me tocó?”?».
32Sin embargo, él siguió mirando a su alrededor para ver quién lo había hecho. 33Entonces la mujer, asustada y temblando al darse cuenta de lo que le había pasado, se le acercó y se arrodilló delante de él y le confesó lo que había hecho. 34Y él le dijo: «Hija, tu fe te ha sanado. Ve en paz. Se acabó tu sufrimiento».
35Mientras él todavía hablaba con ella, llegaron mensajeros de la casa de Jairo, el líder de la sinagoga, y le dijeron: «Tu hija está muerta. Ya no tiene sentido molestar al Maestro».
36Jesús oyó#5:36 O ignoró. lo que decían y le dijo a Jairo: «No tengas miedo. Solo ten fe».
37Jesús detuvo a la multitud y no dejó que nadie fuera con él excepto Pedro, Santiago y Juan (el hermano de Santiago). 38Cuando llegaron a la casa del líder de la sinagoga, Jesús vio el alboroto y que había muchos llantos y lamentos. 39Entró y preguntó: «¿Por qué tanto alboroto y llanto? La niña no está muerta; solo duerme».
40La gente se rio de él; pero él hizo que todos salieran y llevó al padre y a la madre de la muchacha y a sus tres discípulos a la habitación donde estaba la niña. 41La tomó de la mano y le dijo: «Talita cum», que significa «¡Niña, levántate!». 42Entonces la niña, que tenía doce años, ¡enseguida se puso de pie y caminó! Los presentes quedaron conmovidos y totalmente asombrados. 43Jesús dio órdenes estrictas de que no le dijeran a nadie lo que había sucedido y entonces les dijo que le dieran de comer a la niña.
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