Cuando hablo, grito;
anuncio el dolor y la violencia.
El mensaje del SEÑOR es causa de mi desgracia.
Se ha convertido en algo de lo que la gente se burla todo el día.
Yo dije: «Ya no anunciaré más de él;
no volveré a hablar en su nombre»,
pero su mensaje dentro de mí
se convierte en un fuego ardiente
que me cala hasta los huesos.
Hago todo lo que puedo por contenerlo,
pero me es imposible.