Lánzate A Lo Imposible

Hemos llevado el corazón por un fuerte entrenamiento aprendiendo a respirar, a enfocar nuestra mirada no en el dolor del proceso, sino en la meta, con cada día que practicamos vamos fortaleciendo su resistencia, vamos midiendo el progreso para llegar a este punto. Hoy es el gran día. La hora de la verdad. No hay mañana. Todo lo que hemos aprendido en los procesos está a punto de dar fruto, con las herramientas, el equipamiento que van de la mano con la fortaleza del corazón que has entrenado, ya que no puede existir entrenamiento sin ponerlo en acción. Delante de ti hay un futuro, tu visión está puesta en la meta final, has sido diligente con tu compromiso. Es tiempo de ser lanzados hacia lo imposible.

El dueño del viñedo construye una torre, que esencialmente sirve para tener una visión más amplia. Llevar el corazón al gimnasio es un proceso que toma tiempo, requiere compromiso para ver más allá del muro sin perder de vista las pequeñas acciones o repeticiones diarias que toma ver progreso. Cuando tú te ajustas a una rutina, la cual no tiene variaciones, no cambia, no progresa, eventualmente el cuerpo se va ajustando, buscando esa comodidad, y si tú le permites que la encuentre, empezarás a notar que los cambios van disminuyendo. Es un balance donde la repetición, que es la acción que produce un hábito, siempre debe ir ajustándose al cambio para seguir creciendo. A mayor resistencia mayor crecimiento.

En Mateo 8:23-27 vemos como Jesús y los discípulos suben a una barca para dirigirse al otro lado del mar, en el camino Jesús decide tomar una siesta al mismo tiempo que una tormenta los golpea, esto no parece afectar el sueño de Jesús, pero si el estado de ánimo de los discípulos, al punto que ellos pierden de vista a Jesús para poner su mirada en la tormenta, y simplemente reaccionan a sus emociones en lugar de establecer sus convicciones. Como buenos pescadores, tenían dominio de la barca, pero Jesús los estaba entrenando para dominar el océano.

Espero que en este tiempo que hemos caminado juntos, hayas podido empezar a entrenar tu corazón, fortalecerlo y alinearlo hacia el futuro. Recuerda de invertir en lo invisible, proteger lo minúsculo, traducir lo incompleto para lanzarte a lo imposible. Dios te ha hecho imparable.