Navidad: el corazón de Dios envuelto en un fajadoMinta

 Celebrar al Padre y al Hijo... en el Espíritu  

  Navidad es una fiesta como ninguna otra. Ningún otro credo, religión o escuela de filosofía tiene una celebración como la Navidad. Lo que venera no es una doctrina o una observancia obligatoria... tampoco hace memoria de rituales por tradición independientemente de cuán grandiosos sean, o ni siquiera de obras de la humanidad por heroicas o impresionantes que sean. La gente quiere, e incluso anhela, ser parte de una reunión con todo propósito.

Por lo tanto, ¿qué es entonces esta celebración de alma a alma? No es nada menos que un arrebato espontáneo de gran alegría que proviene de una revelación del maravilloso y glorioso Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. ¡Qué gran Dios debe ser para ser el “Dios y Padre de Jesús”! ¡Y qué gran Hijo es Él! ¡Qué Salvador! El Señor Jesucristo es todo lo que leemos del Señor nuestro Dios, de modo que cuando celebramos la venida del niño Cristo, estamos celebrando el amor, la compasión y la fidelidad del Padre. Porque como testifica Colosenses 1:15, Jesús era “... la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación”.

Eso es el “evangelio” (buenas noticias), ¡y es algo en lo que alegrarse y celebrar! “¡Alégrense, ustedes los justos; regocíjense en el Señor! ¡canten todos ustedes, los rectos de corazón!” (Salmos 32:11). ¡Tengan una Navidad maravillosa! Bien puede ser así; Dios quiere que la tengan.