Conocer a Dios: Desde El Edén Hasta La EternidadMuestra

Día 4: El Dios que Habita

Título del devocional: De un Jardín a un Corazón: Tu Nueva Residencia

El Dios que caminó en el jardín ya no busca árboles donde esconder Su presencia.
Busca corazones donde descansar.
La historia bíblica no termina con un templo ni con un sistema religioso perfecto; termina con una promesa radical: Dios viviendo dentro del ser humano.

El Espíritu Santo no vino para darnos experiencias emocionales pasajeras, sino para mudarse.
Lo que comenzó en el Edén como una visita, ahora es una residencia permanente.
El cielo no se construye en el aire, sino dentro del alma que se atreve a creer que Dios cabe en su interior.

Pablo lo entendió y lo escribió sin rodeos:

“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” (1 Corintios 3:16).

Durante siglos, los hombres levantaron templos de piedra para intentar acercarse a Dios.
Hoy, Él derriba esas paredes y dice: “Ya no necesito tus edificios; quiero tu corazón.”
Su santuario ahora tiene pulso.
Sus altares respiran.

Pero no te equivoques: cuando Dios habita, todo cambia.
Su presencia no se acomoda al desorden; lo transforma.
Su amor no se instala para observar, sino para reconstruir desde dentro.
Él no busca perfección, busca espacio.

Pablo oró por nosotros diciendo:

“que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él,” (Efesios 1:17).

Ese conocimiento no es información; es fusión.
Conocerlo es permitir que Su naturaleza te moldee, que Su voz te enseñe a pensar distinto, a amar distinto, a vivir distinto.
Ya no lo sigues desde afuera, lo experimentas desde dentro.

Y la historia no termina en el corazón humano. Termina en el universo restaurado:

“He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos” (Apocalipsis 21:3)

Esa siempre fue la meta: no religión, sino habitación.
Dios no quiere que lo visites los domingos. Quiere que le entregues las llaves de toda tu vida.
No vino a tocar la puerta del templo.
Vino a tocar la puerta de tu pecho.

Preguntas para reflexión y aplicación:

1. Si eres un templo vivo, ¿qué habitaciones internas necesitan ordenarse para reflejar la presencia de Dios en ti?
2. ¿Cómo cambia tu forma de vivir cuando entiendes que ya no buscas a Dios fuera, sino que Él habita dentro de ti?