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DÍA 4 – TU VOZ IMPORTA

Devocional:

A veces pensamos que nuestra voz no hace diferencia. Que hay personas más preparadas, más influyentes o más dignas para hablar en nombre de Dios. Pero en la Biblia, los que marcaron historia no fueron los más populares, sino los más disponibles. Dios no busca voces perfectas; busca corazones dispuestos.

Jeremías era joven cuando Dios lo llamó. Su respuesta fue inmediata: “¡Ah, Señor Dios! No sé hablar, porque soy un muchacho” (Jeremías 1:6). Tal vez tú también has sentido eso: “No soy suficiente”, “No tengo la experiencia”, “¿Quién me va a escuchar?”. Pero la respuesta de Dios sigue siendo la misma: “No digas: soy un muchacho; porque a todo lo que te envíe irás, y dirás todo lo que te mande" (Jeremías 1:7).

Lo que Jeremías no entendía era que su voz no dependía de su edad ni de su habilidad, sino de la autoridad de Aquel que lo enviaba. Dios no solo le dio un mensaje, le dio una identidad: profeta a las naciones. La voz de Jeremías fue la extensión del corazón de Dios en medio de una generación confundida. Y lo mismo quiere hacer contigo.

Vivimos en un tiempo donde abundan las voces, pero escasea la verdad. Todos quieren opinar, pero pocos quieren escuchar la voz del cielo. Tu voz importa porque puede ser el eco de esa verdad en medio del ruido. Cuando hablas con amor, con justicia y con fe, estás levantando una señal del Reino en una tierra que se ha acostumbrado al silencio espiritual.

Quizás has callado porque alguien menospreció tu opinión, tu testimonio o tu pasado. Pero Dios no te llamó para esconderte. Jesús dijo: “Ustedes son la luz del mundo… No se enciende una lámpara para ponerla debajo de un cajón, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.” (Mateo 5:14–15). En otras palabras, si Dios encendió algo dentro de ti, no permitas que nadie lo apague.

Cada palabra que sale de tu boca puede levantar o derribar, sanar o herir, construir o destruir. Por eso Proverbios 18:21 enseña que “la vida y la muerte están en poder de la lengua". Usar tu voz sabiamente es un acto de mayordomía espiritual. Cuando hablas conforme a la Palabra, liberas vida, esperanza y fe.

Dios te escogió para representar Su verdad en los lugares donde otros callan. Tal vez no predicas en un púlpito, pero tu voz predica en tu escuela, en tu trabajo, en tus redes sociales y en tus conversaciones diarias. No minimices la influencia que tienes. Lo que dices y cómo lo dices puede ser la semilla que despierte el corazón dormido de alguien más.

Así que hoy, deja de dudar de tu voz. No te compares con la de otros, porque Dios le dio a cada uno un tono único, un mensaje distinto y una audiencia específica. Tal vez tu testimonio no llegue a millones, pero tocará al corazón que Él quiere alcanzar. Y eso ya es suficiente.

Oración:

Señor, gracias porque me recuerdas que mi voz tiene propósito. Perdóname por las veces que dudé de mí o callé por miedo. Lléname de Tu Espíritu para hablar con sabiduría, amor y valentía. Que mis palabras reflejen Tu corazón y traigan vida donde haya confusión. Enséñame a usar mi voz para construir, sanar y anunciar Tu verdad con humildad. Amén.