Identidad Sin FiltrosMuestra

DÍA 2 – MÁS ALLÁ DEL REFLEJO

Devocional:

Todos tenemos un espejo. Algunos lo usan para arreglar su imagen; otros, para señalar defectos que nadie nota. Pero hay espejos más profundos que los de cristal: los que reflejan cómo nos vemos a nosotros mismos. Lo triste es que, con el tiempo, muchos han aprendido a mirarse con los ojos de la comparación, la crítica o el rechazo. Sin darnos cuenta, terminamos creyendo que nuestro reflejo vale menos de lo que Dios ve.

El salmista escribió: “Tú formaste mis entrañas; me tejiste en el vientre de mi madre" (Salmo 139:13). Qué poderosa imagen: Dios no te ensambló a prisa; te tejió. Cada hilo de tu ser fue cuidadosamente entrelazado con propósito. Aun las partes que no te gustan fueron moldeadas por un Dios que no comete errores. El enemigo, en cambio, intenta convencerte de lo contrario. Quiere que veas tu vida como un borrador imperfecto. Pero Dios no trabaja con bocetos: Él diseña obras maestras.

En Efesios 1:4–6, Pablo dice que fuimos escogidos antes de la fundación del mundo, para ser santos y sin mancha delante de Él. Es decir, tu valor no depende de tus resultados, sino de tu origen. Fuiste amado antes de tener forma. Fuiste llamado antes de tener nombre. Fuiste aceptado antes de cometer errores.

Sin embargo, vivimos rodeados de mensajes que distorsionan ese reflejo:

• “Si tu cuerpo no encaja con los estándares, no eres suficiente".
• “Si no cumples metas antes de cierta edad, estás tarde".
• “Si no te aplauden, no vales".

Pero la verdad del Evangelio derriba cada una de esas mentiras. Dios te mira con los ojos de quien ve el oro dentro del barro. Donde tú ves una cicatriz, Él ve una historia de redención. Donde tú ves ruina, Él ve un altar. Donde tú ves debilidad, Él ve propósito.

Cuando el profeta Samuel fue a ungir al nuevo rey, pensó que el elegido debía tener apariencia de rey. Pero Dios le dijo: “El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Yo miro el corazón" (1 Samuel 16:7). Esa es la diferencia entre la mirada del mundo y la mirada de Dios. El mundo observa tu exterior; Dios observa lo eterno.

Mírate con los ojos del Creador. No eres un error, ni una copia, ni un intento fallido. Eres el resultado de una intención divina. Cada parte de ti fue pensada con amor, incluso aquellas que tú cambiarías. Cuando aprendes a verte como Dios te ve, empiezas a caminar en libertad. Ya no vives tratando de demostrar; vives agradeciendo. Ya no buscas aprobación; compartes propósito.

Dios te llama a mirarte “más allá del reflejo”, no con los ojos de la comparación, sino con los ojos del amor eterno. Hoy Él te invita a cambiar el espejo del mundo por el espejo de Su Palabra. Porque cuando te ves desde el cielo, dejas de enfocarte en lo que falta y comienzas a celebrar lo que ya fuiste llamado a ser.

Oración:

Padre, gracias por formarme con intención y amor. Perdóname por las veces que dudé de mi valor o me comparé con otros. Ayúdame a verme con Tus ojos y a abrazar la identidad que me diste. Enséñame a cuidar mi mente y mi corazón de las mentiras del enemigo. Hoy elijo aceptar mi reflejo como una obra en proceso, guiada por Tus manos. Amén.