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¿Cómo Se ve La Bendición?

DÍA 4 DE 5

El Señor nos enseña que lo que fue malo ayer, sigue siendo malo hoy; lo que fue corrupto ayer, sigue siendo corrupto hoy; y lo que fue perverso ayer, aún sigue siendo perverso hoy. Su verdad no cambia con el tiempo, porque “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos” (Hebreos 13:8). Por eso, si queremos ser una bendición para nuestra generación, debemos hablar lo que Dios nos manda hablar y vivir conforme a Su palabra.

Dios le dijo a Abraham:

“Vete de tu tierra, de entre tus parientes y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré” (Génesis 12:1).

Esa expresión —“te mostraré”— nos revela una verdad poderosa: solo Dios puede mostrarnos el verdadero camino, el verdadero propósito y el verdadero significado de la vida. En contraste, los hombres de Mesopotamia “encontraron una llanura en la región de Sinar y se establecieron allí” (Génesis 11:2). Ellos decidieron su propio destino, definieron por sí mismos lo que era una bendición y determinaron cómo debía verse el éxito.

Pero el Señor le dijo a Abraham: “Yo te mostraré”. Es decir, Dios mismo definiría su destino. Le mostraría cómo debía verse la verdadera felicidad, el verdadero éxito y la verdadera victoria. Mientras el mundo intenta dictarnos cómo vivir, cómo lucir o qué poseer para ser felices —ya sea a través de las modas, las redes sociales o la cultura del consumo—, Dios nos recuerda que solo en Él se encuentra el modelo perfecto de vida.

Hoy muchos viven con la presión de un ideal ajeno, creyendo que, si no alcanzan cierto estatus, no tienen valor. Incluso dentro de la iglesia, esa mentalidad puede infiltrarse bajo la forma de una teología de prosperidad que mide la bendición por los bienes materiales. Pero Dios le dice a cada uno: “Te mostraré dónde debes estar, cómo debe verse tu vida y qué propósito tengo para ti”.

Una verdadera bendición nace cuando confiamos en Dios sin necesitar conocer el final desde el principio, porque sabemos que Él es “el Alfa y la Omega, el principio y el fin” (Apocalipsis 22:13). Él conoce exactamente dónde debemos estar, qué debemos tener y qué debemos hacer. Por eso, cuando dijo a Abraham:

“Haré de ti una nación grande, y te bendeciré; engrandeceré tu nombre y serás bendición” (Génesis 12:2),

no hablaba solo de Israel, sino también de la iglesia, la descendencia espiritual de Abraham (Gálatas 3:29). Nosotros somos herederos de esa promesa.

Ser una gran nación no significa construir ciudades imponentes o levantar torres que lleguen al cielo. No se trata de grandeza humana, sino de la grandeza de la presencia de Dios en nosotros. Lo que nos hace verdaderamente grandes no es el tamaño de nuestros templos ni la cantidad de nuestros recursos, sino el amor de Cristo fluyendo en nosotros y transformando la vida de los demás.

Jesús dijo:

“El Reino de Dios está entre ustedes” (Lucas 17:21).

Él es ese Reino. Él es el centro, el fundamento y la verdadera grandeza de nuestra vida. Sin Su presencia, nada tiene sentido. Lo que nos distingue es que podemos impactar el mundo con Su amor, alimentar al hambriento, vestir al necesitado y predicar el Evangelio a quienes no lo han escuchado.

Por eso, el cristianismo no consiste en correr detrás de bendiciones, sino en vivir como bendiciones. No necesitamos perseguir lo que ya somos en Cristo. Somos bendiciones vivientes, piedras vivas, como dice Pedro:

“También ustedes, como piedras vivas, sean edificados como casa espiritual” (1 Pedro 2:5).

Dios edifica Su iglesia con hombres y mujeres transformados por Su palabra, y contra esa iglesia, “las puertas del infierno no prevalecerán” (Mateo 16:18).

No se trata de construir nuestros propios reinos, sino de permitir que Cristo reine en nosotros. Porque al final, no somos grandes por lo que edificamos, sino porque Dios habita en lo que edificamos.

Acerca de este Plan

¿Cómo Se ve La Bendición?

Este devocional te invita a descubrir el verdadero significado de ser bendecido por Dios, contrastando la autosuficiencia humana -Babel. Con la fe obediente de Abraham. A través de reflexiones inspiradas en Génesis 11 y 12, aprenderás que la bendición no consiste en construir tus propios logros, sino en permitir que Dios te forme para ser una bendición donde estés. Más que buscar lo material, este mensaje te desafía a escuchar la voz de Dios, salir de tus zonas seguras y vivir una fe que impacte a otros. ✨ Tú eres una bendición en movimiento.

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Nos gustaría agradecer a TopCristianos por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: topcristianos.com