GratitudMuestra

En los momentos difíciles, ora con gratitud.

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”
— Filipenses 4:6

Cuando la vida te sacude, lo primero que suele desvanecerse es la gratitud. El alma preocupada tiende a enfocarse en lo que falta, en lo que duele o no se entiende. Pero la Biblia nos enseña un secreto espiritual poderoso: orar con acción de gracias transforma el corazón antes que las circunstancias.

Pablo escribió estas palabras desde una prisión, no desde la comodidad. Él descubrió que la gratitud en medio de la prueba no es negación del dolor, sino afirmación de la fe. Es decirle a Dios: “No entiendo todo, pero confío en Ti”.

La gratitud abre el alma para recibir paz. Es el puente entre la ansiedad y la confianza. Cuando oras agradeciendo, algo cambia dentro de ti: la carga se aligera, el miedo pierde fuerza y la presencia de Dios te envuelve.

Quizá hoy no puedas cambiar la situación, pero sí puedes cambiar la manera en que la enfrentas. Levanta una oración de gratitud: por lo que Dios ya hizo, por lo que está haciendo (aunque no lo veas) y por lo que hará. Cuando lo hagas, Dios realizará un poderoso intercambio: tomará tu carga, tu ansiedad y tu afán, y colocará en tu vida su paz, una paz que está por encima de todo sentimiento y emoción.

La fe madura no se mide por cuántos milagros ves, sino por cuánta gratitud mantienes mientras esperas.

Oración

Señor, hoy elijo confiar en Ti aun en medio de mis dificultades. En lugar de quejarme, quiero agradecerte porque sé que estás obrando tu perfecta voluntad. Dame un corazón que te alabe incluso cuando no entiendo tus caminos. Que mi oración esté siempre acompañada de gratitud y mi fe se fortalezca mientras espero en Ti. En el nombre de Jesús, amén.