GratitudMuestra

Dedica un tiempo para agradecer antes de tomar tus alimentos

“Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí”
— Lucas 22:19.

“Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado”
— 1 Timoteo 4:4-5.

La gratitud más sencilla —y a la vez más profunda— es la que expresamos al sentarnos a la mesa. Jesús mismo lo hizo. Antes de multiplicar los panes, antes de compartir la última cena, antes de alimentarse con sus discípulos, Él dio gracias. No fue un gesto mecánico, sino una expresión de amor y reconocimiento hacia el Padre que provee.

Cada alimento que llega a tu mesa es un recordatorio silencioso de la fidelidad de Dios. Él no solo sustenta tu cuerpo, sino que también cuida los detalles de tu vida. Dar gracias antes de comer no es una costumbre vacía: es una confesión de fe que declara “mi provisión viene de Ti”.

Cuando agradeces con el corazón, aun por lo más cotidiano, la comida se convierte en comunión. En esos momentos simples, el alma aprende a ver lo invisible: la bondad de Dios sirviéndote cada día.

No importa si la mesa es abundante o modesta; la gratitud la llena de plenitud. Al igual que Jesús, levanta tus ojos y da gracias, no solo por el pan que tienes, sino por el amor del Padre que nunca deja de proveer.

Oración

Padre bueno, gracias por el alimento que hoy me das. Enséñame a reconocer Tu mano en cada detalle de mi vida. Que cada vez que me siente a comer, mi corazón se llene de gratitud y mi mesa se convierta en un altar de adoración. Gracias por Tu fidelidad y por recordarme que todo lo que tengo viene de Ti. En el nombre de Jesús, amén.