Sin Prisa pero sin PausaMuestra

Día 2: ¿Más rápido que Dios?
Porque en una era de aviones, trenes bala y notificaciones instantáneas, el Hijo de Dios eligió el ritmo más humano y terrenal posible: el de sus propios pies.
Imagínalo por un momento. El Creador del universo, con todo el poder a su disposición, nunca conoció la sensación de moverse a más de 5 kilómetros por hora. Podría haber tenido la eficiencia de un auto, la conectividad de un smartphone y el alcance global de internet. En cambio, eligió el polvo en los pies, el ritmo lento de la caminata y la mirada al horizonte.
Su vida fue un acto deliberado de desaceleración.
En la misión más urgente —salvar a una niña que se estaba muriendo (La hija de Jairo)— se permitió una interrupción divina. Se detuvo en el camino para buscar la mirada de una mujer desesperada que había tocado su manto. No fue una distracción, fue parte del viaje (Lucas 8:40-48).
Jesús disminuyó la velocidad para:
- Sostener miradas, no solo "scroll" en una pantalla.
- Abrazar a los niños cuando todos tenían prisa por seguir.
- Conversar con desconocidos, transformando encuentros casuales en citas divinas.
- Perder horas en oración, recargando un alma, no una batería.
- Dormir profundamente, aunque no tuviera un lugar digno donde recostar la cabeza.
Vivió la vida más plena, fructífera y significativa de la historia, y nunca corrió. Sus días estaban rebosantes de propósito, mucho más que los nuestros; sin embargo, nunca transmitió la ansiedad del apuro.
Su prisa no era por llegar a un lugar, sino por amar a la persona que tenía delante en cada momento.
En un mundo que te idolatra por lo rápido que produces, Jesús te invita a lo radical: a caminar, a creer que el destino más importante no está al final del camino, sino en el propio acto de caminar con Él.
Oración guiada:
Señor Jesús, tú que elegiste caminar en lugar de correr para "optimizar tu ministerio", hoy vengo a aprender de tu ritmo sagrado. Confieso que, a menudo, actúo como si mi salvación dependiera de mi prisa, y me encuentro corriendo delante de Ti, creyendo que voy más lento de lo necesario.
Quítame de las manos la ansiedad por llegar primero y enséñame la belleza de caminar contigo paso a paso. Que hoy, como tú, tenga ojos para ver a quien toca mi manto en el camino y el valor de detenerme, sabiendo que cada encuentro es parte divina de mi viaje. Ayúdame a creer que tu yugo es verdaderamente ligero y que el descanso para mi alma no es un lujo, sino un mandato de tu amor. Amén.
Preguntas de reflexión:
- Tu ritmo vs. el ritmo de Jesús: ¿En qué área de tu vida estás tratando de "correr por delante" de Dios, confiando más en tu velocidad que en Su "timing" perfecto? (Ejemplos: una decisión importante que quieres forzar, un proyecto que avanzas con ansiedad, una oración que quieres responder ya).
- La interrupción divina: ¿Qué "interrupción inoportuna" o persona "inesperada" has ignorado recientemente por estar enfocado en tu propia "misión urgente"? ¿Cómo podrías estar más abierto hoy a que Dios reoriente tu agenda a través de los demás?
Acerca de este Plan

Nuestros días están llenos de prisas, estrés y ansiedad. Mientras corremos de un lado a otro, tratando de cumplir con nuestras agendas y responsabilidades, Jesús nos invita a detenernos, y nos muestra un camino diferente. En este devocional, exploraremos cómo el ritmo de vida de Jesús puede ser un modelo para nosotros en medio de la prisa y el estrés de nuestra vida diaria.
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Nos gustaría agradecer a Stevens Díaz por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: linktr.ee/elremanenteic
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