Sin Prisa pero sin PausaMuestra

Día 4: No corras. Camina.

La Biblia nos invita a caminar con Dios, no a correr con Dios.

Desde el principio, nuestras almas fueron diseñadas para caminar con Dios, a su ritmo.

¿Cuándo fue la última vez que sentiste que tu alma respiró? ¿Cuándo fue la última vez que sentiste que caminaba, en lugar de ser arrastrada?

Hoy en día, nuestras mentes y cuerpos se mueven más lejos y más rápido que nunca, pero los aspectos más importantes de la vida humana no pueden apresurarse.

Porque las cosas que más importan en la vida se niegan a ser apresuradas. Se mueven con una cadencia distinta, ajena al ritmo frenético de nuestras pantallas.

• Un corazón tarda en sanar, en perdonar, en confiar de nuevo.
• La oración es un diálogo tranquilo, no una lista de peticiones "express".
• La meditación exige detener el mundo para poder escuchar.
• El crecimiento es un trabajo subterráneo, silencioso y lento.
• El amor... el verdadero amor es un jardín que se cultiva, no un fuego artificial que estalla y se apaga.

Dios nos habla en el silencio

Cuando examinamos nuestros corazones, podemos llegar a ver que la razón por la que no tomamos tiempos en quietud para contemplar el poder y la bondad infinita de Dios es nuestro afán por hacer las cosas en nuestras fuerzas. Pensamos que, si no nos encargamos de nuestros asuntos, nadie podrá solucionarlos.

La prisa, el ruido, y las multitudes son herramientas que el diablo usa para llevarnos a una vida sin descanso y esperanza.

Las verdades más hermosas y alentadoras que Dios quiere decirte en su Palabra serán dichas en suaves susurros que necesitan quietud y silencio para ser escuchadas, como nos recuerda la experiencia de Elías en el monte Horeb. Él no vio a Dios en el poderoso viento que destrozaba los montes y quebraba las peñas. Tampoco lo vio en un fuerte terremoto y en el fuego. El profeta escuchó al Señor en el susurro de una brisa apacible.

En un mundo que celebra la velocidad, tu alma anhela el camino, no la carrera. La prisa puede llevarte a la meta, pero te hará perder la esencia del viaje.

Oración Guiada:

Dios de la brisa apacible, en medio del viento, el terremoto y el fuego de mis días, te busco en el susurro. Reconozco que he permitido que el ruido del mundo ahogue el ritmo natural para el que diseñaste mi alma.

Perdóname por creer que debo encargarme de todo y por descuidar los espacios de quietud donde Tú me hablas. Desarraiga de mí la ansiedad que me hace correr y siémbrame la confianza que me permite caminar.

Hoy elijo creer que mi valor no está en lo rápido que avanzo, sino en la fidelidad con la que camino a tu lado. Que mi alma, por fin, pueda respirar. Enséñame a cultivar el jardín del amor verdadero, a esperar el tiempo de la sanidad del corazón, y a descender al trabajo subterráneo del crecimiento. En el nombre de Jesús, el maestro del camino, amén.

Preguntas de reflexión:

1. Escuchar el susurro: ¿Qué área de tu vida está gritando con tanto "viento, terremoto o fuego" (estrés, ruido, actividad) que te impide escuchar el "suave susurro" de Dios? ¿Qué paso práctico puedes dar hoy para crear 5 minutos de silencio total, y escuchar?
2. El jardín vs. el fuego artificial: Piensa en una relación importante o en un proyecto significativo. ¿Lo estás tratando como un "jardín" que requiere paciencia y cuidado constante, o como un "fuego artificial" que exige resultados inmediatos y espectaculares? ¿Qué pequeño acto de cuidado paciente puedes realizar hoy?