El Precio De La Espera, El Premio De La PacienciaMuestra

Cuidar
Una vez que la semilla ha sido plantada viene el tiempo donde vemos como el reloj se vuelve más lento, pareciera que se detiene por segundos o que va en sentido contrario. Pero no se trata de que nos sentemos y esperemos que la semilla por sí misma crezca y dé su fruto. Tenemos trabajo por hacer y mucho.
En el campo, el labrador se encarga de cuidar la semilla conforme crece, de asegurarse de que no haya depredadores, plagas o clima que pueda dañar a las primeras hojitas que brotan de esa semilla que ahora ya es una plantita.
1 Timoteo 4:15-16 nos lo deja muy claro: “Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.” Nos insta a ocuparnos en estas cosas, las cosas de Dios, de su obra y de nuestro crecimiento personal en el Señor, dice que nos cuidemos a nosotros mismos persistiendo en la doctrina, que significa, en la Palabra de Dios, y así nos salvaremos, o sea, estaremos a salvo, ¿de quién?, de todo aquello que nos acecha, del pecado, del diablo que “…anda como león rugiente buscando a quien devorar. (1 Pe 5:8).
Debemos cuidarnos todos los días, así como el labrador cuida su siembra todos los días, ahuyentando a las plagas, los animales, cualquiera que quiera hacer daño. ¿Qué es eso que te acecha a diario, lo que necesitas ahuyentar todos los días porque a diario te está intentando distraer de las cosas del Señor? Ahuyéntalo con la Palabra de Dios, recurre a ella, recuerda lo que el Señor Jesucristo le dijo a Satanás en persona: “Escrito está...” (Mt 4:1-11) El Señor Jesús se libró del mismo Satanás con la Palabra de Dios, usando los propios principios bíblicos para demostrarle al príncipe de las tinieblas que no podría vencerlo, eso, amigo mío, aplica para ti, para cada uno de nosotros, también. Aférrate de esas verdades y no permitas que el diablo, el pecado o el mundo te quiera alejar de tu comunión con Dios.
Solo Dios te permitirá crecer y alcanzar esa estatura que como buena planta debes tener para dar fruto. “Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. (Ef 4:13).
También es importante que a la par de que cuidas ese crecimiento, aprendas a esperar y una buena manera de hacerlo es en silencio, con paciencia, en paz. Dice la primera parte de Salmos 37:7: “Guarda silencio ante Jehová, y espera en él.” Espera en él, no en nadie más, no en ti, no en lo que anhelas, espera en el Señor y hazlo en silencio, no necesitas quejarte de por qué aún no llega tu promesa, calla y espera. El Señor está obrando, está trabajando en ti y está preparando lo que tanto esperas. “Bueno es Jehová a los que en él esperan, al alma que le busca” (Lam 3:25). El Señor es bueno, no va a cambiar, solo ten calma y espera en él.
“Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará” (Hab 2:3). Confía en el Señor, tú haz tu parte y deja que el Señor haga la suya, espera y sin duda vendrá.
Hebreos 10:35-36 nos da un golpe de esperanza enorme. Esta hermosa porción incluye lo que nos corresponde hacer, y lo que seguramente nos dará mucho gozo, la promesa cumplida. No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.” (Heb 10:35-36). Si lees con atención verás que incluye mucho de lo que hemos estudiado hasta este momento. Termina diciendo, “Habiendo hecho la voluntad de Dios...” Dios espera que cumplas su voluntad, que antes que lo que le pediste te importe más agradarle a él. Pon por delante la voluntad de Dios, lo que él te pide que hagas, lo que él quiere que vivas, cómo él quiere que seas, entonces y sólo entonces, podrás gozarte con las últimas tres palabras de esa porción: “…Obtengáis la promesa”.
El Señor ama vernos felices, se agrada al vernos gozosos. Para él todo es posible, él puede darnos todo lo que le pedimos, nos lo podría dar instantáneamente porque es Todopoderoso. Pero el Señor no nos lo da conforme lo pedimos, sino conforme lo que él sabe que nos conviene, él quiere probar nuestro corazón antes, quiere ver en dónde está nuestro corazón, en él o en lo que deseamos. Quiere saber si le somos fieles a pesar de no obtener lo que le pedimos. Cuando con nuestros hechos, nuestra manera de vivir, demostramos que vivimos para él, entonces concederá las peticiones de nuestro corazón.
Estamos por concluir este Plan, pero por lo pronto medita en esto:
¿Qué es eso que te acecha todo el tiempo y pone en riesgo tu comunión con Dios?
¿Estás sujetándote de la Palabra de Dios para cuidar tu corazón?
¿Estás dispuesto a cuidar, madurar y esperar mientras el Señor responde a tus oraciones?
¿Le serías fiel a Dios, aún si no responde como esperas a tu oración?
Acerca de este Plan

Todos hemos vivido ese sentimiento de desesperación, frustración, desánimo y más, cuando no vemos la respuesta de Dios a nuestras oraciones. Quisiéramos que todo fuera más rápido, más fácil, pero no es así y nos atormentamos. Cualquiera que sea la situación que estás pasando y te hace sentir así, hay una respuesta de parte de Dios para ti en estos momentos. Confía en él. A través de este plan podrás entender cómo, de la mano de Dios, puedes pasar del tormento de la espera al premio por la paciencia.
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Nos gustaría agradecer a Daniel Osorio por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: instagram.com/esavocecita
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