Piedad & ContentamientoMuestra

Influencia Divina en la Piedad
La acción permanente del Espíritu Santo en nuestra vida es la garantía de que nuestro espíritu permanecerá despierto y viviremos vidas piadosas, acompañadas de contentamiento. La piedad no es simplemente una conducta moral o una expresión externa de religiosidad; es una condición interna del alma, una mentalidad impregnada por la bondad, la vida y el amor divino. La verdadera piedad nace de una conciencia viva de Dios, y se expresa en nuestra manera de pensar, sentir y actuar.
Cuando el apóstol Pablo dijo: "y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado" (ROMANOS 5:5 RVR1960), estaba revelando el secreto de una vida equilibrada entre lo divino y lo humano. La piedad no es un esfuerzo humano sostenido por disciplina, sino una influencia divina que fluye en nosotros cuando estamos conectados al Espíritu Santo. Esa influencia moldea nuestros pensamientos, calma nuestras emociones y nos da contentamiento en medio de cualquier circunstancia.
El contentamiento, a su vez, es la evidencia de una vida en paz con Dios. Es el fruto de una mente que ha aprendido a confiar más en lo eterno que en lo temporal. Las personas piadosas no se dejan arrastrar por los vaivenes del mundo, porque su seguridad no depende de lo que tienen, sino de quién las sostiene. La piedad, unida al contentamiento, es una señal clara de madurez espiritual y de esperanza viva.
Jesús es el modelo perfecto de esta vida piadosa. Después de salir del desierto, lleno del poder del Espíritu, comenzó a manifestar una vida que asombraba a todos. "y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor. Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos" (SAN LUCAS 4:14-15 RVR1960). Su autoridad no provenía de su posición, sino de su comunión con el Espíritu Santo.
La gente veía algo diferente en Él: una piedad auténtica. No se trataba de un amor superficial o de palabras vacías; era un amor encarnado en actos concretos de misericordia. Jesús, movido por compasión, extendía su mano a los rechazados, tocaba a los enfermos, perdonaba a los pecadores y liberaba a los oprimidos.
En una ocasión, mientras enseñaba en la sinagoga, un hombre poseído por un espíritu inmundo gritó con desesperación:
"Estaba en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu de demonio inmundo, el cual exclamó a gran voz, diciendo: Déjanos; ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios" (SAN LUCAS 4:33-34 RVR1960).
¡Qué impresionante! Hasta los demonios reconocían la genuina piedad de Jesús. Su pureza, su santidad y su comunión con el Espíritu eran tan evidentes que ninguna fuerza del mal podía resistir su presencia. La verdadera piedad no necesita anunciarse; se manifiesta sola, porque está impregnada de la naturaleza divina.
Jesús reprendió al espíritu, y el hombre fue liberado sin sufrir daño alguno. Todos quedaron maravillados, diciendo: "Y estaban todos maravillados, y hablaban unos a otros, diciendo: ¿Qué palabra es esta, que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos, y salen?" (SAN LUCAS 4:36 RVR1960).
Así comenzó a difundirse la fama de Jesús, no por milagros espectaculares, sino por la integridad de una vida guiada por el Espíritu Santo.
Esa es la influencia que el Espíritu desea producir también en nosotros. Una piedad que no finge, que no busca reconocimiento, sino que se desborda en amor hacia los demás. Una piedad que se traduce en misericordia, bondad, y compasión práctica.
En un mundo marcado por el egoísmo, la indiferencia y el interés personal, la piedad verdadera se convierte en un acto revolucionario. Nos lleva a detenernos, como el buen samaritano, y dar de lo que tenemos, no de lo que nos sobra. La piedad no es una emoción momentánea; es una manera de vivir bajo la influencia permanente del Espíritu Santo.
Pregunta para reflexionar
¿Estoy permitiendo que el Espíritu Santo influencie mis pensamientos, emociones y acciones de tal manera que mi vida refleje la piedad y el contentamiento que hubo en Cristo Jesús?
Oración
Espíritu Santo, te doy gracias porque eres la fuente de toda piedad y contentamiento. Hoy decido rendir mi mente, mi corazón y mis emociones a tu influencia divina. Enséñame a vivir con amor genuino, esperanza firme y contentamiento profundo, sin fingimiento ni orgullo. Hazme sensible a las necesidades de otros, y que mi vida sea un reflejo visible del amor del Padre. Amén.
Acerca de este Plan

Piedad & Contentamiento te invita a descubrir la verdadera fuente de satisfacción interior. Aprenderás que el contentamiento no depende de las circunstancias, sino de una relación genuina con Dios que transforma las emociones y da propósito al alma. A través de principios de sabiduría ancestral, este plan te ayudará a desarrollar una vida emocional equilibrada, guiada por la piedad, la gratitud y la presencia divina que produce paz en medio de cualquier situación.
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Nos gustaría agradecer a Willington Ortiz por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: willingtonortiz.org









