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Amigos De Dios

DÍA 2 DE 5

Sus amigos

No sé cuántos de ustedes se consideran amigos de Jesús. Para algunos eso debe sonar bastante pretencioso, ¿quiénes somos nosotros para que podamos siquiera pensar en la posibilidad de ser amigos de Dios? El caso es que Jesús mismo le dijo a sus discípulos: “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer” (Jn. 15:14-15).

Si lo pensamos bien, es algo sumamente grandioso que el Dios del cielo nos ofrezca su amistad. Estamos hablando del Creador, el Dios Altísimo y Majestuoso. “¿Quién como Jehová nuestro Dios, que se sienta en las alturas, que se humilla a mirar en el cielo y en la tierra?” (Sal. 113:5-6). Es este único Dios maravilloso quien quiere que sus hijos seamos sus amigos. La realidad es que Dios espera que su iglesia, el cuerpo de Cristo, sea su amiga. Y, dado que somos la novia del Cordero, es razonable que ocupemos un lugar especial en el corazón de nuestro Dios.

Recordemos la expresión del novio en el libro de Cantares cuando enamorado le dice a su novia: “Toda tú eres hermosa, amiga mía, y en ti no hay mancha" (Cant. 4:7). No hay duda de que el Señor nos considera sus amigos, si amamos y obedecemos su Palabra. Pasamos de ser siervos a ser amigos, sin olvidarnos de que sirviéndole estamos mostrándole que le amamos.

¿Te consideras amigo/a de Dios? ¿Crees que es presumir demasiado? Puede ser que pienses que no merecemos de ninguna manera tal privilegio. Tal vez, te enseñaron a ver a Dios de una manera que, tan solo pensar en considerarte su amigo/a es pecar de engreído y jactancioso. Pero no es así, no es lo que Dios nos enseña en su Palabra.

Cuando Cristo ofreció su vida en sacrificio en la cruz para salvar a todo aquél que creyese en Él, derribó la pared que nos separaba de Dios. Al creer que el Mesías murió por nosotros recibimos el perdón de nuestros pecados y fuimos hechos aceptos en Él. Por esa fe pasamos a ser hermanos de Cristo y miembros de la familia de Dios.

“Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos. Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos” (Heb. 2:10-11), “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios” (Ef. 2:19). No es de extrañar que Dios nos llame sus amigos.

Siendo esto así, tenemos la bendición y el privilegio de considerarnos a nosotros mismos, amigos de Dios. ¡Cómo no vamos a considerarnos amigos del Dios que con tanta misericordia y tanto amor nos ha ofrecido su maravillosa amistad! Sabernos amigos de Dios, nos acerca aún más a ese espacio íntimo que Dios tiene reservado para los que le aman.

“La higuera ha echado sus higos, y las vides en cierne dieron olor; levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven. Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo escondido de escarpados parajes, muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz; porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto” (Cant. 2:13-14).

Acerca de este Plan

Amigos De Dios

Todos necesitamos buenos amigos en nuestras vidas. Cuando los tenemos somos bienaventurados. Pero, no hay mayor bienaventuranza que contar con la amistad del mejor y más grande amigo, Jesús de Nazaret. En este plan dejaremos que la Palabra nos enseñe acerca del privilegio con el cual los hijos de Dios hemos sido bendecidos, el que seamos llamados sus amigos.

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Nos gustaría agradecer a Grettchen Figueroa por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: facebook.com/GrettchenStage