La Gracia Abunda: Esperanza Y Sanidad Para El Abuso SexualMuestra

Crisis de identidad

Las secuelas del abuso sexual con frecuencia producen una crisis de identidad en la sobreviviente. Como le pasa a muchas víctimas, yo incorporé esa experiencia traumática y me sentí abrumada por la deshonra y la vergüenza. Parecía que perdí toda la claridad de mi identidad y caí en una forma de pensar que no era sana, me sentía sucia, rechazada, no me podía aceptar ni podía ser amada. Cuestioné mi propio valor y desaparecí en una identidad que el enemigo quería para mí; una identidad alineada con los estándares del mundo en lugar de los de Dios. Al dudar constantemente de mi valor y mi propósito, esta percepción falsa de mí misma me incapacitó totalmente.

Si te pasa lo mismo tienes que saber que ¡hay buenas noticias! Dios me siguió y me alcanzó cuando yo estaba en un lugar de tinieblas. Dios me recordó que mi identidad se encuentra en Él, mi Creador. Hay mucha verdad en la expresión: “Nunca vamos a entender QUIENES somos hasta que entendamos A QUIEN pertenecemos”. Tu Padre te ama tanto que te compró a un precio muy alto: la vida de Su Hijo. A menudo nos olvidamos que Él está comprometido con nosotros.

No vas a poder encontrar tu identidad en el mundo o en las manos del enemigo. No importa lo que te pasó, lo que has hecho, lo que te dijeron o lo que dijeron de ti, tú tienes una identidad preestablecida que no puede ser removida ni destruida. Sin dudas eres valiosa para Dios. La Biblia dice en el Salmo 139 que Dios formó tus entrañas y te hizo en el vientre de tu madre. Nadie puede alterar tu identidad como hija del Rey.

La próxima vez que escuches el susurro que no eres valiosa o que nadie te va a amar, deja que las verdades de la palabra de Dios contrarresten esos pensamientos. Recuerda que tú eres hija de Dios que has sido justificada. Fuiste comprada por precio y perteneces a Dios. Eres completa en Cristo y libre para siempre de toda condenación. Fuiste elegida para llevar fruto. Eres obra de Dios creada intencionalmente con un propósito. Como ves, preciosa mujer, ¡eres la posesión que Dios atesora y la niña de sus ojos!

Querido Padre Celestial,

Gracias por adoptar como hija a la mujer que está leyendo esto hoy y hacerle recordar que no tiene que buscar significado, propósito o estima en el mundo. Deja que el Espíritu Santo la empuje sutilmente a un lugar donde ella pueda creer en la persona que Tú creaste. ¡Tú eres un Padre perdonador, fuerte y misericordioso! Gracias por todo lo que Tú eres. Oro en el nombre de Jesús. Amén.