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Honra que bendice generaciones

Honrar a los padres y suegros es una de las pruebas más profundas del corazón en el matrimonio. Muchas veces trae tensiones: uno quiere ayudar, el otro lo ve como injusto; uno compara con lo que reciben otras familias, el otro siente frustración.

Hace unos años comparaba mi situación con la de una amiga: a ella sus suegros le habían regalado un apartamento, mientras que los míos, en lugar de dar, necesitaban apoyo económico de nuestra parte. Esa comparación me frustraba. Pero un día entendí algo: la honra no se mide por lo que recibo, sino por lo que doy. Y entonces cambié el guión: “Gracias, Dios, porque soy yo quien puede bendecir a mis suegros y cambiar su historia”. Ese cambio de perspectiva me dio un propósito.

Cuando elegimos honrar, no solo obedecemos un mandamiento; sembramos bendición en nuestra propia familia. La Biblia lo recuerda con claridad:
“Honra a tu padre y a tu madre —que es el primer mandamiento con promesa— para que te vaya bien y disfrutes de una larga vida en la tierra” (Efesios 6:2-3, NVI).
Tal vez allí, en la honra, esté la llave que abra puertas de bendición que hasta hoy han permanecido cerradas.

Si pienso en alguien que me enseñó a honrar, fue mi mamá. Su niñez fue infeliz: sus padres estaban presentes, pero había carencias de afecto y amor, y heridas que marcaron su infancia. Y aun así, hasta el último día de vida de ellos, ella eligió honrarlos. Pocas personas conozco tan bendecidas y felices como mi mamá.

Cuando miro a Jesús en la cruz, lo confirmo: en medio de su agonía, se aseguró de dejar a su madre María al cuidado de Juan (Juan 19:26-27). Honrar a los padres no siempre significa dinero; muchas veces es tiempo, respeto, atención o cuidado.

Lo importante es que en nuestro matrimonio no veamos a padres y suegros como cargas, sino como oportunidad de reflejar el amor de Jesús.

Pregunta para reflexionar

– ¿Estoy honrando a mis padres y suegros con gratitud y amor, o con queja y comparación?

Oración

Dios, gracias por mis padres y suegros. Ayúdame a honrarlos con alegría, a darles no desde la obligación, sino desde el amor. Que mi familia sea canal de bendición para ellos, y que esa honra se convierta en legado para mis hijos. Amén.

Gracias por recorrer conmigo estos días de reflexión sobre el matrimonio y el dinero. Recuerda: el dinero no es un enemigo ni un ídolo, es solo una herramienta que, puesta en las manos correctas, puede ser puente de amor, honra y legado.

Si este plan habló a tu vida, ponlo en práctica junto a tu pareja. No se trata de cuánto tienen, sino de hacia dónde caminan juntos y a quién sirven con lo que poseen.

Con cariño,
Carolina Araque
Creadora de amorpinguino.com