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Habitar en Su Presencia

DÍA 5 DE 5

Autor desconocido

La tradición judía atribuye la escritura del Salmo 91 a Moisés o a David, ya que los autores del salmo anterior y posterior a este son ellos respectivamente, pero lo cierto es que no existe certeza absoluta sobre su autoría. Y, lejos de ser un detalle menor, en esto encuentro una belleza especial: Dios es tan preciso y amoroso en cada detalle que incluso en la ausencia de un nombre hay un propósito.

El Salmo 91 se ha convertido en una de las oraciones más personales de los hijos de Dios, incluyéndome a mí. Cuando atravesamos momentos de dificultad, no lo recitamos como un texto frío o lejano, sino como una oración íntima, personal y profundamente individual, que brota del corazón y se eleva al cielo. No lo leemos solo como palabras que alguien escribió hace siglos, sino como un clamor que hoy sigue teniendo vigencia y poder.

A veces me gusta pensar en los escritores de la Biblia como asistentes personales de Dios, mensajeros que plasmaron en palabras aquello que Él reveló. Pero en este caso, me resulta particularmente hermoso que no sepamos con certeza quién escribió este salmo. Esa “falta de autor” nos regala el privilegio de orarlo delante de Dios como si no hubiese un intermediario humano, como si la voz que lo pronunció por primera vez pudiera ser la nuestra.

No digo con esto que debamos fantasear y reclamar su autoría. Lo que quiero expresar es que la intimidad que transmite este salmo es tan personal, que bien podría haber brotado de nuestro propio corazón. Es como si el Señor lo hubiera dejado sin firma para que cada uno de Sus hijos pudiera hacerlo suyo. Al leerlo, siento que las promesas son susurradas directamente a mi alma por mi amado Señor, sin necesidad de un transcriptor humano que intervenga.

Y entonces ocurre algo maravilloso: cuando oro este salmo, me siento como si estuviera a solas con mi Padre, en el silencio de mi habitación, escuchando únicamente Su voz. No hay otro en la escena, no hay intermediarios; solo estamos Él y yo. Esa sensación me llena de gozo y desborda mi alma, porque en ese instante entiendo algo poderoso: para Dios soy única, soy amada, y Sus promesas son tan personales como un susurro al oído.

Quizá esa sea una de las razones por las que el Salmo 91 ha sido tan atesorado a lo largo de generaciones. Es universal y al mismo tiempo profundamente personal. Es una declaración colectiva de confianza, pero también un refugio íntimo para cada corazón.

Así que cada vez que lo leas o lo ores, recuerda: el nombre del autor puede ser desconocido, pero el Autor verdadero es Dios. Él es quien inspiró estas palabras y quien hoy las pronuncia sobre tu vida. Hazlas tuyas, recibe cada promesa como si hubiera sido escrita con tu nombre al margen. Y deja que tu corazón se regocije en la certeza de que el Creador Todopoderoso te habla de manera personal, directa y amorosa.

Acerca de este Plan

Habitar en Su Presencia

La confianza en Dios no nace solo de palabras declaradas con fe ni de consejos en tiempos difíciles. Se fortalece cuando habitamos en Su presencia, cuando aprendemos a conocerle, escucharlo y descansar en Su cuidado constante. Al acercarnos a Su corazón cada día, descubrimos que confiar plenamente en Él es posible, y que Su amor nos sostiene en toda circunstancia.

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Nos gustaría agradecer a Isela Valenzuela por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.instagram.com/atippica?igsh=Ym93Y3U1NmF5ZDNq&utm_source=qr