Procesados para gobernarMuestra

Lo que todo gobernador necesita:

La historia de José nos muestra que los procesos difíciles no son señales de abandono, sino preparación. Fue traicionado por sus hermanos, vendido como esclavo, acusado injustamente y olvidado en prisión. Sin embargo, en cada etapa, Dios lo estaba moldeando para algo mayor.

Dios enseñó a José que, para gobernar, él debía:

1) Ser humilde

José tuvo dos grandes sueños de parte de Dios; el primero donde las gavillas de trigo de sus hermanos se inclinaban ante él; y luego otro donde el sol, la luna y once estrellas también se inclinaban ante él.

Si bien José amaba a Dios, cuando contó el sueño a sus hermanos y a su padre Jacob, todos lo tomaron con gran arrogancia, altivez y soberbia de su parte. Sin duda, así habrá sonado José.

Una persona humilde y madura no se enaltece a sí misma, y aún esas grandes revelaciones de Dios saben cuándo y cómo contarlas. El apóstol Pablo tuvo muchísimas revelaciones y luchaba en mantenerse humilde por ellas, y hasta existieron algunas que Dios no le permitió contar (2 Co.12:4).

2) Seguir confiando ante la traición

José tuvo que aprender que su amor y confianza en Dios no podían depender de los demás, pues vemos en su historia que constantemente quienes debían protegerlo terminaron traicionándolo.

3) Tener una identidad clara

De un momento a otro, José pasó de ser el hijo favorito de un hombre muy adinerado a ser un esclavo. Su apellido, posesiones y amigos ya no valían nada; quien él era, ahora solo se encontraba en Dios.

Nosotros somos hijos de Dios, ciudadanos del cielo, herederos de Cristo, y debemos ser consecuentes con ello en nuestra manera de actuar. No nos mueve lo que otros dicen o piensan de nosotros, pues buscamos agradar a Dios y no a los hombres.

José aprendió a mantenerse humilde, a soportar la traición sin apartarse de Dios, a recordar su verdadera identidad como hijo de Dios y no como esclavo. Lo más valioso fue que, aun en medio del dolor, él nunca dejó de amar a su Señor.

Para reflexionar:

• ¿Qué lección puedes aprender del proceso de José para aplicarla en tu vida hoy?
• ¿Estás permitiendo que tus pruebas te amarguen o te preparen para lo que Dios tiene para ti?

Oración:

Padre, gracias porque aun en medio de las pruebas me estás formando para un propósito mayor. Ayúdame a mantener la humildad, la fe y la disposición de servir, incluso cuando no entiendo lo que pasa. Forma en mí un corazón sano, como el de José, para que pueda gobernar con amor y reflejar tu carácter en cada área de mi vida. Amén.