Lo Que Solo Mi Dios Puede HacerMuestra

La carga que no me corresponde llevar

Recuerdo un día en que mi hijo de tres años, me acompañó al trabajo. Fue una jornada larga, y al final del día me tocó cargar con artículos que traje de casa, como mi bolso, loncheras y algunos juguetes de mi hijo, pero también le añadí varios artículos del trabajo.

No sé cómo lo logré, pero conseguí cargar con todo. Aun así, le pedí a mi hijo que me ayudara con tan solo un vaso de agua. Él aceptó llevarlo hasta el auto, pero justo al cruzar la puerta, se detuvo y me dijo: —"Mami, esto está muy pesado...tú llévatelo", y siguió caminando.

En ese momento pensé: ¡Solo es un vaso de agua! Yo venía cargando tantas cosas que ya no podía más. Sin embargo, accedí a su petición. De alguna manera milagrosa, me las arreglé para llevar también el vaso, colgándolo apenas de mis dedos meñiques.

A medio camino hacia el auto, mi hijo tropezó y se cayó, raspándose las rodillas. Entre lágrimas, me pidió que lo cargara. Me sentí abrumada. No sabía cómo iba a hacerlo, pero después de unos minutos de reorganizar, pude meter algunos objetos en otras bolsas y encajar unas cajas.También me tomé el agua del vaso para aligerar la carga. De una forma casi mágica, también logré cargar a mi hijo.

Esto me hizo pensar en lo que dice el Salmo 55:22 (NBLA): "Echa sobre el Señor tu carga, y él te sustentará...". Dios sabe exactamente cómo llevar lo que te pesa. No solo carga con tus preocupaciones, sino con las de millones —o incluso billones— de sus hijos. Aun así, nada se le escapa de las manos. Cuando tú caes, Él siempre tiene un espacio en sus brazos para levantarte también.

El problema es que a veces no sabemos cuándo es momento de soltar. Nos apegamos al peso del problema, e incluso llegamos a sentirnos orgullosos de decir: “¡Yo puedo con todo esto y más!”. Hemos convertido el aguantar en una competencia, como si se tratara de demostrar quién puede con más cargas. Pero no se trata de eso. No se trata de poder con todo.

Hoy, accede a la invitación del Padre. Él es el experto en llevar cargas. No tú.

• ¿Qué estás cargando?
• ¿Te sientes responsable de resolver un problema que te sobrepasa?
• ¿Crees que te toca cambiar el corazón de alguien o restaurar una relación?
• ¿Cargas con algo desde tu infancia que aún no has podido soltar?
• ¿Qué beneficio ha traído eso a tu vida?

Tu responsabilidad no es solucionarlo todo. Tu verdadera responsabilidad es caminar como un hijo o hija que confía plenamente en su Padre. Eso implica soltar con fe y entregar con gozo, sabiendo que tus cargas están en las mejores manos.

La diferencia entre mi hijo y algunos de nosotros es que él me entregó su carga —el vaso— cuando aún era ligera, antes de que se le hiciera demasiado pesada y no pudiera seguir avanzando. No esperó a llegar al límite.

Hoy te invito a hacer lo mismo: suelta todo a los pies de Jesús. Para que cuando extiendas tus brazos hacia Él, no tengas las manos ocupadas con una carga que no te corresponde llevar.

Oración
Señor, Tú eres el Dios Todopoderoso, y nada se escapa de tu control. Gracias por ser quien me sostiene. Hoy quiero entregarte esta carga que me pesa tanto; la pongo en tus manos. Perdóname por haberme aferrado a ella. Reconozco que no me corresponde llevarla. Quiero aprender a caminar confiado en ti y a disfrutar plenamente de tus bendiciones.

Amén.