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La Declaración De Seúl | Un Recorrido De 30 DíasMuestra

La Declaración De Seúl | Un Recorrido De 30 Días

DÍA 9 DE 30

La iglesia: El pueblo de Dios que amamos y desarrollamos

La lectura de hoy comienza la Sección III: La iglesia: el pueblo de Dios que amamos y desarrollamos. Lea aquí.

El Pacto de Lausana (1974) declaró: «La evangelización del mundo requiere que toda la iglesia lleve todo el evangelio a todo el mundo». El Cuarto Congreso de Lausana (2024) tiene como lema: «Que la iglesia proclame y exhiba a Cristo juntos». Por lo tanto, la forma en que imaginamos la «iglesia» es muy importante. Reconocemos que la doctrina de la iglesia ha recibido poca atención durante estas décadas de extraordinaria expansión cristiana en el mundo, y hay poco consenso sobre lo que es la iglesia, su importancia en la vida del cristiano y su pertinencia para nuestro mundo. La confusión resultante ha abierto el camino a formas aberrantes de iglesia que distorsionan los valores de Cristo y su evangelio. También ha aumentado la desilusión entre creyentes bautizados, llevándolos a distanciarse de la iglesia formal o institucional. Los cristianos hoy, especialmente los creyentes de primera generación, necesitan una comprensión bíblica más amplia de la iglesia, que pueda inspirarles un profundo aprecio y lealtad en su comportamiento “en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad» (1 Timoteo 3:15).

La iglesia es la comunión del pueblo de Dios.

El antiguo Credo de los Apóstoles profesa nuestra fe común en «la comunión de los santos». Mediante la obra salvadora de Jesucristo, el Dios trino reúne y une a su pueblo como una comunión de santos por el Espíritu Santo. Esta fraternidad con Dios y con nuestros hermanos y hermanas en la iglesia no es obra nuestra; es un don de Dios. El día de Pentecostés, Dios reveló esta unidad cuando Jesús derramó desde el Padre el Espíritu Santo prometido sobre su pueblo. Los envió a anunciar la buena noticia y a atraer a otros a su nueva comunidad, a bautizarse como miembros del Cuerpo de Cristo y a ser habitados por el Espíritu como Templo de Dios. Aún hoy, el Señor Jesús sigue derramando el Espíritu Santo sobre la iglesia, y el Espíritu Santo sigue glorificando al Señor Jesús en y a través de la iglesia. (1Co 12:27; 2Co 6:16)

Todos los que están unidos a Cristo —mediante el arrepentimiento personal, la fe y la gracia de Dios— lo tienen como cabeza, y juntos forman su cuerpo. Por tanto, aunque somos salvados como individuos, no somos salvados solos, sino juntos, unos con otros. Como discípulos de Jesús, el Espíritu nos incorpora a Cristo como miembros de su cuerpo, mediante la fe en su sangre derramada. El bautismo cristiano es una señal y un sello de la gracia de Dios, una declaración pública de nuestra nueva lealtad a Cristo y nuestra nueva identificación con su iglesia. (1Co 12:13)

Acerca de este Plan

La Declaración De Seúl | Un Recorrido De 30 Días

En todo el mundo los creyentes se preguntan: ¿cómo vivir el evangelio hoy? Este plan de 30 días se basa en la Declaración de Seúl para explorar verdades intemporales que abordan retos actuales, como la identidad humana, la paz, la tecnología y el discipulado, sin dejar de ser fieles al evangelio, a las Escrituras y al designio de Dios para la iglesia. Arraigada en la verdad bíblica y en voces de todo el mundo, lo invita a profundizar su fe y a vivir la misión de Cristo.

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Nos gustaría agradecer a Lausanne Movement por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: lausanne.org