La Declaración De Seúl | Un Recorrido De 30 DíasMuestra

La iglesia: El pueblo de Dios que amamos y desarrollamos
La lectura de hoy continúa en la Sección III: La iglesia: el pueblo de Dios que amamos y desarrollamos. Lea aquí.
La iglesia crece cuando se reúne para la adoración.
El Señor Jesús convoca a su iglesia a reunirse regularmente para adorar a Dios Padre por el Hijo y a través del Espíritu Santo. Por medio de estas reuniones, nos invita a crecer en nuestra intimidad y conocimiento de él al ser leídas y proclamadas las Escrituras; y a ver, sentir y gustar su gracia, en el bautismo y la Cena del Señor (Hch 2:42).
Como el cuerpo único de Cristo y el templo único del Espíritu, la iglesia manifiesta su identidad colectiva principalmente por medio de su adoración. En la adoración colectiva practicamos la iglesia y mostramos lo que significa ser la iglesia. Esto significa que la adoración es esencialmente un evento colectivo. La adoración colectiva, por lo tanto, no consiste principalmente en cultivar una relación personal con Dios; es el «sacerdocio regio» y la «nación santa» que proclama «las obras maravillosas (alabanzas) de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable». (1P 2:5, 9).
La iglesia se distingue como tal por su adoración al Dios trino en palabra y sacramento. Estos dos componentes básicos de la adoración son marcas que definen a la iglesia. La adoración, por lo tanto, no es solo una de muchas otras prácticas, sino la práctica fundamental de la iglesia. La adoración es el fin último al que se dirigen todos nuestros esfuerzos misioneros. La labor misionera terminará cuando Jesús regrese, pero la adoración continuará para siempre. Por lo tanto, pedimos a todas las iglesias que presten más atención a la adoración como práctica fundamental y que la conviertan en una experiencia más colectiva a través de su predicación, oraciones y cánticos.
La adoración debidamente ordenada tiene lugar bajo la autoridad y la disciplina de la iglesia local. Esto es vital para el bienestar no solo del creyente individual, sino de la iglesia como un todo. Por lo tanto, llamamos a todos los cristianos a someterse a la autoridad de una iglesia local. Así como los individuos crecen porque las iglesias locales crecen en salud y madurez, también las iglesias locales crecen porque los individuos crecen en conocimiento, intimidad y rendición de cuentas. (1Co 5:1- 6:11; Heb 10:25)
Cristo, como la cabeza, ha colocado dones de ministerio y servicio dentro de su iglesia para la maduración de su pueblo y para su edificación. Entre los miembros de la iglesia se distribuyen una gran variedad de dones, empoderados por el Espíritu, para el bien común. El cuerpo de Cristo crece a medida que los creyentes individuales asumen la responsabilidad de realizar la obra del ministerio y ejercen los dones que Dios les ha dado para servir a sus hermanas y hermanos con amor semejante al de Cristo. Este ministerio empodera a todo el pueblo de Dios para honrar a Jesucristo en el ámbito laboral, el ámbito comercial, el hogar, la escuela y la comunidad local, dondequiera que sean llamados a servir. Cumplen sus diversos llamados con la plena seguridad de que el Señor Jesús cuida de su iglesia e intercede constantemente para su protección y bienestar. (Ro 12:6; 1Co 12:4-11; Ef 4:7-16)
La iglesia exhibe a Cristo de maneras diversas, pero fieles.
La iglesia ha sido llamada a expresar su vida común formando comunidades locales y contraculturales en cada sociedad. Las iglesias locales varían en su forma: desde pequeños grupos de creyentes que se reúnen en secreto, pasando por iglesias hogareñas, hasta congregaciones mucho más grandes que se reúnen a la vista de todos. La aparición de los espacios digitales ha proporcionado a los creyentes cristianos otro medio más para reunirse, lo que ha suscitado una reflexión teológica en curso sobre la naturaleza y la forma de la iglesia local.
A lo largo de la historia y en todo el mundo, las iglesias locales exhiben una espectacular diversidad de tradiciones y formas, moldeadas por la influencia de sus culturas distintivas y por los retos contextuales únicos que enfrentan. No obstante, lo que tales comunidades cristianas tienen en común y lo que las convierte en auténticas manifestaciones del cuerpo de Cristo es su adoración al Dios trino en respuesta a su común fe en el evangelio de Jesucristo, la fe que Cristo las llama a compartir con el mundo.
Escrituras
Acerca de este Plan

En todo el mundo los creyentes se preguntan: ¿cómo vivir el evangelio hoy? Este plan de 30 días se basa en la Declaración de Seúl para explorar verdades intemporales que abordan retos actuales, como la identidad humana, la paz, la tecnología y el discipulado, sin dejar de ser fieles al evangelio, a las Escrituras y al designio de Dios para la iglesia. Arraigada en la verdad bíblica y en voces de todo el mundo, lo invita a profundizar su fe y a vivir la misión de Cristo.
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Nos gustaría agradecer a Lausanne Movement por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: lausanne.org









