Pasos para transformar tu vidaMuestra

Pide un momento de claridad

El ser humano tiene una capacidad inmensa para engañarse a sí mismo. Nos repetimos frases como: “no está tan mal”, “yo lo controlo” o “todavía puedo con esto”. Pero tarde o temprano nos damos cuenta de que nuestra vida se ha vuelto ingobernable. El paso 1 nos invita a pedirle a Dios un momento de claridad, un instante en el que las excusas y las justificaciones caen, y podemos ver nuestra realidad con honestidad.

El hijo pródigo vivió este momento cuando estaba rodeado de cerdos y comida destinada a ellos. Dice la Escritura que «volvió en sí». Fue como si de pronto se le cayeran las vendas de los ojos y se diera cuenta de lo bajo que había caído. Ese despertar no fue producto de su disciplina, sino un regalo de gracia: Dios abrió sus ojos para que reconociera la verdad.

Necesitamos esos momentos de claridad. La claridad no siempre llega en una crisis dramática; a veces basta con una voz de advertencia, un susurro en la conciencia o una convicción en el corazón. Es el instante en el que dejamos de compararnos con otros y reconocemos nuestra necesidad real de Dios.

La claridad nos recuerda que la vida no es «más o menos llevadera». Fuimos creados para mucho más. Vivir con el corazón apagado, resignados a la mediocridad espiritual, no es el plan de Dios. Él quiere que descubramos propósito, pasión y plenitud. Pero, para llegar allí, necesitamos primero admitir: “No estoy bien”.

Pedir un momento de claridad es un acto de humildad. Significa reconocer que no vemos todo con precisión, que necesitamos que Dios ilumine nuestra mente y nuestro corazón. Cuando lo hace, aunque al principio duela, la claridad se convierte en la puerta de la transformación.

Quizás hoy tu oración más sincera deba ser: «Señor, muéstrame la verdad que no quiero ver». Ese es el comienzo de la libertad.

Oración:

Dios, abre mis ojos para ver lo que no quiero reconocer. Dame un momento de claridad que me lleve a rendirme a ti y a comenzar de nuevo. ¡Amén!