Todo Es en Él: 30 Días Redescubriendo Su Centralidad, Universalidad Y SupremacíaMuestra

Día 8 – Cristo, el Amado del Padre

En el monte de la transfiguración, los discípulos vieron a Jesús resplandecer con la gloria de Dios. Allí no fue Moisés con la ley ni Elías con los profetas quienes recibieron la voz del cielo, sino el Hijo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”.

La centralidad de Cristo se revela en estas palabras. Todo el amor del Padre, toda Su complacencia y todo Su deleite están depositados en el Hijo. Jesús no es simplemente un mensajero más dentro de la historia de la fe; es el Hijo eterno, el objeto supremo del amor del Padre.

El Padre no dijo “escúchenlos a todos”, sino: “a él oíd”. Esto significa que Cristo es la voz final y definitiva de Dios a la humanidad (He 1:1–2). La revelación ya no se busca en experiencias dispersas, sueños personales o sistemas humanos; la revelación plena está en Jesús.

Y aquí hay una verdad aún más gloriosa: en Cristo, nosotros somos aceptos en el Amado (Ef 1:6). El amor que el Padre tiene por el Hijo es el mismo amor con el que ahora nos recibe a nosotros. Dios no nos mira por nuestros méritos, sino en la medida de su complacencia en Cristo.

Esto redefine nuestra identidad. No vivimos para buscar aprobación humana ni para alcanzar aceptación por rendimiento. Vivimos desde la certeza de que el Padre nos ama en el Hijo. Todo en la vida cristiana fluye de ahí: adoramos porque somos amados, obedecemos porque somos aceptados, servimos porque ya tenemos un lugar en el corazón del Padre.

Oración

Padre, gracias porque tu amor eterno está en tu Hijo y, en Él, también me amás a mí. Que mi vida aprenda a escuchar solo a Jesús, y que mi seguridad no dependa de la aprobación de los hombres, sino de tu complacencia en Él. Amén.

Acción del día

Hoy repetí esta declaración varias veces:
“Soy acepto en el Amado.”
Dejá que esta verdad guíe tus pensamientos y te libere del peso de la comparación y la búsqueda de aprobación.