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Más Allá De Lo Visible

DÍA 5 DE 7

Día 5 — Fijando la mirada en lo invisible

"Así que no nos fijemos en lo visible, sino en lo invisible. Ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno.” 2 Corintios 4:18 (NVI).

En su libro Bueno o Eterno, John Bevere hace una pregunta que nos confronta: ¿Sobre qué bases definimos lo que es “bueno”? Muchas veces decidimos, en función de lo que nos parece correcto, lo que la cultura aprueba, o lo que trae aplausos temporales. Sin embargo, la Biblia nos advierte: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte.” (Proverbios 14:12 RVR1960). Es decir, lo que parece bueno a nuestros ojos, no siempre está alineado con lo eterno de Dios. ¿Cuántas veces nos hemos desviado del plan de Dios porque lo visible parecía más atractivo o más lógico? ¿Cuántas veces hemos tomado decisiones buscando la aprobación de otros, siguiendo nuestros deseos inmediatos o comparándonos con quienes nos rodean?

Cuando nuestra mirada se enfoca únicamente en lo visible, terminamos construyendo sobre arena: sobre logros, apariencias, reconocimiento humano o circunstancias momentáneas. Pero todo eso se desmorona tarde o temprano. Lo único que permanece firme es lo eterno, es decir, lo que proviene de Dios.

La vida está llena de decisiones diarias. Y la mayoría de ellas no son fáciles. Lo bueno no siempre es eterno. Puede ser bueno terminar una carrera, ser reconocido, perseguir un sueño personal, buscar la aprobación de los demás, publicar en mis redes sociales esos memes chistosos que parecen inofensivos, hacer ese comentario, seguir lo que todos hacen; pero si eso me aleja del propósito de Dios, deja de tener valor eterno. El apóstol Pablo lo expresó con claridad: “Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.” (1 Corintios 10:23 RVR1960). Nótese que no dice en ninguna parte "te conviene" o "te edifica", sino que se trata de ir más allá, no se trata solo de mi, sino de los demás, de si conviene y edifica a los demás. Porque estamos llamados a amar a nuestro prójimo (Mateo 22:39) y amar es cuidar.

Yo misma he tenido que enfrentar esto muchas veces. Pero hay una situación específica que me gustaría mencionar. Durante mi tiempo con Dios hace varios años, Él me dio una promesa: me dijo que me plantaría en una nueva tierra. Oré casi un año por esa palabra. Ayune, hice de todo, pensando cómo se cumpliría. En mi mente, lo bueno era que fuera un lugar cercano, y algo que encajara en mis planes. Pero llegado el tiempo, Dios me mostró que esa nueva tierra era otro país. Eso significaba dejar atrás a mi familia, mis sueños personales, y mi carrera de Derecho, cuando ya estaba en el último semestre. Humanamente, lo bueno era terminar y graduarme. Pero lo eterno era obedecer a Dios y dejarlo todo.

Esa decisión me dolió. Los primeros años en el nuevo país tuve que lidiar con el sentimiento de fracaso, con ver a mis compañeros graduarse y con las preguntas de quienes no entendían. Sin embargo, descubrí que lo visible engaña, pero lo eterno permanece. Hoy puedo decir que esa obediencia, aunque incomprensible para muchos, me acercó más al propósito de Dios y me dio plenitud.

La realidad es que muchas cosas que parecen buenas, como una carrera prometedora, la aprobación de los demás, las modas, las costumbres sociales, incluso ciertos sueños personales, pueden convertirse en obstáculos si nos desvían del propósito eterno de Dios. Pueden ser buenas, pero no necesariamente eternas.

Romanos 12:2 NVI, nos recuerda: “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.” Eso es la clave: renovar nuestra mente con la Palabra. Si nos dejamos llevar por las heridas, emociones o experiencias, podemos distorsionar lo que es “bueno”. Pero cuando dejamos que la verdad eterna de Dios sea el filtro, nuestras decisiones tienen valor eterno.

El mismo Jesús nos dio el ejemplo supremo. Lo visible era la cruz: dolor, injusticia, burla, abandono. Lo bueno a los ojos humanos habría sido evitar ese sufrimiento. Pero lo eterno era la redención de toda la humanidad. Él eligió lo eterno por encima de lo visible, y gracias a eso hoy tenemos vida.

Eclesiastés 8:14 NVI: "En la tierra suceden cosas que son vanidad, pues hay hombres justos a quienes les va como si fueran malvados y hay malvados a quienes les va como si fueran justos. ¡Y yo digo que también esto es vanidad!", nos recuerda que en esta vida muchas cosas parecen injustas y sin sentido; y Romanos 11:36 RVR1960, afirma que “de Él, por Él y para Él, son todas las cosas.” Por lo tanto, no se trata de lo que nosotros consideremos bueno, sino de lo que procede de Dios y permanece para siempre.

Aquí está el punto crucial: decidir entre lo bueno y lo eterno no es solo una cuestión moral de “hacer lo correcto”. Si basamos el concepto de lo bueno en nosotros mismos, podríamos justificar actitudes que no reflejan a Cristo: ignorar a alguien que nos hizo daño, responder con indiferencia, buscar solo nuestro beneficio. Eso puede parecer bueno, justo e incluso lógico… pero ¿es eterno? No. Jesús nos mostró otro camino: amar, bendecir y perdonar, aunque duela. Ese es el filtro eterno.

Por eso, cada decisión que tomemos debe evaluarse con estas preguntas: ¿Esto edifica? ¿Esto refleja a Cristo? Lo bueno puede traer aprobación humana, pero lo eterno trae aprobación de Dios.

No todo lo bueno es eterno, pero todo lo eterno siempre será bueno.

Aplicación:

  • Haz un examen de tu corazón. Pregúntate: ¿en qué estoy fundamentando mis decisiones: en lo que parece bueno o en lo que es eterno?
  • Filtra tus metas y deseos. Pregúntale al Señor: ¿esto que persigo glorifica Tu nombre y tiene valor eterno, o solo alimenta mis expectativas humanas?
  • Deja de compararte. Cada carrera es distinta, pero el premio es el mismo: la vida eterna en Cristo. Enfócate en Jesús, no en lo que ves en los demás.
  • Abraza la eternidad. Vive consciente de que lo visible es pasajero. No te aferres al reconocimiento humano, ni al dolor actual, ni a las circunstancias momentáneas. Mira más allá de lo visible.

Oración:

Señor, gracias porque Tu palabra me recuerda que lo visible es pasajero, pero lo eterno permanece para siempre. Reconozco que muchas veces me he dejado llevar por lo que parece bueno a mis ojos o por lo que otros aprueban, olvidando que solo Tú eres la fuente de lo eterno.

Hoy decido entregar mi manera de pensar y de vivir, y renovar mi mente en Ti. Ayúdame a discernir entre lo que es solo bueno y lo que tiene peso eterno. Líbrame de conformarme a este mundo y enséñame a vivir en obediencia, aun cuando el costo parezca alto.

Jesús, gracias por mostrarme con tu vida y con la cruz que lo eterno siempre vale más que lo visible. Quiero seguir tu ejemplo y elegir lo eterno por encima de mis propios planes, sueños y deseos.

Espíritu Santo, guíame en cada decisión. Que lo que piense, lo que hable y lo que haga, tenga fruto para la eternidad. Amén.

Acerca de este Plan

Más Allá De Lo Visible

Este devocional nace de mi propia historia: noches de preguntas sin respuestas, puertas cerradas y desafíos imposibles. En medio de todo comprendí que confiar en Dios no cambia de inmediato las circunstancias, pero sí transforma el corazón. A través de estas reflexiones quiero invitarte a caminar conmigo en un viaje de fe donde aprenderemos a descansar en Su gracia, perseverar en Su voluntad y mantener viva la esperanza. Mi oración es que reconozcas Su fidelidad, experimentes Su paz y creas que, más allá de lo visible, Él está obrando.

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Nos gustaría agradecer a Diana Guerra por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.instagram.com/dianacguerran?igsh=MTlsM2E2Mzl6aTZ6Yg==&utm_source=qr