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Día 3 — Perseverar en la decisión correcta
A lo largo de estos meses, enfrentamos momentos en los que parecía que la promesa de Dios tardaría demasiado. Oposición, desvíos y obstáculos se acumulaban uno tras otro, y era fácil sentirse frustrada, desanimada o incluso tentada a abandonar la esperanza. Pero Dios me recordó que la meta no cambia, aunque la ruta sí. Él nos llama a mantenernos firmes y coherentes, confiando en Su tiempo perfecto.
Como Pablo en Hechos 27–28 (NVI), no siempre tenemos control sobre los vientos contrarios ni sobre las decisiones de otros. Pablo enfrentó tormentas, naufragios y persecución, pero nunca perdió de vista su propósito: testificar y cumplir la voluntad de Dios. Su ejemplo me enseñó que las dificultades no son señales de abandono de Dios, sino oportunidades para crecer en fe, paciencia y dependencia de Él. Lo que parece un desvío puede ser, en realidad, una preparación para un lugar donde Dios quiere que lleguemos y donde Su obra se hará visible.
Y el mayor ejemplo de perseverancia lo encontramos en Jesús mismo. En Getsemaní, Él reconoció el peso de la copa que debía beber y, en Su humanidad, expresó su deseo de evitarla. Sin embargo, perseveró en la decisión correcta: rendirse a la voluntad del Padre. “No se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42 LBLA). Jesús confió en que el plan de Dios era mayor, aunque implicara sufrimiento. Gracias a Su obediencia, hoy tenemos vida y esperanza.
Perseverar también significa coherencia entre lo que creemos y lo que hacemos. Jeremías 32 (NVI) es un ejemplo claro: Dios le habló de una promesa en medio de circunstancias imposibles, y él actuó conforme a la palabra recibida, comprando un campo y mostrando con su acción que confiaba plenamente en lo que Dios le había dicho.
De la misma manera, nuestras acciones deben reflejar nuestra fe, aunque el entorno, los resultados o las opiniones ajenas parezcan contradecirla. Y aquí es donde recordamos algo clave: esta coherencia no proviene de nuestra fuerza de voluntad, sino del Espíritu Santo que nos capacita para vivir la fe que profesamos. Cuando dependemos de Él, perseverar ya no se trata de cargar un peso imposible, sino de caminar guiados y fortalecidos por Su poder.
Perseverar no significa esperar pasivamente; implica actuar desde la fe, decidir cada día, mantenerse firme y coherente, incluso cuando no se entiende todo. Implica soltar el miedo, la ansiedad y la frustración, confiando en que lo invisible está siendo trabajado por Dios. Aunque los resultados no sean inmediatos, nuestra fidelidad y coherencia, sostenidas por el Espíritu Santo, preparan el terreno para la manifestación de Su promesa.
Hoy puedo mirar hacia atrás y reconocer que cada desafío, cada puerta cerrada, y cada momento de espera ha sido una oportunidad para aprender a depender completamente de Él. Así como Pablo, Jeremías y, sobre todo, Jesús, podemos perseverar con fe y coherencia, sabiendo que Dios nunca olvida Su palabra y que la recompensa llega en Su tiempo perfecto.
Aplicación:
• Haz una lista de promesas de Dios que estás esperando y revisa cómo tus acciones reflejan fe en ellas.
• Reflexiona sobre un desvío o dificultad reciente y pregúntate: ¿cómo puedo mantenerme firme y coherente en esta situación?
• Declara diariamente tu confianza en Dios y Su tiempo perfecto, dependiendo del Espíritu Santo para sostener tu fe y obediencia.
Recuerda que tu coherencia y perseverancia no solo fortalecen tu fe, sino que inspiran y bendicen a otros. Pero sobre todo, recuerda que esto no lo alcanzas con tus propias fuerzas, sino que tienes al Espíritu Santo como tu mejor amigo, dispuesto a ayudarte cada día.
Oración:
Espíritu Santo, ayúdame a mantener la visión clara, a perseverar sin desanimarme y a actuar con coherencia según Tu palabra. Espíritu Santo, enséñame a no confiar en mis fuerzas, sino en Tu poder, y capacítame para vivir una fe firme y obediente, como lo hizo Jesús. Que mi vida refleje confianza plena en Tu tiempo perfecto y en Tu fidelidad, recordando que todo lo que vivo y hago puede testificar de Ti. Amén.
Acerca de este Plan

Este devocional nace de mi propia historia: noches de preguntas sin respuestas, puertas cerradas y desafíos imposibles. En medio de todo comprendí que confiar en Dios no cambia de inmediato las circunstancias, pero sí transforma el corazón. A través de estas reflexiones quiero invitarte a caminar conmigo en un viaje de fe donde aprenderemos a descansar en Su gracia, perseverar en Su voluntad y mantener viva la esperanza. Mi oración es que reconozcas Su fidelidad, experimentes Su paz y creas que, más allá de lo visible, Él está obrando.
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Nos gustaría agradecer a Diana Guerra por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.instagram.com/dianacguerran?igsh=MTlsM2E2Mzl6aTZ6Yg==&utm_source=qr