Estudiemos El Libro De JonásMuestra

Día 2: ¡No quiero, Señor!
«Tomaron, pues, a Jonás y lo lanzaron al mar; y el mar cesó en su furia. Y aquellos hombres temieron en gran manera al Señor; ofrecieron un sacrificio al Señor y le hicieron votos. Y el Señor dispuso un gran pez que se tragara a Jonás; y Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches» (Jonás 1:16-17 NBLA).
¿Qué está pasando? En esta trama, vemos a un profeta de Dios que se niega a hacer la tarea que Dios le encomendó.
La ciudad de Nínive era la capital de Asiria, grande tanto en tamaño como en influencia. Más o menos, unos 120.000 habitantes. Irónicamente, dentro de 40 sería el instrumento de juicio de Dios contra Israel. Y Dios castigará a esta ciudad mucho tiempo después. Entonces, ¿por qué Dios pidió esto? Porque Dios es Dios.
Lo que Dios está mostrando es que Él es fiel a Su pacto. La salvación de una ciudad pagana es una sombra del propósito de Dios de incluir a los gentiles en el Reino; Jonás nos anticipa del gran número de conversiones que sucederá después de Pentecostés. Nosotros somos una muestra de la bondad de Dios de salvar a toda persona que crea en Su Hijo Jesús. ¿Ves de otra manera a Nínive?
Nota que este libro no se trata de Jonás, ya que el iniciador y sustentador de toda la trama, es Dios. Él llama a Jonás, le da la encomienda, envía una tormenta que se suscita por su propio pecado de obedecer a Dios. Las consecuencias de su negativa y de esa tormenta, pone en riesgo a otros, ¿lo notaste? El pecado siempre afecta a otros. No importa hacia dónde vayas, no puedes alejarte de la mirada de Dios. La presencia de Dios no está limitada a un lugar. Él es soberano, sobre todo y sobre todos, aun cuando sus hijos pecan. Él lo ve todo.
¿A quién le cae la suerte? A Jonás, algo más sobre lo que Dios tiene control. Los marineros estaban asustados y ninguno de sus dioses hizo algo, así que se tornaron al Dios de Jonás, al verdadero Dios. ¿Cuál era la única opción para los marineros y para Jonás? Que él pagara por lo que estaba sucediendo al ser echado al mar. Eso era lo que Dios quería y eso fue lo que pasó.
El resultado, incluso del pecado, es que los marineros ofrecieron sacrificios al Señor. No sabemos sobre su fe, pero conociendo a nuestro Dios misericordioso, este acto no quedó registrado en vano. Y así como Dios dispuso, así Jonás fue echado al mar, y además, que un gran pez se lo tragara. ¿Dime si Dios no está en control de todo?
Como Jonás, queremos hacer lo que queremos, ¿no es así? Cuando pecamos lastimamos a otros. Pero, ¡cuánta misericordia de Dios para salvar a otros y para dar otra oportunidad a Jonás! Puedes estar huyendo de Dios, pero Dios dice: Yo trataré contigo.
Lee, Salmo 32:8: «Yo te haré saber y te enseñaré el camino en que debes andar; Te aconsejaré con Mis ojos puestos en ti» (NBLA). ¿Cómo responderás hoy?
Oremos: Gracias por tu amor inagotable, gracias por tu fidelidad que nos sostiene y por tu misericordia para salvar y para seguir obrando en nuestros corazones. Ayúdame a hacer tu voluntad, porque en ello mi alma se regocija. Amén.
Escrituras
Acerca de este Plan

Este devocional te invita a presentarte delante de Dios para conocerlo en Su Palabra. A través de un breve estudio del libro de Jonás, aprende a leer la Biblia, a identificarte con el autor y a encontrarte con Cristo, de manera que tu corazón atesore más a tu Salvador.
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Nos gustaría agradecer a Susana De Cano por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.instagram.com/susanadecano
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