De Orilla a Orilla: Un Viaje a La ReconciliaciónMuestra

Día 1: Humildad: Tierra firme
Pasaje clave:Filipenses 2:3-5
Las relaciones humanas son hermosas, pero también son muy frágiles. Basta una palabra mal dicha, una actitud de orgullo o un malentendido para que surja la distancia. Tal vez, en este momento llegó a tu mente el nombre de alguien con quien tu relación no está en buenos términos. Quizá la reconciliación puede parecerte un puente demasiado largo, incluso muy costoso para construir. Pero piensa que todo puente empieza en lo más básico: los cimientos. Y los cimientos de la reconciliación, según la Palabra de Dios, se llaman humildad.
Pablo, en Filipenses 2:3-5, nos invita a no hacer nada por egoísmo ni vanagloria, sino a considerar a los demás como superiores a nosotros mismos, teniendo la misma actitud de Cristo. La humildad no es pensar que mi valor es menor, sino pensar menos en mí mismo para poder ver al otro con claridad. Se trata de soltar mi necesidad de tener la razón, de quedar bien, de defender mi orgullo. Como los cimientos de un puente, la humildad es invisible a simple vista, pero todo se derrumba si no está ahí.
Imagina que quieres construir un puente, pero el suelo es inestable. Ninguna estructura, por más sofisticada que sea, resistirá. Lo mismo sucede en las relaciones: podemos intentar hablar, negociar o incluso perdonar, pero si no hay humildad en el corazón, tarde o temprano la relación colapsará.
La humildad abre un espacio para reconocer mi parte en el conflicto. Es más fácil señalar lo que el otro hizo mal que admitir mis propios errores, pero el primer paso para restaurar no depende de lo que el otro haga, sino de lo que yo estoy dispuesto a soltar.
Jesús fue quien nos mostró este camino: Él, siendo Dios, no se aferró a su posición, sino que se despojó de sí mismo y tomó forma de siervo para reconciliarnos con Dios Padre. Él bajó a nuestra orilla de debilidad y pecado, para levantar el puente de salvación. Siendo inocente, se humilló por amor.
La humildad no es un signo de debilidad, sino de fortaleza espiritual. Significa que confío tanto en Dios que puedo dejar de defender mi propio ego y poner por delante la sanidad de la relación. Significa que elijo servir antes que exigir, amar antes que reclamar.
Hoy el desafío es comenzar con lo más sencillo y, a la vez, lo más profundo: orar por esa persona con la que estás en conflicto. Pídele a Dios que te muestre un acto concreto de humildad, aunque no esté directamente relacionado con el problema. Puede ser un gesto amable, un mensaje breve o incluso una oración constante en secreto. Lo importante es que tu corazón empiece a moverse en la dirección correcta: hacia el puente.
Reflexiona:
¿Qué orgullo me impide dar el primer paso hacia la reconciliación?
Practica:
Haz hoy un acto concreto de humildad hacia esa persona, aunque sea algo pequeño
Acerca de este Plan

Las relaciones pueden convertirse en caminos difíciles de cruzar cuando surgen heridas y conflictos. Sin embargo, Dios nos llama a ser constructores de paz y embajadores de Su gracia. Este devocional de cinco días te guiará paso a paso, de orilla a orilla, para edificar puentes de humildad, escucha, verdad, perdón y reconciliación. Más que restaurar vínculos, es un camino hacia un corazón transformado por Cristo.
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Nos gustaría agradecer a Denisse Esparza por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.instagram.com/deniiesp
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