Día 4 – Obedecer aunque no entienda

Versículo principal:

“Confía en el Señor de todo corazón, y no te apoyes en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus sendas" (Proverbios 3:5–6 NVI).

Reflexión:

Obedecer a Dios no siempre es fácil, y mucho menos cuando no entendemos el porqué. A veces, lo que Él nos pide va en contra de nuestra lógica, nuestras emociones o incluso nuestros planes.

Pero ahí es donde sucede algo poderoso: cuando decidimos obedecer, aunque no veamos toda la imagen, aunque no sintamos “ganas”, aunque no comprendamos… ahí es cuando la fe se vuelve real. Porque la fe no es solo creer que Dios existe, sino confiar lo suficiente como para hacer lo que Él nos pide.

Me acuerdo de Pedro, cuando Jesús le dijo que volviera a echar las redes después de una noche entera sin pescar nada. ¿Qué sentido tenía? ¿Qué lógica? ¡Ninguna! Pero Pedro obedeció… y el milagro ocurrió después de la obediencia.

Nuestra generación está acostumbrada a entenderlo todo antes de actuar. Googleamos, preguntamos, analizamos. No obstante, con Dios, muchas veces el orden es diferente: primero obedecemos, luego entendemos. La revelación viene después de la rendición.

¿Y si eso que Dios te pide hoy es un paso pequeño que abrirá una puerta enorme mañana? ¿Y si tu “sí” de hoy es la clave para la paz, la dirección o el propósito que estás buscando?

La obediencia no es ciega, es confiada. Y no se trata de hacer por miedo, sino por amor. Porque quien confía, obedece. Y quien obedece, experimenta.

Preguntas para reflexionar:

• ¿Hay algo que sabes que Dios te está pidiendo, pero estás postergando por miedo o falta de entendimiento?
• ¿Qué historias de la Biblia te inspiran a obedecer a pesar de no entender?

Acción práctica:

Haz una lista de lo que Dios ya te ha dicho que hagas (aunque parezca pequeño). Elige una cosa y hazla hoy, confiando en que Él está guiando tu camino, aunque todavía no veas el final.