Día 1: ¿Dios sigue hablando?

Versículo principal:

“Si ustedes oyen hoy su voz, no endurezcan sus corazones como sucedió en la rebelión." (Hebreos 3:15 NVI).

Reflexión:

A veces parece que el cielo está en silencio. Oramos, buscamos dirección y todo lo que escuchamos es… nada. Pero quizás, el problema no es que Dios no esté hablando, sino que no sabemos cómo reconocer Su voz.

Desde el jardín del Edén hasta hoy, Dios siempre ha sido un Dios que se comunica. No es mudo ni indiferente. Al contrario, Él desea relacionarse contigo, hablarte, guiarte, y hasta corregirte cuando lo necesites. Sin embargo, el ruido de nuestras rutinas, el bombardeo constante de redes sociales, y hasta nuestros propios miedos, pueden opacar esa voz apacible pero poderosa.

En este primer día, quiero invitarte a hacer una pausa. No para que simplemente “ores más”, sino para que abras tu corazón a una realidad profunda: Dios no ha dejado de hablar, pero a lo mejor, tú has dejado de escuchar.

Esto no es para que te sientas culpable, sino para inspirarte a renovar tu deseo de intimidad con Él. Cuando Jesús dijo que sus ovejas oyen su voz, hablaba de una relación de cercanía, no de una fórmula mística. La clave está en conocerlo. Cuanto más lo conozcas, más clara, nítida e inconfundible será Su voz.

Pregunta para reflexionar:

¿Estoy dándole a Dios el espacio para hablarme, o mi agenda está tan llena que ya no escucho nada?

Acción práctica:

Hoy, silencia el ruido. Apaga el teléfono por 30 minutos. Toma tu Biblia. Ora con sinceridad y luego… quédate en silencio. No te apures. Solo espera escuchar Su voz.