Día 3 – ¿Es Dios o soy yo?

Versículo principal:

“Queridos hermanos, no crean a cualquier espíritu, sino sométanlo a prueba para ver si es de Dios, porque han salido por el mundo muchos falsos profetas" (1 Juan 4:1 NVI).

Reflexión:

Una de las preguntas que más escucho es: “¿Cómo sé si es Dios el que me está hablando… o soy yo?”. ¡Qué buena pregunta! Y sí, es más común de lo que crees. A mí también me ha pasado.

La realidad es que muchas veces confundimos la voz de Dios con nuestros pensamientos, nuestras emociones o incluso nuestros miedos. Pero hay algo que siempre me ayuda: la voz de Dios nunca se contradice con Su Palabra, nunca promueve el miedo, la condena ni el orgullo. Su voz guía, consuela, desafía, trae convicción y transforma.

Dios no juega a las escondidas. Él quiere darse a conocer. Pero también quiere formar en nosotros una relación que sea madura, una fe que no se base solo en señales externas, sino en una intimidad profunda con Él.

Hay momentos en que Su dirección se siente tan clara como si alguien nos hablara al oído. Y otras veces, se parece más a una convicción interna, una paz en medio de la incertidumbre o una palabra que se repite y se alinea con la Biblia.

También es clave no caminar solos. Personas maduras en la fe, mentores, líderes espirituales… Dios puede usar a otros para confirmar lo que está poniendo en tu corazón. No todo lo que “sentimos” viene de Dios, y ahí entra el valor del discernimiento, la comunidad y la rendición.

Hoy quiero decirte esto: si te estás haciendo esta pregunta, ya vas por buen camino. Solo los que realmente desean obedecer se preocupan por escuchar bien.

Preguntas para reflexionar:

• ¿Has tenido momentos en que confundiste tu voz con la de Dios? ¿Qué aprendiste de eso?
• ¿Tienes a alguien sabio con quien puedas hablar cuando no estás seguro?

Acción práctica:

Escribe una situación en la que necesites dirección. Luego ora, lee la Palabra y consulta con alguien maduro en la fe. Espera. Dios quiere hablarte más de lo que tú quieres escucharlo.