Líderes ImperfectosMuestra

DÍA 2 – JOSUÉ
La derrota en Hai fue un golpe inesperado para Israel. Venían de una gran victoria en Jericó, donde los muros cayeron de manera sobrenatural, no por fuerza humana sino por la intervención directa de Dios. Eso les dio confianza… pero también los llevó a subestimar la siguiente batalla. Hai era una ciudad más pequeña, y los espías de Josué le sugirieron no enviar a todo el ejército, porque “era sencilla”. Lo que nadie veía era el pecado oculto en el campamento: Acán había tomado del anatema, objetos que Dios había mandado destruir o consagrar (Josué 7). Así, lo que parecía fácil terminó en derrota; murieron treinta y seis hombres y el ánimo del pueblo se desmoronó.
Fue en ese contexto que Josué cayó rostro en tierra delante del arca, rasgó sus vestidos y clamó:
“¡Oh Señor Soberano! ¿Por qué nos hiciste cruzar el río Jordán si vas a dejar que los amorreos nos derroten? ¡Si tan solo nos hubiéramos conformado con quedarnos del otro lado!” (Josué 7:7 NTV).
Si lo piensas, es casi el mismo espíritu que el pueblo en el desierto cuando murmuraban: “mejor nos iba en Egipto con las ollas de carne y las cebollas”. Es ese reflejo humano de pensar que el pasado —aunque era esclavitud— parecía más seguro que enfrentar la incertidumbre de la fe.
Josué muestra que incluso un líder fuerte y valiente puede atravesar dudas y desaliento. A diferencia de Moisés, que solía interceder buscando la dirección de Dios sin poner en tela de juicio su propósito, Josué acá se enfoca en la derrota y el peligro; su “¿por qué?” revela una confianza sacudida. No deja de ser un gran líder, pero está madurando espiritualmente en medio de la crisis.
Querido líder, ¿no te pasa que a veces confiamos de más en las victorias pasadas y, sin darnos cuenta, dejamos de depender de Dios en lo concreto? Lo pequeño te puede “tirar” si hay algo escondido que no trataste con el Señor. Las experiencias previas ayudan, pero no reemplazan la obediencia presente. Dios no desechó a Josué: lo corrigió, expuso lo oculto, lo guió… y volvió a darle estrategia. La derrota no fue el final, fue el principio de una purificación necesaria.
Hoy, haz una pausa y pregúntate: ¿en qué áreas estás confiando más en lo que “sabés hacer” que en la guía de Dios? ¿Hay algo que el Espíritu te está marcando para poner en orden? Pídele al Señor claridad, humildad y obediencia para liderar a tus jóvenes con fidelidad, sin depender solo de tus logros o tu experiencia.
Oración
Señor, no quiero vivir de recuerdos ni de mis propias estrategias. Múestrame si hay algo oculto que deba rendirte y enséñame a obedecerte en el hoy. Forma en mí un corazón sensible y humilde para seguir tu dirección y cuidar bien a los que me confiaste. En el nombre de Jesús, amén.
Sigamos aprendiendo juntos. ¡Te veo mañana en el Día 3!
Escrituras
Acerca de este Plan

Todos fallamos, incluso los líderes más ungidos. A veces el cansancio, el miedo o la frustración nos frenan. Este devocional de 5 días te desafía a enfrentar tus errores no forzados, encender de nuevo tu pasión y responder al llamado de Dios.
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Nos gustaría agradecer a José Conde Kowal por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.instagram.com/joseckow