Cinco Lenguajes De La Creatividad en La IglesiaMuestra

Saborear la Creatividad. El Gusto que Inspira

Los sabores despiertan recuerdos, emociones y conexiones. Así como disfrutamos un alimento, podemos “saborear” ideas y experiencias que alimenten nuestra creatividad. Cada bocado puede ser un puente para expresar gratitud, inspirar a otros o descubrir nuevas formas de crear. Nuestro sentido del gusto nos invita a experimentar, a probar y a disfrutar con todos nuestros sentidos lo que Dios ha puesto a nuestro alcance. Al igual que David nos invita en el Salmo 34:8 NVI, aprender a percibir la bondad de Dios es como degustar un platillo exquisito: requiere atención, apertura y disposición para disfrutar de cada matiz que la vida nos ofrece.

Hace unos días, pensábamos cambiar de colegio a nuestro pequeño Matías. Queríamos que él se convenciera de que esta nueva escuela sería una mejor opción. Al principio, no estaba seguro. Fue entonces cuando la directora recurrió a un recurso inesperado: una caja de galletas de esas que son caseras y sabes en automático que sabrán ricas, algunas doradas con chocolate y otras espolvoreadas, crujientes y deliciosas. La primera vez que Matías las probó, lo hizo con cierta vergüenza; la segunda y tercera vez, sin reservas. ¿Sabes qué terminó convenciendo a mi hijo de que esta escuela era especial? Sí, las galletas. Este pequeño detalle nos recuerda que el sentido del gusto puede ser una puerta para conectar, abrir diálogos y transmitir cuidado. Si a este sentido le sumamos creatividad y propósito, podemos llevar el amor de Jesús a personas que necesitan consuelo o alegría, incluso a través de un café, unas galletas o un sencillo platillo.

¿Cómo es posible percibir a Dios a través del gusto? Este sentido nos recuerda que Él se revela en los detalles cotidianos, en la abundancia de colores, texturas y sabores que nos rodean. Cada sabor que experimentamos puede ser un recordatorio tangible de la riqueza y la variedad de la creación divina. Al prestar atención a lo que probamos, podemos entrenar nuestro corazón para reconocer la bondad de Dios en lo simple y lo ordinario.

¿Te imaginas poder lograr esto para alguien que no conoce de Jesús? ¿Ser un generador de sabores que nos lleven a un encuentro con Dios? En la vida de la comunidad, este sentido puede convertirse en una herramienta creativa para inspirar y unir a otros. Organizar actividades que involucren alimentos, aromas y sabores puede abrir espacios de conexión, alegría y aprendizaje. Un pequeño gesto, como compartir una receta, preparar una bebida especial o incluso un detalle dulce, puede convertirse en un medio para sembrar esperanza, fortalecer relaciones y reflejar la gracia de Dios de manera práctica. La creatividad aplicada al gusto permite que lo cotidiano sea un regalo y que podamos dejar pequeñas huellas en los demás.

Puede sonar extraño, pero Jesús puede revelarse en un sabor inesperado.