De mujer a mujerMuestra

Dina: Una crisis de aburrimiento
Jacob, su esposa Lea y su numerosa familia se habían establecido cerca de Siquem, una ciudad cananea. Como es natural, sus hijos, entre ellos la joven Dina, se habían familiarizado con sus vecinos, quienes eran paganos, adoraban ídolos y vivían para el placer mundano.
La madre de Dina, Lea, estaba demasiado enfrascada en su rivalidad con Raquel como para prestar a su hija la atención y la guía que una joven necesita de su madre, y sus hermanos probablemente pasaban la mayor parte del tiempo compartiendo intereses masculinos mutuos, y así dejaban a Dina con poca compañía. Por eso no es de extrañar que leamos en Génesis que Dina se aventuró un día a pasar tiempo con las hijas del país (Gn. 34:1).
La historia cuenta: “Y la vio Siquem hijo de Hamor heveo, príncipe de aquella tierra, y la tomó, y se acostó con ella, y la deshonró” (Gn. 34:2 RVR1960). Podemos aprender mucho de la historia de Dina sobre cómo evitar las consecuencias que pueden producirse si nos desviamos del camino de Dios.
¿Qué nos mueve a buscar compañía fuera de otros creyentes? Para algunas, es el sentimiento de rechazo por parte de la comunidad cristiana debido al bagaje de su pasado. En otros casos, las mujeres que luchan con un pecado asediante tienen miedo de sincerarse en un entorno cristiano. Piensan: “Si los demás me conocen de verdad, no querrán saber nada de mí”. Ese tipo de miedo e inseguridad las hace sentirse aisladas de las personas que podrían ofrecerles palabras de aliento.
Otras viven principalmente en un entorno mundano, por lo que, para ellas, esa compañía las hace sentir más como en casa. O quizás, desde que te llegaste a la fe en Cristo, nunca te has alejado del mundo y su encanto. Te aburren las personas y las actividades cristianas, y buscas algo que te estimule más. Tal vez te has cansado de esperar a que Dios te dé un compañero o un grupo de amigas, y se ha alojado en ti un espíritu de impaciencia. O tal vez estás tan ansiosa de tener un amor incondicional que lo buscas en todos los lugares equivocados.
Las personas y las situaciones a las que nos exponemos también juegan un papel clave en nuestro deseo de desviarnos del buen camino. Cuando vemos la televisión indiscriminadamente, a menudo estamos deleitando nuestros ojos con la mundanalidad sensual. Si pasamos mucho tiempo fuera del horario laboral con nuestros compañeros de trabajo no regenerados, es decir, con los incrédulos, comenzaremos a desear lo que ellos desean y encontraremos que nuestro pensamiento se está moldeando al de ellos. Pablo escribió: “No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” (1 Co. 15:33 RVR1960).
Nuestros pensamientos también constituyen un factor clave a la hora de determinar nuestros deseos y acciones. Restamos importancia al rol de la fantasía. Sin embargo, la verdad es que, si damos lugar a un pensamiento sensual una y otra vez en nuestra mente, es mucho más fácil ir y hacerlo. La mayoría de los grandes pecados en los que caemos son el resultado de elecciones imprudentes y de una acumulación de pecados menores durante un largo período de tiempo.
Límites santos
Cuando Dios repartió porciones de la tierra prometida a las doce tribus de Israel (Jos. 15–17), trazó los límites de cada tribu en función de sus planes a largo plazo para los miembros de cada tribu, así como para su propia gloria. De la misma manera, Él también traza límites alrededor de nuestras vidas, y es dentro de esos parámetros que somos libres de vivir. Las líneas se trazan de la misma manera para cada creyente en términos de las ordenanzas establecidas en las Escrituras, pero en otros aspectos pueden variar. Puedes descubrir los límites de Dios para ti cuando consideras tus circunstancias materiales, tus dones y talentos, tu estado civil y tu familia, y las cosas que te tientan a pecar. Nosotras, como mujeres cristianas, tenemos la responsabilidad de determinar dónde están trazados nuestros límites. Los límites que Dios establece para nosotras pueden cambiar y cambiarán con frecuencia en diferentes momentos de nuestras vidas para ampliar o estrechar el ámbito en el que debemos vivir y servirlo.
Siempre y solo dentro de los límites particulares que Dios ha trazado para cada uno de sus hijos se puede encontrar la verdadera felicidad. Mira lo que tienes a tu alrededor. Deja de mirar lo que no tienes. La alegría y la plenitud están a tu disposición ahora. Espero que lo hayas descubierto por ti misma. Es la manera de vivir verdaderamente la vida abundante que Dios ha prometido a su pueblo.
Volver al buen camino
Si eres una mujer que se ha desviado del camino, tal vez te preguntes cómo volver al plan de Dios para tu vida. Pídeselo, y Él te ayudará. Dios no quiere que te pierdas lo mejor de Él. Lee la parábola del hijo pródigo en Lucas 15 para animarte. La vida de Dina no terminó después que se descarrió. No volvemos a leer sobre ella, pero sabemos que regresó a donde pertenecía, a una familia que Dios había elegido para que vivieran en una relación de pacto con Él, apartada para recibir todas las bendiciones que reciben quienes viven dentro de los límites de su pacto.
Si hoy estás lejos del hogar, estas palabras del profeta Joel encierran la promesa que te espera de regreso a casa:
Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros. Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de Jehová vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi pueblo avergonzado (Jl. 2:25-26 RVR1960).
Señor, al considerar por qué a veces busco compañía fuera de Tu voluntad, cómo permito pensamientos que parecen inofensivos pero que pueden hacerme daño, y al reconocer la agitación que muchas veces invade mi corazón, te ruego que me enseñes a encontrar en Ti la única fuente de satisfacción y verdadera libertad. Rindo mi mente, mis emociones y mis deseos a Ti, confiando en que solo en Tu presencia hay plenitud de gozo. Amén.
Escrituras
Acerca de este Plan

Descubre cómo Dios ha obrado en y por medio de mujeres ricas y pobres, amadas y no amadas, de buena y de mala reputación. No todas fueron victoriosas espiritualmente, pero incluso sus fracasos nos dejan enseñanzas que podemos aplicar a nuestra vida hoy.
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Nos gustaría agradecer a Editorial Portavoz por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.portavoz.com/de-mujer-a-mujer
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