¡Fuera Filtros!

Como escribía ayer, la historia de Noemí me ha llevado a reflexionar sobre cuánto han afectado mis decisiones tomadas por cuenta propia, sin haber consultado con Dios.

¿Cuál era Su plan para mí? ¿Cuánto me alejé de ese plan como consecuencia de mis elecciones?

Noemí y su familia decidieron mudarse a otro lugar debido a la situación que enfrentaban en su país. Fue una decisión tomada con base en sus pensamientos y circunstancias, pero no conforme a la voluntad de Dios. Noemí enfrentó temor y profundo dolor al ver caer, una a una, las personas que la sostenían, sintiéndose lejos del lugar donde conocía a quienes la amaban y compartían su fe en el mismo Dios.

Hay lugares que, incluso sin salir de tu lugar de residencia, pueden ser oscuros. Lugares donde todo lo que te sostenía se derrumba poco a poco, y entonces comprendes que solo Dios es tu fortaleza, tu sostén, y quien verdaderamente tiene lo mejor para ti. Alejarte de Él por seguir tu propia voluntad no ha sido para tu bien.

Así como Noemí decidió regresar —y lo hizo acompañada de Rut— tú también necesitas volver al lugar donde puedes encontrarte nuevamente con Dios. Busca a alguien que te acompañe en este proceso: una persona leal, confiable, que te ayude en este tiempo que estás atravesando. Alguien con quien puedas ser completamente sincero, y junto a quien puedas restaurar esa comunión con Dios de la que te has alejado.

No tardes más. La comunión con Dios es lo más valioso que tienes.

¡Abre tu corazón!

Pensando en...

Cuando tú dices, es. Cuando tú hablas, haces.Cuando prometes, cumples.

Señor, aquí estoy. Me rindo. Hoy te creo, mi Dios. Lo pongo todo en tus manos.

Dices… y harás. Tu ayuda me darás, mi necesidad suplirás. Conmigo, Señor, tú estás.

Ya no tengo temor; en ti he de confiar. Con todo mi ser te amaré; con mi voz te alabaré.

Gracias, Dios, por escucharme, por contestarme, por bendecirme.

Oración.

Papá,

Hoy me doy cuenta de cuánto te necesito. Comprendo que, apartada de ti, nada puedo hacer. Necesito ser obediente a tus mandatos. Debo buscarte en todo momento y confiar solo en ti, porque tu plan para mí es lo mejor.

Te pido perdón por todo en lo que te he fallado: por cada pensamiento, palabra y acción que no vienen de ti. Gracias por escucharme y por ayudarme.

En el nombre de Jesús, amén.