Firmes en La Prueba: El Camino Hacia La VidaMuestra

El pecado siempre da fruto… mortal

“Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” (Santiago 1:15 RVR1960).

El pecado nunca se queda en semilla; siempre crece, y su cosecha es muerte.

Santiago continúa la metáfora, ahora con lenguaje de gestación y parto. El deseo desordenado “concibe”, y el pecado es el hijo nacido de esa unión. Pero la descendencia final es la muerte: separación de Dios, pérdida de propósito, y ruina personal.

No hay tal cosa como “pecado inofensivo”. Todo pecado, si no es confesado y tratado, madura en destrucción (Romanos 6:23). Este proceso rara vez es instantáneo. Por eso, debemos discernir y cortar desde el deseo, no solo resistir la conducta externa.

La santidad no se cultiva con neutralidad, sino con vigilancia espiritual. Debemos pedir al Espíritu que alumbre las zonas oscuras de nuestro interior antes de que el deseo dé fruto.

¿Hay alguna “semilla” en mi vida que parece pequeña, pero está creciendo hacia una cosecha de muerte?