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Día 5: Santidad, Un Camino Diario

La santidad no comienza con perfección, sino con una decisión: vivir conforme a la Palabra de Dios. El salmista lo entendía profundamente, por lo que en el versículo 9 reflexiona: ¿Cómo puede el joven mantener limpio su camino? Viviendo conforme a tu palabra. Seamos jóvenes o no tan jóvenes, el principio sigue siendo el mismo: la única manera de vivir en santidad es caminando según lo que Dios ha revelado.

El Salmo 119 no presenta la santidad como un concepto abstracto o inalcanzable, sino como un estilo de vida práctico y diario, profundamente ligado a la obediencia, el amor y la reverencia por la Palabra. No se trata de aislarnos del mundo, sino de vivir en él con una vida diferente, limpia y dirigida por Dios.

El salmista escribe: En mi corazón atesoro tus dichos para no pecar contra ti (v.11). Esto nos recuerda que guardar la Palabra es más que memorizarla; es abrazarla como un estilo de vida.

La santidad es una obra diaria, sostenida por la dependencia continua del Señor. No se trata de perfección humana, sino de dependencia constante de Dios y Su Palabra. Es por eso que cada día debemos llenarnos de su palabra para poder reconocer aquellas cosas que necesitamos rendir diariamente para caminar en santidad. Tal como el salmista hace preguntas, nosotros debemos reflexionar en aquellas cosas que necesitamos rendir hoy para vivir una vida santa, permitiendo que su Palabra transforma nuestra forma de vivir.

Oración:

Señor, reconozco que no puedo vivir en santidad por mis propias fuerzas. Ayúdame a depender cada día de tu Palabra, a guardar tus mandamientos y a rechazar todo lo que me aparta de ti. Limpia mi corazón, dirige mis pasos y hazme santo como tú eres santo. En el nombre de Jesús, amén.