La Biblia… Luz en Mi CaminoMuestra

Día 4: Tu Palabra es mi consuelo

Hace unos años acompañé a una amiga en su proceso de duelo. Recuerdo lo difícil que fue estar con ella en esos días de tanto dolor. Yo deseaba poder consolarla de una manera más profunda o quitarle, aunque fuera un poco de su sufrimiento. Pero, por más que mi compañía y mis palabras pudieran brindarle alivio momentáneo, su verdadero consuelo no podía venir de mí: solo podía nacer de la Palabra de Dios.

La Palabra es un refugio cuando el corazón duele. El versículo 50 del Salmo 119 dice: Este es mi consuelo en medio del dolor: que tu promesa me da vida. El consuelo verdadero no siempre significa que el problema desaparezca o que el dolor se esfume, sino que encontramos fuerzas para seguir adelante mientras esperamos que Dios actúe.

Todos pasamos por momentos en que el corazón se siente cansado y sin fuerzas, donde la angustia nos invade, al punto que emocional o físicamente sentimos que no podemos más. El salmista lo expresa con total sinceridad: Estoy postrado en el polvo; dame vida conforme a tu palabra (v.25). A lo largo de este salmo hay 11 versículos donde el salmista ruega: Dame vida, reconociendo que sólo Dios puede renovar lo que parece muerto.

A veces buscamos alivio en distracciones o en palabras humanas, pero ninguna voz trae paz como la de Dios. La Biblia está llena de promesas: tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento encontramos historias de su fidelidad y ejemplos de cómo nuestro Señor da descanso a quienes están cansados y agobiados. Solo su Palabra calma nuestras ansiedades y nos recuerda que no estamos solos, tal como expresa el salmista: Que tu gran amor sea mi consuelo, conforme a tu promesa hecha a este siervo tuyo (v.76).

“Todo pasa”, solía decirle a mi amiga, y con el tiempo su dolor realmente fue menguando. Pero lo que no pasa, lo que permanece para siempre, es su Palabra. ¿Necesitas consuelo? En estas páginas eternas encontrarás la paz y la fuerza que tu corazón busca.

Oración:

Señor, gracias porque tu Palabra nunca cambia. Cuando mi corazón esté herido y me sienta sin vida, llévame a tus promesas y haz que en ellas encuentre descanso y esperanza. Amén.